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Arnoldo Cuellar

03/08/2017 - 12:04 am

Márquez: otro gobernador que se agota

Miguel Márquez ha Gobernado Guanajuato con la clara intención de engañar a los ciudadanos.

Miguel Márquez ha Gobernado Guanajuato con la clara intención de engañar a los ciudadanos. Foto: Cuartoscuro

Acción tras acción, programa tras programa, el Gobernador de Guanajuato pone en evidencia la anteposición de intereses personales, parciales y cuestionables a la obligación que contrajo de velar por sus conciudadanos.

Miguel Márquez ha Gobernado Guanajuato con la clara intención de engañar a los ciudadanos del estado. El ex seminarista, panista fiel, migrante VIP, adalid de la transparencia y hasta experto en temas sociales, ha venido traicionando sus discursos uno tras otro, consistentemente.

No podemos hablar de una traición a principios o a ideales, porque hoy queda claro que no había tales, que solo se trataba de una carcasa de simulación para poder escalar en la política, al mismo tiempo que se navegaba con bandera de “hombre bueno” y hasta un tanto ingenuo.

Hemos reseñado con amplitud como fueron los primeros días de gobierno de Miguel Márquez, cuando un Gobernador que había hecho un tema central de la transparencia, diseñó un programa de compras de servicios que alcanzaba los 12 mil millones de pesos, en los primeros meses de su mandato, todos realizados de forma absolutamente opaca.

Esa ingeniería de la que solo cuajaron Escudo y el contrato de medicamentos para dos empresas foráneas que subsiste hasta la fecha, fracasando la gestión de Guanajuato iluminado, fue realizada bajo el influjo y la supervisión de un todopoderoso agente externo al gobierno pero cercano a Márquez: Rafael Barba Vargas.

Compadre de Miguel Márquez quien apadrinó a los hijos de su segundo matrimonio, el empresario irapuatense de raíces priistas y al borde de la quiebra llevó la captación de fondos para la campaña de Márquez lo que le convirtió en el pivote entre los empresarios “comprometidos” y el nuevo gobierno.

Escudo no fue un proyecto pensado para la seguridad, sino una compra que podía permitir el pago de jugosas comisiones, de ahí su fracaso.

(Por cierto, la campaña de relaciones públicas que recientemente empezó en la prensa nacional para rescatar a Escudo de su pésima imagen, resulta risible. Lo más importante que pudo presumir Seguritech en un artículo a todas luces publicitario en El Universal, fueron los invitados a su centro de inteligencia, C5, “que ha sido visitado por el príncipe de Japón, Fumihito Akishino, funcionarios estadounidenses, procuradores y gobernadores en México que quieren replicar el modelo”.)

Ahí hubo una primera traición al compromiso de velar por la seguridad de los guanajuatenses, un tema que ya estaba en la agenda de la elección de 2012, aunque sin los tintes de alarma y preocupación que se presentan hoy.

Con el manejo de las compras para el suministro de medicamentos al Seguro Popular, un esquema encarecido artificialmente por la concesión no solo de la venta del medicamento, sino de su reparto en el estado y el suministro a los pacientes, también pensado para generar utilidades fuera de norma que permitan el tráfico de comisiones y compensaciones monetarias a terceros, Márquez ha gravado la viabilidad del sistema de salud para millones de guanajuatenses, agobiado financieramente.

Allí tampoco importó la atención a la salud de los guanajuatenses, la posibilidad de asimilar el tratamiento de enfermedades catastróficas o el incremento a los modelos de prevención. Todo fue pensado para gastar dinero público de forma excesiva y onerosa. El sistema navega en la opacidad y no hay forma de entrar a los números de la administración del esquema de distribución.

Después vinieron los regalos populistas de uniformes, mochilas tabletas y ahora hasta balones para los millones de estudiantes de educación básica en Guanajuato. Una jugosa mina de contratos a proveedores escogidos que deben pasar por la consabida negociación con el compadre del Gobernador y de lo que nadie se atreve a hablar en el gobierno, ni tampoco entre los proveedores, temerosos de quedar fuera de la jugada.

El impacto de esas dádivas, tan solo las tabletas compradas a la empresa Ditecma en cuatro licitaciones ganadas sucesivamente suman mil millones de pesos, no se midió en beneficios para el nivel de aprendizaje pues no venían asociadas a metodología alguna, sino solo se pensó en dos vertientes: el contrato a un proveedor y la imagen paternalista del gobierno que las reparte.

Hoy Márquez, que hasta antes de ser Gobernador presumía de creencias democráticas, está empeñado en construir un sucesor para lo cual no tiene el menor empacho en comprometer un programa de política social, otra vertiente de la que se decía creyente cuando ocupaba esa misma cartera, y tampoco se detuvo ante la posibilidad de endeudar al estado para dotar de más recursos a un programa cuya prioridad ya no parece ser el combate a la pobreza, sino la construcción de un delfín a partir de un político desconocido a nivel estatal y la generación de una maquinaria para la operación electoral.

Por si algo faltara, Miguel Márquez, el Gobernador que alguna vez fue director del DIF y cuidó de los programas de beneficio a la niñez, por lo menos en el papel, solapa hoy las cada vez más evidentes irregularidades y los presumibles delitos de un grupo de religiosos y sus ayudantes en la Ciudad de los Niños en Salamanca.

El Gobernador no solo ha intervenido para evitar que se investigue al sacerdote Pedro Gutiérrez Farías desde el ministerio público, sino que además ordenó una abierta operación de encubrimiento a cargo del director del DIF, Alfonso Borja Pimentel, para borrar las huellas de los malos tratos y de las pésimas condiciones en las que vivían los menores del albergue, en lugar de documentarlo como sería su obligación.

Como ha ocurrido con otros gobernadores que hoy son carne del escarnio nacional e internacional, pero que en sus horas de poder fueron considerados estadistas de primera línea y próceres de un nuevo paradigma político, es de esperarse que la buena prensa de Márquez y su popularidad, se vayan desmoronando conforme se acabe la gasolina que las impulsa: el dinero de los guanajuatenses administrado por un político que, como decía Lincoln, ha podido engañar a muchos pero no podrá hacerlo todo el tiempo.

 

 

Arnoldo Cuellar
Periodista, analista político. Reportero y columnista en medios escritos y electrónicos en Guanajuato y León desde 1981. Autor del blog Guanajuato Escenarios Políticos (arnoldocuellar.com).

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