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Alejandro Calvillo

03/08/2024 - 12:05 am

Trump, entre el fentanilo y el alcohol

“El discurso de odio alimentado por Trump se dirigirá, en el caso de las drogas, a las ilegales, sin tocar los intereses de las grandes corporaciones de las drogas legales”.

La campaña de Donald Trump, como la de otros fascistas de cualquier ideología, busca encontrar su fuerza en unir a los votantes bajo el odio contra un enemigo externo. En este caso, el enemigo externo son los migrantes, donde ocupan un primer lugar los mexicanos. Para ello, asocia a los migrantes con el narco, con el grave problema del tráfico de drogas en su país, con la inseguridad y la violencia. En el discurso de Trump, el problema para Estados Unidos son los migrantes. No habla del problema del consumo de drogas por los estadounidenses ni de la razón de este consumo; habla del tráfico, porque el primero es un problema interno que expone el deterioro de la sociedad estadounidense, mientras que el segundo es externo. Se evita hablar del deterioro social que se vive en ese país, que se puede expresar en datos duros de mortalidad. Por ejemplo, en solamente 10 años, las muertes sumadas por alcohol, drogas y suicidios pasaron de poco más de 104 mil en 2011 a más de 209 mil en 2021. En 10 años se duplicaron estas muertes, todas ellas prevenibles.

La descomposición social en los Estados Unidos es profunda y, en ella, las adicciones juegan un papel fundamental. En el tema del daño de las drogas dentro de los Estados Unidos, se evade nombrar aquellas que están producidas, distribuidas y comercializadas por las grandes corporaciones, cuya producción y consumo son legales y están normalizados. No se trata aquí, pongámoslo claro, de la prohibición de las drogas; algunas sí deben serlo, pero no todas. Se trata de distinguir el daño que tienen cuando estas entran en la lógica comercial no regulada de las corporaciones, que tienen por único fin aumentar su consumo para aumentar ganancias y ejercer el poder al máximo para no ser reguladas.

Sabemos bien, como lo expone la gráfica que presentamos, que las muertes por sobredosis de drogas en los Estados Unidos se han disparado de menos de 20 mil en 1999 a más de 107 mil en 2022, y el papel que ha jugado el fentanilo. Habrá que recordar que la adicción a los opioides fue provocada por una mafia de farmacéuticas, médicos sin consciencia y grandes cadenas de farmacias. Esas decenas de miles de personas a las que estas corporaciones volvieron adictas a los opioides fueron el caldo de cultivo para el fentanilo.

El discurso de odio alimentado por Trump se dirigirá, en el caso de las drogas, a las ilegales, sin tocar los intereses de las grandes corporaciones de las drogas legales. Se centrará en el tráfico de estas drogas desde México, en decir que son los mexicanos los responsables, en que los migrantes son los principales delincuentes y traficantes. Sin embargo, hay otra sustancia psicoactiva, legalizada, normalizada, manejada por grandes corporaciones, ampliamente publicitada y disponible, considerada por el Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) como “una de las principales causas de muerte prevenibles” y que está alcanzando cifras históricas en los Estados Unidos. Nos referimos al alcohol.

En los Estados Unidos no se habla en las campañas políticas de que las muertes por alcohol llegaron en 2022 a 178 mil, muy por encima de las 107 mil por sobredosis de drogas. En los Estados Unidos hay más de 29 millones de personas con consumo dañino de alcohol. El consumo de alcohol ha estado asociado a 4 de cada 10 actos de violencia, a 4 de cada 10 accidentes fatales vehiculares y 4 de cada 10 personas que delinquieron y estaban en prisión declararon haber cometido el delito habiendo consumido alcohol.

Sin duda, el gobierno estadounidense tiene que actuar frente al inmenso reto que representan las muertes por sobredosis de drogas y, en especial, frente al fentanilo. Sin embargo, tiene que enfrentar el consumo de alcohol entre los estadounidenses y sus consecuencias, que se extienden a la violencia de género, intrafamiliar y comunitaria, con lo que esto representa en la descomposición familiar y comunitaria tan extendida en ese país.

Pero de eso no se habla en las campañas. El modelo neoliberal heredado de Reagan y Thatcher ha tenido muy graves consecuencias en los Estados Unidos, generando crisis muy profundas al desechar las políticas regulatorias en el mercado, tan necesarias para enfrentar las principales causas de enfermedad y muerte en ese país (ultraprocesados, alcohol, tabaco), así como para enfrentar la descomposición social extrema. En solamente un año aumentaron en 12% las personas viviendo en las calles en los Estados Unidos, superando la cifra de 650,000. Y no hay políticas definidas para enfrentar el tema de la vivienda. Madres solteras, trabajadores que sufren enfermedades crónicas, múltiples circunstancias provocan que las personas, incluso trabajando, no puedan pagar un alquiler, y si tienen vivienda, no puedan pagar la factura de calefacción, etc.

El enojo existente es mucho en una sociedad que está en crisis, donde las esperanzas se pierden, donde no hay más permeabilidad social, donde aumentan las desigualdades, donde la falta de cobertura social en salud, educación y vivienda se ha convertido en un factor de marginación. Este enojo es fácilmente manipulado en odio contra un enemigo externo, desviando ese enojo del sistema que ha creado las condiciones de deterioro.

La crisis en los Estados Unidos es una crisis profunda del sistema neoliberal que, en palabras de Robert Reich, exsecretario del trabajo de Clinton, se trata ya de un sistema dominado por las grandes corporaciones que ha destruido los avances que se habían dado mejorando las condiciones de los trabajadores, aumentando la cobertura en salud, y ofreciendo alternativas educativas que permitían la permeabilidad social. Ahora, las demandas de esas políticas de cobertura social son etiquetadas de comunistas, desde los trumpistas hasta los mileistas.

Lo que está en juego es la posibilidad de ejercer cierto control o no sobre el poder político. Es la posibilidad de encaminar, dirigir las políticas públicas hacia el bienestar común o dejarlas al juego de los poderes políticos y corporativos, lo que llaman la mano invisible del mercado, que no es más que la mano de la oligarquía político-corporativa. Sabemos que las corporaciones y los poderes económicos tienen una fuerte injerencia sobre el partido republicano y también sobre el demócrata, pero hay diferencias que pueden ser muy significativas para México y las minorías en los Estados Unidos, que ya no son tan minorías. Y que estas diferencias son también importantes para el planeta y el futuro. Pensemos en la expulsión masiva de migrantes, en el establecimiento de altos aranceles a los productos de México, pensemos a otro nivel, en la falta de todo compromiso frente al cambio climático, etcétera, etcétera. La elección en Estados Unidos tendrá un fuerte impacto en México. Esperemos que este no sea el trumpiano y que la mayoría de la población estadounidense entienda dónde está el origen de sus problemas.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.

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