Punta Chueca está a 34 kilómetros de distancia de Bahía de Kino –su comunidad más cercana–; a 45.5 kilómetros más del Poblado Miguel Alemán y a otros 62.9 de Hermosillo. Cualquier traslado hasta un lugar con hospital, si no se tiene acceso a una ambulancia, puede resultar un camino tortuoso de hasta casi dos horas.
Reyes Salomón, capacitado por correspondencia, fue el enfermero y promotor de la salud del pueblo, hasta que enfermó.
En enero de 1972 fue inaugurado el Centro de Salud Rural “Casa de Medio Camino” de Punta Chueca; hoy este centro luce olvidado, con decenas de cajas de medicamentos vacías que abundan sobre el suelo; con dos edificios de un nivel embestidos por el abandono: uno, cerrado con candado y otro, abierto a falta de puerta.
Por Astrid Arellano
Hermosillo, 3 de septiembre (Proyecto Puente/SinEmbargo).- El único enfermero del pueblo está postrado en una cama. Reyes Salomón Romero López lleva cuatro meses así, sin moverse por sí mismo, pero a la vez en ir y venir entre un hospital en Hermosillo y su casa en Punta Chueca, una comunidad indígena donde la gente muere de enfermedades que al no ser diagnosticadas a tiempo por falta de servicios médicos, se agravan hasta que no quedan opciones.
Con una pesada cobija verde que lo cubre hasta la barbilla, dejando que se asomen apenas su boca y parte de su rostro, el enfermero habla del abandono en el que se encuentra sumido su pueblo, sin médico ni medicinas, y con un centro de salud abandonado y una base de Cruz Roja en ruinas.
“Allí es como mi propia casa”, dice con voz entrecortada acerca del centro, “estuve muchos años trabajando allí… es que ya no puedo ir; está lleno de basura, está bien abandonado, por eso me da mucha tristeza”.
Reyes Salomón pertenece a la Nación Comcáac y vive en Punta Chueca –o Socáaix en su lengua original, el cmiique iitom, también conocido como seri– un pueblo cercano al mar inmerso en el desierto de Sonora y que, a pesar de su distancia física, aún pertenece al municipio de Hermosillo, capital del estado.
Allí viven alrededor de 150 familias, que da un total aproximado de 700 habitantes. Es uno de los dos pueblos indígenas pertenecientes a la etnia –el otro es El Desemboque, o Haxöl Iihom, ubicado en el municipio de Pitiquito y con cerca de 350 habitantes– y que luego de ser un grupo de orígenes nómadas, fue confinado a vivir en dichas zonas durante el Gobierno de Luis Echeverría, tras décadas de persecución y exterminio a las que fue sometido.
Punta Chueca, está ubicado a 34 kilómetros de distancia de Bahía de Kino, su comunidad más cercana; a 45.5 kilómetros más del Poblado Miguel Alemán y a otros 62.9 de Hermosillo, por lo que cualquier traslado desde el pueblo hasta un lugar con hospital, si no se tiene acceso a una ambulancia, puede resultar un camino tortuoso de hasta casi dos horas. Eso, si se tienen los recursos económicos para rentar un carro o comprar gasolina, algo a lo que gran parte de la población no tiene acceso.
Proyecto Puente se trasladó hasta allá y en un recorrido por sus calles de tierra y hablando con sus habitantes, constató la historia que los seris venían contando –y que se repetía una y otra vez– en los hospitales de Hermosillo donde, quienes lograron llegar a ellos, esperaban que sus familiares fueran salvados.
Reyes Salomón, al cuidado de Ana María, la ancianita que es su madre, no tiene idea de qué es lo que le pasa, pero mientras estuvo internado en Hermosillo en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste), le indicaron que podría ser algo relacionado con la médula ósea. Él cree que tuvo un accidente, pero no recuerda nada. Que Reyes Salomón haya logrado llegar a un hospital, obedece a una suerte que no todos los integrantes de la etnia corren, pues él es trabajador del Estado mientras que los demás se atienen, si acaso, al Seguro Popular.
Otros, al no contar con la posibilidad de salir de Punta Chueca, como en el caso de Doña Juana y su hijo, se quedan en el pueblo hasta sus últimas consecuencias.
“Doña Juana era una anciana bien pobre, que se quedó en su cuarto”, contó Reyes Salomón, “la encontraron ahí y a su propio hijo también… ellos tenían tuberculosis y fallecieron ahí, primero el muchacho y luego la anciana. Los encontraron ahí, dicen, ya estaban muertos”.
Mientras tanto, el enfermero se aferra a la idea de que una vez sano y cuando acaben sus 28 días de incapacidad, podrá volver a trabajar al centro de salud, donde atendió por tantos años a la gente y a sus grupos de apoyo para personas con diabetes e hipertensión, aunque lo haga sentado en una silla de ruedas.
DESAPARECE PROYECTO DE REMODELACIÓN
En enero de 1972, fue inaugurado el Centro de Salud Rural “Casa de Medio Camino” de Punta Chueca –dependiente de la Jurisdicción Sanitaria No. 1– con el objetivo de otorgar atención médica de primer nivel a la población, brindándoles servicios como consulta, farmacia, enfermería y promoción de la salud, así como acceso a distintos programas de apoyo social.
Algunos años después, en 1999, Reyes Salomón se convirtió en su encargado. Fue a través de una capacitación por correspondencia que logró ser el enfermero y promotor de la salud del pueblo, para luego ser nombrado responsable del lugar.
Durante sus años al frente, aseguró, hizo lo posible para que las personas tuvieran atención y recibieran sus medicamentos.
Ahí también llegaron médicos pasantes y personal de salud de diferentes áreas para atender a la población. Así como también lo hicieron investigadores de diversos centros de estudio. Uno de ellos, fue el equipo liderado por el doctor Julián Esparza Romero, del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), quien determinó a través de sus estudios que la población de la Nación Comcáac supera por más del doble la prevalencia a nivel nacional de la diabetes tipo 2 en personas adultas, esto, de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud realizada en 2006.
Es decir, mientras que en México el 14.4 por ciento de las personas tienen esta enfermedad, el 32.2 por ciento de los adultos seris la presentan.
Resulta todavía más preocupante que sólo un pequeño porcentaje de ellos –un 14.8 por ciento– mantenían niveles de azúcar en sangre controlados en sus últimas atenciones médicas, dando cuenta de la gravedad del asunto y de la urgencia de ser atendidos.
Ante la falta de interés de los gobiernos y mientras que las cifras de enfermedades y muertes en los pueblos continúan en gradual aumento, la situación de acceso a la salud ya no va solamente en picada, sino que ya se encuentra tocando fondo.
Ahora, en el año 2018, decenas de cajas de medicamentos vacías abundan sobre el suelo del Centro de Salud, un espacio compuesto por dos edificios de un nivel embestidos por el abandono: uno, cerrado con candado y otro, abierto a falta de puerta.
El primero está empolvado, sucio y con vidrios rotos a través de los que se pueden ver los anaqueles para almacenar medicamentos completamente vacíos. Entre otras cosas igualmente empolvadas, hay una báscula rudimentaria dentro del antiguo consultorio médico, un escritorio y todavía un block de recetas médicas acomodado al centro. Para el candado no existe una llave, contó el enfermero, pues no tiene idea de quién lo puso.
En sus paredes externas quedaron también los vestigios de la administración estatal encabezada por el exgobernador Guillermo Padrés Elías, con los emblemas oficiales enmarcados por las seis estrellas azules distintivas de su gobierno, acompañadas también de otros letreros de programas federales pertenecientes al sexenio de Enrique Peña Nieto.
El segundo edificio luce aún más descuidado. Sin puerta, se puede ingresar libremente al lugar que ya no es más que una habitación sucia, con pintura roída, sin ventanas, con restos de cajas de medicamentos y bolsas vacías de leche en polvo gratuita.
En junio de 2015, el Centro de Salud de Punta Chueca estuvo considerado en el Plan Maestro de Infraestructura Física en Salud (PMI) de Sonora –instrumento para la planeación de desarrollo y distribución de recursos en materia de infraestructura y equipamiento de la Secretaría de Salud–, para ser beneficiado con un proyecto de fortalecimiento, que consideraba la creación de un área de residencia médica, un consultorio, una sala de usos múltiples, un área de encamados y un almacén.
El proyecto que entonces se encontraba en fase de planeación, estaba registrado con la clave CDN-6657/SON-172/14 y su ejecución tenía un costo aproximado de 2 millones 443 mil 790 pesos; sin embargo, en los siguientes reportes del PMI de 2016 y 2017, el proyecto desapareció y, hasta el último reporte emitido en junio de 2018, ni siquiera está pensada una obra para recuperar ese Centro durante este año.
En una serie de consultas vía Transparencia, se preguntó a Servicios de Salud y a la Secretaría de Salud en Sonora sobre el historial de las inversiones ejecutadas en el Centro de Salud de Punta Chueca en años anteriores y sobre el estado actual del proyecto incluido en el PMI, a la que se limitaron únicamente a responder –sin adjuntar algún documento probatorio y sin siquiera firmar la respuesta que fue la misma para todas las solicitudes– el siguiente párrafo textual:
“Sobre el particular me permito informar, que a pesar de haber certificado la necesidad para poder solicitar acciones relacionadas con obra en el Centro Rural de Punta Chueca, no se pudieron llevar a cabo las necesidades de infraestructura debido a que no se contó con una suficiencia presupuestal para programar la ejecución de acciones en la misma”.
Es decir, no hubo dinero antes ni ahora, en 2018, el “Año de la Salud”, declarado así por la gobernadora Claudia Pavlovich Arellano en su mensaje de fin de año de 2017, donde habló de proyectos que llegarían para dignificar hospitales y centros de salud en beneficio de la ciudadanía.
HE SOLICITADO REHABILITAR CENTRO DE SALUD: GOBERNADOR
A través del teléfono, el Gobernador de la etnia suena intranquilo. Saúl Molina narra que en más de una ocasión ha buscado cómo solventar gastos médicos o el traslado de los cuerpos de integrantes de la etnia que han muerto en alguno de los hospitales de Hermosillo.
“En el mes de junio hice una solicitud directa con la gobernadora del Estado para rehabilitar el Centro de Punta Chueca y Desemboque”, narró, “no me dicen nada, estoy preocupado… me preocupo porque el Centro está bien abandonado, no tiene nada, no hay doctor, de hecho no tenemos doctor ni en Desemboque ni en Punta Chueca”.
Las peticiones van y vienen, aseguró, no sólo en materia de salud, sino en acceso al agua, a la educación, a viviendas dignas, pavimentación y un tramo carretero para acceder a El Desemboque, sin embargo, sólo ha habido oídos sordos.
Según consta en el Plan Municipal de Desarrollo de Hermosillo 2016-2018, para la gestión encabezada por Manuel Ignacio Acosta Gutiérrez –quien dejó su cargo este año para contender por una senaduría por el Partido Revolucionario Institucional (PRI)–, fue en noviembre de 2015 que se realizó un foro de consulta con Mesas Regionales de la Comisaría de Bahía de Kino, donde participaron las comunidades de Bahía de Kino Nuevo, Bahía de Kino Viejo y Punta Chueca.
Ahí, el gobierno municipal recibió demandas y propuestas donde, de parte de la Nación Comcáac, se consignó la necesidad de introducción de energía eléctrica, agua potable, drenaje y recolección de basura; instalación de baños ecológicos, suministro de agua en pipas, raspado de calles, mantenimiento y equipamiento de escuela; así como instalación de un comedor gratuito para adultos mayores, servicios de salud con equipo, medicamentos, apoyo económico para vivienda o materiales de construcción y gestión de apoyos para el desarrollo de la actividad pesquera.
De esto, hasta la fecha, no se concretó nada. Sólo como un breve ejemplo, confirmó el gobernador, la comunidad tiene más de tres años sin recolección de basura y el servicio de pipas lo tienen que pagar ellos mismos, pues el municipio no lo hace, aun cuando actualmente enfrentan una fuerte crisis de desabasto de agua y, si no la hay, resulta una obviedad que tampoco exista drenaje; lo demás que se enlistó en el Plan, a casi tres años de distancia, es igualmente inexistente.
“Lo que debe de hacer el gobierno es ayudar bien”, sentenció, “porque no somos una comunidad de miles de personas; que invierta la cantidad que cubra la necesidad, pero el gobierno no lo hace así, a veces pedimos apoyo, pero lo hacen de mala cara, si es que nos dan”, señaló.
Saúl Molina tiene poco más de un año como gobernador de la Nación Comcáac, tiempo en el que ha insistido, de todas las maneras posibles, que Punta Chueca y El Desemboque sean escuchados, donde incluso ha recalcado la necesidad de que se atienda el tema del ingreso de drogas a las comunidades y los casos de drogodependencia que van en alarmante aumento.
“Los dos pueblos necesitamos medicamentos, doctores de planta que estén todos los días, así cambiaría el panorama de salud; por eso estamos esperando… yo soy una persona que no hace corajes ni es peleonero, yo espero con paciencia; no quiero pelear con los jefes de las instancias de gobierno federal y estatal, estoy esperando nomás que cumplan lo que dicen”.
LA BASE DE CRUZ ROJA, DETERIORADA
Una lona rasgada, sucia y arrumbada en una esquina anuncia lo que el espacio fue: “Cruz Roja Mexicana, Punta Chueca, Sonora”. En un terreno de tierra lleno de basura, justo frente al Centro de Salud, se encuentra el cascarón de lo que fue la base que sólo operó entre los años 2002 y 2003, que constaba de una caja de tráiler equipada para brindar primera atención y que ahora también está en evidente abandono.
De este organismo en el pueblo, sólo quedan tres de cuatro paredes de madera y, regadas en el piso, algunas órdenes de servicio firmadas por el personal de socorro que allí trabajaba.
Liderada por personal de la base Hermosillo y operada por la misma gente de la comunidad que recibió capacitación, el espacio trabajó hasta donde pudo, porque los recursos para su mantenimiento se agotaron en una etapa de crisis institucional de la que el Consejo Directivo no pudo rescatarlo.
Además, en algún momento, la ambulancia para los traslados de emergencia desde el pueblo a las localidades contiguas, se descompuso en definitivo por el mal estado de la carretera de terracería repleta de hoyos y baches.
Años después, la vía de acceso cambió, pues ahora sí se encuentra pavimentada y acceder al pueblo en ambulancia desde Bahía de Kino toma alrededor de 15 minutos, sin embargo, no es de gran ayuda, pues la comunicación desde Punta Chueca es sumamente limitada para efectos de hacer una llamada de emergencia, ya que son escasos los puntos donde se tiene cobertura de la red de telefonía.
Guadalupe Ayala, actual coordinador de socorros de Cruz Roja en Hermosillo, fue el jefe de base en Punta Chueca en aquellos años de funcionamiento, por lo que, en lo particular, le apena que el proyecto haya muerto, pues la gente del pueblo estaba realmente comprometida y sentía una responsabilidad real hacia su comunidad.
“Está totalmente deteriorada, algo que da lástima, da tristeza porque recuerdo los tiempos donde había mucha gente, unos treinta elementos y todos bien uniformados, bien disciplinados; la verdad sí me diera gusto volverla a ver activa.
Sí es necesaria una base; la verdad, yo viéndola desde el punto como socorrista, sí se requiere, ya que hay que recordar que los minutos son preciosos y muchas veces sí ha habido casos muy considerables, que requieren de una persona entrenada de inmediato, la comunidad requiere de una ambulancia allí”, dijo.
En marzo de 2018, se invirtieron 2 millones 50 mil pesos en remodelaciones y equipamiento para las bases de Cruz Roja en Bahía de Kino y en el Poblado Miguel Alemán, comunidades más cercanas a Punta Chueca.
NO VOLVERÁ PARA AYUDAR A SU PUEBLO
Reyes Salomón nunca pudo volver al Centro de Salud que consideró su casa. El enfermero del pueblo murió el 7 de junio de este año, tras una breve estancia en el mismo hospital en Hermosillo que lo vio ir y venir.
Se sumó a la lista de muertos entre los que van bebés, niñas, niños, adolescentes, mujeres, hombres y personas de la tercera edad que se han ido ante los ojos de la comunidad, que no pueden hacer más que eso: mirar.
Ahora que Reyes Salomón no está, las personas diabéticas, hipertensas, con tuberculosis o cualquier otro padecimiento, tienen menores posibilidades de recibir el medicamento que necesitan y que él se las arreglaba para gestionar, aunque no siempre tuviera éxito. Y Punta Chueca, al borde de la agonía, está exactamente igual que la última vez que el enfermero estuvo en la calle, de pie, cuando vio el Centro de Salud cerrado con un candado que nunca supo quién puso.