La estación Veracruz está sembrada de muertos, dicen migrantes sobrevivientes de la ruta de Centroamérica a EU

03/07/2014 - 12:05 am

Por Antonio Mundaca / blog.expediente.mx, especial para SinEmbargo

Migrantes, las víctimas que nadie reclama. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Migrantes, las víctimas que nadie reclama. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Villa Azueta, Veracruz, 3 de julio (SinEmbargo/Expediente).– Una camioneta blanca  con hombres armados embistió  al tren de carga de Ferrosur  la noche del 13 de junio de este año en Dobladero. Fue el último ataque documentado en la prensa. No el último que ha cobrado la vida de muchos migrantes provenientes de Centroamérica en Veracruz.

Durante varios minutos se percutieron en ese tramo, descubierto para las vías, disparos que no arrojaron víctimas oficiales. La cifra difundida por el gobierno veracruzano a través del Alcalde de José Azueta, Pedro Arriojas Pérez, fue de una persona muerta y dos heridos de origen hondureño: un día después.

Sin embargo centroamericanos varados en la región de la Cuenca del Papaloapan han denunciado que el número de muertos es mayor y el gobierno del estado ha maquillado las cifras: “Son muertos que nadie reclama”, sostuvo Hiram, migrante herido aquella noche y hospitalizado en un centro comunitario del Sotavento.

Hiram fue ayudado, no lo deportaron porque estaba herido y familia que tiene en Estados Unidos le giró dinero a nombre de una amiga mexicana originaria de Arroyo de Caña, en Acayucan. Su historia se repite diario con cientos de migrantes que se ven obligados a pagar cuota de viaje en busca del sueño americano en un tren controlado por bandas del crimen organizado de diversas denominaciones e intereses.

“Bajaron a un par de muchachitas, de los pelos se llevaron a un amigo y lo aventaron”, relata Hiram, sobre quien pesa en su país el control histórico de la delincuencia por las pandillas y que en territorio nacional se han convertido en un brazo armado del narcotráfico en el lucrativo negocio de la droga y el secuestro según fuentes policiales.

El ataque ocurrió en Casas Viejas, un paradero desierto en las faldas de Acayucan y culminó en Paso la Virgen. Durante varios kilómetros un grupo de hombres armados cobraron derecho de piso a cientos de centroamericanos. Según relatan testigos el tren iba en marcha y  después de que los migrantes eran  arrojados recibían ráfagas de balas por hombres encapuchados que en el tramo donde termina Dobladero bajaron con mujeres y niños secuestrados.

“Muchos de los que veníamos no traíamos dinero,  varios se bajan en Acayucan, otros en Tuxtepec para poder pedir dinero para el pago de cuota, yo no lo supe hasta después”. Hiram se dispone a seguir su camino a Estados Unidos, es su primer intento,  tiene una hermana en Carolina del Norte que no ve hace 15 años. Se volverá a subir a la Bestia en la estación de Tierra Blanca.

INFINITA TIERRA DE FOSAS

Cuerpos hallados en fosas evidencian el clima de inseguridad en Veracruz. Foto: Cuartoscuro
Cuerpos hallados en fosas de Tres Valles evidencian el clima de inseguridad en Veracruz. Foto: Cuartoscuro

Estación Dobladero es un pedazo de tierra húmeda con casas sencillas, tiene pocos habitantes, quizá mil, quizá menos; la mayoría, campesinos. También en Dobladero hay personas que se han ido a Estados Unidos, a ellos los matan en Tamaulipas. La comunidad es un punto caluroso habitado por mosquitos de la selva, el miedo a hombres armados. El miedo a la policía migratoria mexicana, donde todos los días atraviesa el tren y baja la velocidad para que migrantes centroamericanos compren agua, se abastezcan de jugo de piña, plátanos dorados. Y acelere la máquina en marcha al centro del país en busca del sueño americano. Es un oasis momentáneo donde los viajeros del Sur relajan por minutos las piernas en una zona cubierta de sangre.

La pequeña comunidad pertenece al municipio de José Azueta, ciudad que conecta por carretera al norte y sur del país. Un llano donde vagan migrantes y donde apenas el 27 de junio  fue noticia por el cuerpo encontrado de Ricardo Pérez Camacho, ejidatario de La Victoria que había sido secuestrado en esa demarcación. En Dobladero no conocen de dónde vienen los hombres armados. La comunidad es de fácil acceso porque se encuentra en el vértice de la carretera Sayula de Alemán y Tierra Blanca. Justo en medio entre Loma Bonita y Villa Azueta.

En Dobladero y Lindavista saben que de Azueta muchos migrantes son secuestrados y obligados a pedir rescate. Nadie sabe a dónde. Por otras pláticas vedadas conectan las desapariciones con otra posible tierra de fosas. Una posibilidad infinita de ranchos resguardados en toda la Cuenca. Casas de secuestro y tierra de desaparecidos en una hilera de municipios conectados por el río. La información de las fosas en Tres Valles los mantiene con miedo; pero hacen su vida normal. “No me extrañaría que ahí hubiera migrantes; pero ¿quién los va a reclamar?”. Se repite la queja, con ese aire de indiferencia de quien está acostumbrado al funcionamiento impune del sistema.

El flujo de migrantes desde el ataque del 13 de junio no se ha detenido. “Han habido más ataques; pero no han dejado muertos, se los llevan, llegan a menudo migrantes heridos que se callan porque tienen miedo los encarcelen o los regresen, la policía mexicana también los extorsiona”. Comenta una entrevistada originaria de Palmarillo, otra comunidad kilómetros arriba a las orillas del Tesechoacán, donde el tufo de las fosas de Tres Valles no los espanta, donde les sorprende sólo sea una después de aproximadamente ocho años vivir, sin tregua en su territorio la guerra del narco.

PASO DE LA VIRGEN, TRAMO DE SAQUEO

Alexis también sobrevivió al ataque de Villa Azueta de mediados de junio, quedó  varado en la ciudad de Loma Bonita, después de caminar varios kilómetros sobre el triángulo de municipios conocido como el corredor de la cuenca, compuesto también por Rodríguez Clara y José Azueta en los límites de Oaxaca y Veracruz,  relató al periódico Piñero de la Cuenca días después del ataque, todavía con heridas visibles: “Fue terrible, vi cómo mataron a uno de nosotros y lo dejaron tirado allí en el vagón para que lo miráramos; lo asesinaron a balazos”.

De acuerdo al reportaje publicado  el 30 de junio del 2014, el testigo señaló también que la cifra de muertos debió ser maquillada: “Cuando nos comenzaron a bolsear, a los que no traían dinero los agarraban de las manos y pies y los aventaban fuera del tren, ahí iban mis amigos, quién sabe si sobrevivieron. A otros les dispararon y también cayeron ahí por las vías, no sé si murieron o no; pero los balacearon muy feo”.

En el tramo Paso de la Virgen es común el atraco a centroamericanos. Ha sido sistemático desde hace varios años. A pocos kilómetros de ese llano de un centenar de habitantes se encuentra Tres Valles y Cosamaloapan, al primero se accede por la carretera federal 145 y al segundo por la desviación de esa carretera rumbo a María Lizamba y el entronque peligroso de La Tinaja.

Los migrantes varados en Papaloapan, Loma Bonita, Tierra Blanca  cuentan a menudo cuando piden dinero en vías federales que el tramo más peligroso se encuentra en los límites de Paso de la Virgen hasta Córdoba

Aquella noche seis hombres en la alta velocidad del camino los saquearon. Durante esos minutos el tren mantuvo la marcha. A bordo del gigante de acero proveniente de Medias Aguas les quitaron a muchos sus pertenencias. A golpes y con pistolas en la mano fueron arrojados del tren quienes no tenían dinero para pagar la cuota de paso del tramo de Azueta a Córdoba y la Esperanza, estaciones de servicio de turno, por las que las bandas que extorsionan de migrantes cobran en promedio de 300 a 500 dólares por tramo.

La red ferroviaria de Ferrocarriles del Sureste (Ferrosur) desde Chiapas a Tehuacán tiene 12 estaciones  de servicio de acuerdo a información del sitio web de la empresa. La ola de migrantes de Guatemala, Honduras, El Salvador, tienen paso obligado en la ruta sur de Veracruz. Diario pasan migrantes en horas intercaladas por dichas vías, principalmente por las noches. Viajan en condiciones insalubres y de alto riesgo. Los migrantes sobrevivientes denunciaron que por cada tramo de kilómetros variado existen distintos grupos delictivos que les cobran cuotas o pagan con su vida.

“Muchos que no traen la cuota son arrojados. ¿Qué pasa con esos cuerpos? ¿Quién los busca? ¿Dónde quedan si ya van muertos? El 13 de junio el tren de carga llevaba en sus vagones un promedio de 300 indocumentados posiblemente, afirman los migrantes, sobrevivientes al ataque, en su mayoría hondureños y guatemaltecos.  Del interior de los vagones saltaron a la selva de la Cuenca del Papaloapan un número indeterminado de ellos. “Iban heridos de bala,  los rafaguearon después de lanzarlos porque no traían dinero,  a muchos los mataron”.

La cuota por sobrevivir a “La bestia” en territorio veracruzano se paga en efectivo o con la extorsión a familiares en Estados Unidos.

El sueño americano en Veracruz todos los días termina en ráfagas de balas y cuerpos que nadie reclama.

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