A Mulán la presentan como niña, salvaje y libre corriendo por su pueblo. Pero no sólo es un espíritu indomable en esta versión: de hecho tiene poderes mágicos que la convierten en una acróbata natural y después se da un salto narrativo y ella aparece como una gran guerrera.
Los Ángeles, 3 de agosto (AP).- De todas las películas animadas de Disney, Mulán era la que parecía la opción más lógica para convertirla en una versión con actores. No quiere decir que no ha habido nuevas versiones con actores buenas y encantadoras en la última década —Cinderella (Cenicienta) de Kenneth Branagh en el primer puesto de la lista— pero con la mayoría de ellas, sin importar lo caras o cuidadosamente ejecutadas, o reverentes con su material original, suelo salir deseando que hubiese visto la versión animada en vez.
En parte se puede deber a la edad. Soy de la generación que experimentó el renacer animado de Disney en tiempo real en los cines, sin saber, claro, que era un renacimiento, sino que simplemente eran las películas que iba a ver en el cine y después en video en casa era algo especial. Quizá no me di cuenta de lo especiales que eran y son hasta que las versiones con actores se volvieron una parte regular del calendario de estrenos. Muchas no son tan encantadoras o efectivas como sus predecesoras. Eso es un elogio a la gran calidad de la animación. Sería impactante que una versión con actores fuera mejor o igual. Basta con ver el Hakuna Matata animado junto al “real”. Existe un motivo por el que estas historias fueron animadas en primer lugar.
Pero Mulán era diferente. La historia animada es maravillosa y llena de canciones fantásticas, pero es una épica de guerra. La historia sobre una joven china que se enrola en el ejército para evitar que su viejo padre lo haga es natural y fundamentalmente apropiada para el formato.
Y no hay que confundirse, la Mulán de la directora Niki Caro es sin duda una de las mejores versiones nuevas. Tiene un impresionante atractivo visual de principio a fin. Los bellos paisajes (filmados por la cinefotógrafa Mandy Walker), los vestuarios coloridos, divinos e intrincados de Bina Daigeler, las elaboradas secuencias de combate y los rostros de los actores —especialmente Liu Yifei, quien interpreta a Mulán— son tan hermosos que te dejan boquiabierto. Está muy claro que Caro, directora de Whale Rider (La leyenda de las ballenas), tuvo una visión grande y abrasadora para Mulán y en la mayor parte lo logra.
Pero Mulán falla a nivel narración, se siente apresurada y lenta al mismo tiempo, y extrañamente con poco desarrollo de personaje. Apenas podemos conocer a Mulán. La presentan como niña, salvaje y libre corriendo por su pueblo. Pero no sólo es un espíritu indomable en esta versión: de hecho tiene poderes mágicos que la convierten en una acróbata natural y después en una gran guerrera. La película hace un corte abrupto de esta revelación a años más adelante en la vida de nuestra heroína quien está metiendo la pata frente a una casamentera. La escena es encantadora, incluso a pesar de que no tiene al dragoncito Mushu (con la voz de Eddie Murphy en la versión en inglés).
Pero ese es el problema, ¿por qué estoy pensando en Eddie Murphy? Porque Mulán no te deja olvidar que está en una conversación con la película animada y se ve dedicada a tocar los mismos puntos familiares que su predecesora en vez de contar su propia historia. Cada que escuchas las notas de Reflection, que sólo es cantada en los créditos, te sales del suntuoso espectáculo de Caro y vuelves a pensar una vez más en la versión de 1998 y sus canciones.
Mulán tiene muchas cosas a favor, incluyendo un elenco de increíbles actores chinos y chino-estadounidenses como Jet Li, como el emperador; Tzi Ma, como el padre de Mulán; Rosalind Chao como Li; Donnie Yen como el comandante Tung y Jason Scott Lee como el villano Bori Khan. También presenta a una bruja malvada interpretada por Li Gong, que no funciona y distrae el camino de Mulán.
Hay más cosas buenas que malas en Mulán, y deberíamos sentirnos afortunados de tener una épica de guerra tan hermosa e inspiradora que es apropiada para niños. El filme incluso podría llevar a que algunos pequeños se adentren en el cine asiático, lo cual podría ser el mejor resultado posible. Pero habrá que renunciar un poco a esa lealtad ciega a las películas animadas, porque estorba.
Mulán, un estreno de Disney+, tiene una clasificación PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiada para menores de 13 años) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por escenas de violencia. Duración 115 minutos. Dos estrellas y media de cuatro.