Cuando buceaba por el fondo del océano/ me enamoré de una bellísima sirena./ Fuera del mar sin vacilar pedí su mano/ y nos casamos en las playas de Caleta…/
En una vieja grabadora Rigo Tovar entona su más grande éxito. El calor es sofocante. El ruido del tráfico y del metrobús se vuelve silencio ante las estrofas de “El Sirenito”. Una barda improvisada de maderas llenas de astillas separa a los obreros de la avenida.
“Órale, lánzate por las tortillas”, le dice un hombre mayor a un joven de apenas 19 años que labora como ayudante en la construcción. El muchacho es delgado, pero ya carga enormes bultos de cemento y botes llenos de mezcla.
Es la una de la tarde, Rigo ha callado, los martillos y palas han dejado de usarse, los cascos naranjas de protección yacen al lado del piso sin acabar, castillos y varillas se erigen ante lo que parece una obra abandonada. Al fondo, es posible ver pequeños cuartitos de ladrillo colorado, casi están terminados. En el segundo nivel, llegando a él por medio de una escalera improvisada, se encuentran todos los albañiles. Es la hora de comer.
Todos ponen en la mesa improvisada sus ollas, bolsas y tupperwares. Unos comen taco con “copia”; otros, puro guisado. Los nopalitos, frijoles con huevo y queso de puerco pasan de mano en mano al igual que el refresco de naranja.
Mientras comen, hablan de sus familias y de la Champions League. Se alburean. Tienen fama de ser diestros en eso, lo reconocen, pero se apenan al hablar del tema.
Esta es una comida más, una tertulia diaria en la que los sabores convergen en una gran vianda que comparten con propios y extraños. “Ándele, cómase un taco. Están calientitas las tortillas”, invita Mauro Marín, el velador, y lo secundan sus compañeros.
Es el preludio de la gran comida, la que honrará a la Santa Cruz. La ocasión en que todo será especial.
UNA CELEBRACIÓN SIN ORIGEN PRECISO
A pesar de que la mayoría de ellos desconoce el origen de la celebración, la espera con ansia. Los maestros saben que ese día los “patrones” se “ponen guapos” y les arman su fiesta.
Algunas fuentes indican que el festejo tiene su origen en el hallazgo de Santa Elena, quien habría encontrado la cruz en la que murió Cristo. Un sacerdote de la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima dijo para este reportaje que los albañiles celebran este día porque a través de la cruz refrendan su fe y buscan acercarse a Cristo. Para la mayoría de las fuentes el festejo data de la época colonial a partir de la formación de los gremios. Se trata de una fiesta en la que se conmemora a la cruz de Cristo, pero que a la vez se le relacionó con las construcciones realizadas con mano de obra indígena.
A pesar de que esta celebración fue suprimida del calendario litúrgico por el Papa Juan XXIII, los trabajadores de México la mantienen viva. Este día, los albañiles trabajarán sólo medio día y durante la tarde estarán de fiesta con una comida especial.
Este jueves miles de albañiles mexicanos celebrarán su día. Llevarán la cruz que los protege en las construcciones a bendecir; le comprarán flores blancas y la colocarán en lo alto de la obra.
El aroma a barbacoa despedirá su intenso olor, el chicharrón crujiente aparecerá y el ruido de las botellas de cerveza fría se escuchará a lo lejos.
Con música de banda, salsa y otros géneros, la fiesta comenzará. Esta es la única fecha del año en que los trabajadores de la mezcla y el cemento son homenajeados por su trabajo de todos lo días. Los otros días transcurren con el rayo del sol de 25 grados sobre sus espaldas, el peso de unas enormes botas, el polvo de la grava llenándoles la cara, el cemento secándose rápidamente sobre sus manos.
LA PUGNA DE TODOS LOS DÍAS
Son los encargados de la construcción de edificios, departamentos y casas, pero ellos jamás tendrán una vivienda propia si se considera su salario, que no supera los mil pesos semanales y la falta de prestaciones sociales.
Los llamados “maestros” tienen que laborar hasta 10 horas en condiciones inseguras, hacinados, con la posibilidad de un derrumbe y con la presión de entregar la obra a tiempo.
Viven el día a día con la esperanza de una mejor calidad laboral, que incluya un seguro médico que no sólo sea por proyecto. El 90 % reportó ante el último censo laboral del INEGI no contar con seguridad social; además de haber sido contratado en forma verbal, lo que exime a los patrones de otorgar garantías.
Ello contrasta con la cotidianidad de los maestros. El mismo Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha reportado tasas anuales de accidentes en la industria de la construcción de 29 por cada 100 trabajadores, cuando esa cifra a nivel nacional es de 2.5.
De acuerdo con los “maestros”, el estar asegurados depende del riesgo en la obra y “la voluntad de los patrones”, quienes los afilian, pero a veces tienen que ser dados de baja debido al término del proyecto. En algunas obras del DF es más común encontrar empleados que cuenten con seguro médico, pero éste sólo es ocupado por los trabajadores en caso de extrema urgencia
En este sexenio, diversos organismos pugnaron por mejorar las condiciones de los trabajadores. En 2010, cinco sindicatos de albañiles exigieron a la CMIC incrementar el tabulador salarial en 25 por ciento. Aunque los salarios aumentaron, no lo hicieron en grandes proporciones, pues pasaron de 83.74 pesos a 90.83 en la zona geográfica A; de 81.58 a 88.49 en la B, y de 79.38 a 86.10 en la C, según indica la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.
Por otro lado, el pasado 17 de abril se presentó en la Cámara de Diputados un punto de acuerdo para lograr el derecho a la seguridad social de los albañiles. Se pedía que el IMSS encontrara la forma de hacerse cargo de cubrir esa necesidad de los trabajadores de la mezcla.
Al presentarse la propuesta, el diputado del Partido del Trabajo (PT) Mario Alberto Di Costanzo, señaló que las cifras del IMSS indican que un millón 199 mil trabajadores de la construcción están registrados en el instituto, pero se desconoce cuántos de ellos son albañiles.
OFICIO EN ÉXODO
Con una pequeña muda de ropa, los artículos personales necesarios y la esperanza de un nuevo y mejor empleo, cientos de albañiles migran dentro de su propio país. Recorren los estados de la República para que un “patrón” los contrate y así ganar lo suficiente para enviar dinero a sus hogares, la mayoría de ellos hasta con cinco hijos.
Es parte de un fenómeno que hasta ahora no ha sido documentado con suficiencia: la migración interna. El Consejo Nacional de Población calcula que un millón de personas se mueven al año de su lugar de residencia a otro. Los oficios con mayor movilidad son los jornaleros y los albañiles.
Lamentablemente no todos los que emprenden el éxodo tienen éxito, pues su campo laboral es reñido y la demanda se cuenta en miles de personas.
De acuerdo con datos de 2011 de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), tres millones 610 mil personas forman parte del sector de la construcción en 2011, pero el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) indica que en este sector hay 665 mil 747 trabajadores.
En algunos estados la mano de obra es requerida más que en otros, incluso “casi en cada esquina”, afirma Jorge Quiroz, maestro albañil que tiene a su cargo la construcción de condominios en Eje 1 Poniente en la colonia Guerrero del Distrito Federal.
A decir del maestro, en el DF hay mucha demanda en el ramo de la construcción, lo que asegura empleo a miles de albañiles y elimina el riesgo de que su oficio se extinga próximamente, “a pesar de la presencia de las grandes constructoras, siempre nos necesitarán a nosotros”, augura Quiroz.
Sin embargo, esta situación no prevalece a nivel nacional.
El líder del Sindicato de Trabajadores, Obreros y Empleados de la Industria de la Construcción (SITEC), José Juan Chilón Colorado, dio a conocer en septiembre del año pasado que ante la cancelación de proyectos turísticos, albañiles de Quintana Roo optaron por viajar a otros lugares para pedir empleo.
Chilón Colorado reveló que cientos de trabajadores migraron a Campeche y Yucatán, pero se enfrentaron a pésimas condiciones laborales que cobraron la vida de 14 obreros en Cancún en los primeros 45 días de 2012.
En 2006, la inseguridad en las grandes obras les costó la vida a 280 albañiles en la misma entidad.
Tamaulipas también enfrenta este problema. Hasta marzo de 2012, de los casi 20 mil obreros de la construcción afiliados a la Confederación de Trabajadores de México (CTM) en este estado, el 90 por ciento se encontraba desempleado ante la ausencia de inversionistas en la zona. La razón: la violencia.
Edmundo García Román, dirigente estatal de la CTM, atribuyó la falta de interés por invertir en el sector constructor de Tamaulipas a la inseguridad.
Aunado al duro ambiente laboral en su país, los albañiles se enfrentan a otra barrera si se dirigen a Estados Unidos como “mojados”, pues ya no sólo los migrantes dedicados al oficio son su competencia directa. Incluso los profesionistas que radican en la unión americana se desenvuelven en las obras.
Según cifras de junio de 2011 de la Secretaria de Educación Pública, unos 140 mil profesionistas mexicanos que viven en EU trabajan como cocineros, meseros, carpinteros, plomeros o albañiles.
LOS ALBAÑILES EN EL CALDERONISMO
Era la mañana del 3 de mayo de 2006, las carnitas, la barbacoa y el agua de jamaica estaban en la mesa. Los cuetes detonaban con estruendo mientras un grupo de mariachis deleitaba a los presentes, entre ellos, el entonces candidato presidencial de Partido Acción Nacional (PAN), Felipe Calderón Hinojosa.
Ése fue el primer encuentro del ahora presidente con los trabajadores de la construcción. El evento ocurrió en las constructoras Vallejo, Claverías, Tláhuac y Sare, ante más de 500 albañiles, con los que “se echó” dos tacos.
Fue ese mismo día cuando Calderón se comprometió con ellos, les dijo que no sólo construirían viviendas para otros sino para ellos mismos y que de llegar a la Presidencia, como ocurrió ese mismo año, su gobierno pondría una buena parte del anticipo para la adquisición de sus viviendas.
En 2007, ya investido como Presidente, volvió a reunirse con los albañiles, esa vez estuvo acompañado por el entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. Ambos degustaron tamales y bebieron atole junto con 850 empleados en el Conjunto Urbano Los Héroes II de Tecámac.
Calderón anunció entonces la inclusión de los albañiles en un programa de financiamiento y de subsidio federal de vivienda.
En esa ocasión, el mandatario federal reveló que su administración ya había otorgado más de 166 mil financiamientos para adquirir una casa-habitación.
Durante su discurso, estimó que al final de su gobierno se habrían entregado seis millones de créditos para vivienda.
En noviembre de 2011, Calderón presentó la Agenda de Impulso a la Vivienda, que otorgará créditos de la mano de la Sociedad Hipotecaria Federal y la Comisión Nacional de Vivienda a los trabajadores del sector informal. Estos créditos no sólo son para los albañiles. También están incluidos los taxistas, meseros, campesinos y vendedores ambulantes.
Si como indica la CMIC, en México hay más de tres millones de albañiles y el presidente Felipe Calderón puso a disposición 166 mil créditos para trabajadores informales, miles de maestros de obra no lograron acceso a la vivienda en este sexenio. Amanecieron en su día dispuestos a celebrar, listos para construir casas, aunque por ahora no hayan adquirido la suya.
De 2010 a 2011, esta industria creció a causa de un mayor registro de obras relacionadas con la edificación de viviendas, plantas industriales, inmuebles comerciales, institucionales y de servicios, informó el INEGI.
En 2011, el sector se mantenía con altibajos, en enero de ese año, el personal ocupado en el rubro de la construcción creció 5.9 por ciento, el número de empleados aumentó 6.8 por ciento y el de obreros 5.6 por ciento, según cifras del mismo instituto.
Sin embargo, el INEGI indicó un mes después que el valor de producción reportado por las empresas constructoras no había rebasado los 12 mil 500 millones de pesos. Así quedó por debajo del nivel que el rubro alcanzó en 2007, más de 13 millones. El récord máximo registrado por el sector fue en febrero de 2008 con 13 mil 500 millones de pesos.
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