Manu Brabo (Zaragoza, 1981) lleva años haciendo fotos en lugares “en llamas” del planeta. Kosovo, Palestina, Libia, Haití y Honduras son solo algunos de los sellos que luce en su pasaporte. En 2013 recibió el Premio Pulitzer por su labor y está considerado como uno de los grandes de ese oficio tan complicado —y necesario— que es el del fotoperiodismo.
Por Staff de VICE
Ciudad de México, 1 de julio (SinEmbargo/ViceMedia).- Estuvo unos días en España, habitualmente reside en Italia, porque sus fotos sobre refugiados sirios forman parte de la exposición organizada por el Instituto Francés, “Caminos del Exilio” (al aire libre, en el Parque del Retiro de Madrid), en la que comparte cartel con otros grandes como Sima Diab, Olivier Jobard, Pierre Marsaut y Giorgos Moutafis.
Ha estado secuestrado en Libia, y hace dos años, el Estado Islámico asesinó a su amigo James Foley, el fotógrafo estadounidense con el que había estado en cautiverio y con el que compartió trabajo en Siria.
Estos dos momentos le hicieron replantearse su trabajo, ordenarlo, valorar los riesgos y darse cuenta de que tiene bastante apego a su vida. Aún así, la vocación va por dentro y el fotoperiodismo corre por sus venas, por eso no puede dejar de mirar por el objetivo y ejercer de puente entre “personas que están pasando una situación jodida y los que no la conocen”. Es decir, nosotros, los lectores.
Hablamos con Manu de guerras, buenos y malos, ejércitos, vocación, viajes, bombardeos, supervivencia, de hacer estómago y los malos ratos que se lleva uno cuando expone su vida. Pero, sobre todo, de fotoperiodismo.
VICE: Aunque sea empezar con una pregunta tópica, me interesa conocer tu definición de fotoperiodismo.
Manu Brabo: Lo que digo siempre es que mi oficio es, básicamente, tender un puente entre unas personas que están atravesando una situación determinada, normalmente jodida, con personas que lo desconocen. No hay mucho más. Básicamente soy un puente, un medio de comunicación.
Y en qué momento uno decide dedicarse a esto.
Eso lo decido de entrada, lo que más tiempo tardo es en descubrir cómo diablos hacer para ganarme la vida así.
¿Es algo difícil al principio?
Al principio, a mitad y al final. No sé por dónde voy. Lo jodido supongo que es cuando uno acaba de estudiar, sabe que quiere dedicarse a esto y no sabe por dónde empezar. Pero eso me imagino que pasa en cualquier profesión donde no haya oposiciones.
Lo difícil es mantenerse y mantener la ilusión. Vivir con una mano delante y otra detrás. En estas cosas vocacionales, uno acaba por aguantarse y tirar para adelante.
Háblanos de tu primer viaje para hacer fotos.
Si no recuerdo mal, creo que el primer trabajo que hice con la intención de hacer un reportaje fue el proyecto de fin de carrera sobre la trashumancia por España. De corte más social, en un par de años estaba viajando a Argentina para hacer fotos en Villa Miseria de la ciudad de Buenos Aires.
Hablando sobre puentes, cuando vas a una zona de conflicto, como dice todo el mundo, ¿es imposible no posicionarse, tomar partido por algún bando?
Nuestro bando tiene que ser siempre el mismo. Luego, lógicamente, si estás “empotrado” con unas milicias pues estás contra el que te dispara y a favor del que te va a salvar la vida. Eso no es un proceso racional, eso se llama puta supervivencia y todos lo tenemos ahí.
Cuántos abuelos fascistas lucharon contra los rojos para que no se los “picaran” y viceversa. Eso se llama supervivencia. Lo que digo siempre es que la objetividad no existe, lo que existe es la honestidad. Hay que ser lo suficientemente honesto para saber que el que te está salvando la vida igual es una grandísimo hijo de perra. Esa es un poco la situación.
Las personas dejan de ser “buenos” y “malos”, son sólo personas que te pueden salvar la vida.
Eso eso. Ponte a pensar. Quizá los yanquis no te caen bien, pero te metes a hacer un “empotrado” con ellos y te empiezan a disparar los que están al otro lado, entonces los yanquis te van a empezar a caer muy bien (risas).
Leí en una entrevista que no querías saber nada de fotos después de la muerte de tu colega y amigo James Foley.
Sí, bueno, fue temporada en la que necesitaba recolocar todos los años anteriores. De 2011 a 2014 fueron guerras, golpes de Estado y mierda… luego cuando ves el precio que se puede llegar a pagar, tienes que valorar si el precio merece la pena. Antes de continuar decidí que tenía que reacomodar todo.
No sé si quieres hablar del tema de tu secuestro, pero supongo que ahí también te replanteaste lo arriesgada que puede llegar a ser tu vocación.
Eso lo ves. Pero cuando empiezas eres un poco naif y toma tiempo descubrir y aceptar los lados oscuros de lo que te apasiona. Uno siempre piensa que va a los lugares y va a volver con vida y que no te va a pasar a ti. Esa ficha a mí se me cayó bastante pronto, pero también no hay de otra. Aunque no quiere decir que no te vaya a pasar nada.
Manu, tú das clases de foto, ¿qué consejo le das en primer lugar a los alumnos que se quieren dedicar a esto?
Pues lo que me ha dicho mi madre siempre: todas las historias son un maratón. Una carrera larga, no un sprint, hay que ser constante, mantener el ritmo. A veces te fallarán las fuerzas y hay que encontrar la manera de seguir adelante. Es una historia de perseverancia y aprendizaje y ni con esas tienes garantizado que salga bien. Cuando veo a la gente floja les digo esto.
¿Qué lugar de los que has visitado te ha causado mayor impresión?
Siria.
Muy complicado…
(Risas). Sí, demasiado.
Para no volver.
No vuelvo ahí desde mediados de 2013. He seguido tratando el tema a través de los refugiados, pero ya son demasiados colegas secuestrados… Una cosas es que tú puedas ir a un lado y te pase algo, te caiga una bomba o te hieran. Pero otra es convertirte en objetivo no sólo de uno, sino de varios. Aunque la gente pueda pensar lo contrario, le tengo mucho aprecio a mi vida y a mi libre albedrío y no tengo ganas de pasar por esto.
Has tocado el tema de los refugiados, ¿Europa está cometiendo una injusticia tremenda con este tema?
Lo que veo es que al final esa publicidad de que somos un modelo igualitario y solidario es una gran mentira. No somos solidarios ni intramuros, ni tampoco, mucho menos, extramuros. Sé que no es un tema fácil, hay millones de refugiados, pero nuestras instituciones deben asumir la responsabilidad de sus actos.
La guerra de Siria no te voy a decir que es culpa de Europa, pero yo he visto demasiadas armas europeas ahí. Al final, algo que se tendría que haber parado no lo hemos hecho y hemos vuelto a joder a los mismos, a los civiles. Eso hay está.
Antes hablamos de honestidad, ¿es imposible no empatizar con la gente que ves a través de tu objetivo?
Imagínatelo. Para que yo haga mi trabajo, la gente me tiene que aceptar. La empatía es fundamental, no puedes pasar por ahí como un objeto, ser arrogante. Lo que se ve de mi trabajo es el 5 por ciento. Yo paso más tiempo tomando té o fumando cigarros con la gente que haciendo fotos. Ellos necesitan hablar y yo necesito entender.
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