Rogelio Guedea
03/10/2017 - 12:03 am
Cataluña, ¿libre por fin?
Es inevitable no hablar sobre el referendo de Cataluña, mismo que busca la independencia de esta región hasta ahora española.
Es inevitable no hablar sobre el referendo de Cataluña, mismo que busca la independencia de esta región hasta ahora española.
La semana pasada, precisamente, estuve en Barcelona (desde aquí le envío un enorme saludo a Anik, por el gusto de conocerla), y viví en carne propia el aire enrarecido que la invadía, pese a ese otro aire global –paradójicamente- que la envuelve de día y de noche.
Hilando fino uno podía notar, sin embargo, los ánimos crispados entre la guardia civil, cuyo objetivo era impedir el “ilegal” referéndum, y gran parte de la sociedad, que, ofendida, increpaba a la policía cuando arrancaba de las paredes los carteles con la leyenda de: “Democracia”.
Caminé mucho la ciudad y escuché de todo, aunque –hay que decirlo- sí era notorio el SÍ separatista: un restaurantero me dijo que los catalanes le hacían el trabajo a los andaluces y que eso, de entrada, era muy injusto.
“Nosotros trabajando y los andaluces bailando, anda ya”, escupió.
Todos, los de adentro y los de afuera, hemos tomado posición al respecto, fácilmente opinamos sobre una situación –sobre todo para los de afuera- que no conocemos, incluso muchos de los de adentro tampoco.
Importantes intelectuales y artistas (Joan Manuel Serrat, Juan Marsé) se declararon en contra del referéndum. Otros, como el tener Josep Carrera o el actor Toni Albá, se manifestaron a favor.
Cada uno dio sus razones: no se puede concebir a España sin Cataluña y a Cataluña sin España, manifestaron los unos. Los españoles odian a los catalanes, nunca han encajado, replicaron los otros.
Tuve oportunidad, esta vez, de viajar de Andalucía (específicamente de Córdoba) a Cataluña (específicamente a Barcelona), casi nueve horas de camino en automóvil, haciendo paradas en Valencia y Tarragona, y otras veces en otros pueblos donde había que comer un poco. Salvo que en Cataluña pagué peaje, no vi diferencias sustanciales en lo general.
Soy más de la idea de unir que de desunir, esa es la verdad, y quizá esto pueda sobre mis reflexiones, pero también me gusta (como bien lo decía Kant en La paz perpetua) que se respete la soberanía y la voluntad de los otros, su derecho a autogobernarse, su libertad y voluntad democrática.
El referendo, que dejó casi mil heridos e incontables heridas anímicas, parece ser que fue un SÍ rotundo en favor de la independencia de Cataluña, aunque la Unión Europea y la constitución española lo consideren ilegal y, por tanto, inválido.
Ignoro cuál será el destino de los catalanes y de Cataluña en sí misma, pero no podemos negar que la sociedad –pese a la terrible represión- mostró su músculo y se hizo escuchar, y eso es de admirarse.
Rogelio Guedea
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