El exmandatario estadounidense salió este lunes de su casa en West Palm Beach, Florida, rumbo a la ciudad de Nueva York, donde espera su fichaje y lectura de cargos.
Por Matt Sedensky, Terry Spencer y Will Weissert
NUEVA YORK/WEST PALM BEACH, Florida, EU (AP).— Su nombre ha quedado impreso en los tabloides de esta ciudad, anclado a sus edificios y cimentado a una clase especial de descarada confianza en Nueva York. Ahora, la ciudad que puso a Donald Trump en el mapa y que él tanto amó, está lista para darle su merecido.
Rechazado por sus votantes, condenado al ostracismo por sus manifestantes y ahora reprendido por sus jurados, el pueblo de Nueva York tiene una cosa más en la que salpicar el nombre de Trump: la Acusación Núm. 71543-23.
“Quería estar en Manhattan. Amaba Manhattan. Tenía una conexión con Manhattan”, dice Barbara Res, vicepresidenta de la Organización Trump. “No sé si lo ha aceptado y no sé si lo cree, pero Nueva York se volvió contra él”.
Ninguno de los romances de Trump ha durado más que el cortejo con Nueva York. Ningún otro lugar podría igualar su mezcla de ostentoso y extravagante. Su amor no correspondido por la ciudad es shakesperiano, pero Trump fue un paso más allá y llegó a la Presidencia sólo para convertirse en un antihéroe local.
Trump nació y se crio en Queens, hijo de un desarrollador inmobiliario cuyos proyectos se encontraban principalmente en Queens y Brooklyn. Pero el joven Trump ansiaba cruzar el East River y hacerse un nombre en Manhattan. Para la década de 1980, ya era un elemento fijo en Nueva York. Y en una ciudad que se enorgullece de ser el centro del mundo, Trump se vio a sí mismo como rey.
Sin embargo, el sentimiento nunca fue realmente mutuo. Trump dejó un rastro de facturas impagas, trabajadores despedidos y neoyorquinos comunes que lograron ver a través de su desvergonzada autopromoción.
Puede haber sido un personaje singular, pero en una ciudad de ocho millones de historias, la suya era una más.
Es posible que nunca haya sido un neoyorquino común, viajando en el atestado metro en las mañanas o comprando una salchicha caliente a un vendedor ambulante, pero para muchos siguió siendo una presencia benigna, aunque descomunal.
Ahora, cuando regresa al norte, pasa la mayor parte de su tiempo en su club en Bedminster, Nueva Jersey. El hombre que durante mucho tiempo evitó cruzar puentes y túneles nuevamente está separado de Manhattan por un río.
Con la noticia reciente de cargos contra Trump, la historia de su deteriorado romance con Nueva York está ganando un sentido de finalidad.
TRUMP VIAJA A NY PARA ENTREGARSE A AUTORIDADES
El expresidente Donald Trump abordó el lunes su avión privado en Florida y partió hacia Nueva York para su fichaje y lectura de cargos, mientras la ciudad más grande del país intensificaba sus medidas de seguridad y advertía a potenciales agitadores que “este no es jardín para su enojo mal encausado”.
Su viaje en automóvil desde su mansión Mar-a-Lago a su avión privado —un Boeing 757 rojo, azul y blanco con la palabra “TRUMP” pintada en letras doradas— fue transmitido en vivo por la televisión nacional y pasó al lado de grupos de partidarios agolpados al lado de la carretera que le gritaban vivas.
Trump y sus simpatizantes consideran que el caso en su contra, basado en pagos a personas para asegurar su silencio durante la campaña electoral de 2016, tiene fines políticos.
La situación era muy distinta en Nueva York, la ciudad donde Trump se hizo famoso en el sector de bienes raíces y programas de entretenimiento, pero donde se volvió sumamente impopular a partir de su incursión en la política.
Su regreso a la ciudad marca el inicio de un capítulo inédito en la historia estadounidense, pues Trump es el primer expresidente en enfrentar cargos penales, y eso en medio de una tercera campaña para la Casa Blanca. Una serie de eventos legales, políticos y culturales están coincidiendo de manera sin precedente.
Trump planeaba pasar la noche en Trump Tower y entregarse a las autoridades el martes para su fichaje y probable lectura de cargos en la tarde. Hasta el momento, las autoridades no han percibido un ingreso masivo de personas a la ciudad, como sí ocurrió en Washington poco antes del asalto al Capitolio ocurrido el 6 de enero de 2021.
Aun así, las autoridades le recordaron a la ciudadanía que el porte de armas en ciertas partes de la ciudad, inclusive cerca de tribunales, es un delito.
“Si bien es posible que algunos alborotadores lleguen mañana a nuestra ciudad, nuestro mensaje es claro y simple: contrólense”, declaró el Alcalde Eric Adams. “La Ciudad de Nueva York es nuestro hogar, este no es jardín para su enojo mal encauzado. Somos la ciudad grande más segura del país porque en la Ciudad de Nueva York respetamos las leyes”.
La Trump Tower estaba abierta el lunes, pero las autoridades planeaban cerrar las calles aledañas para los momentos en que Trump entrara o saliera, además de otras medidas de seguridad. Han tomado medidas para cerrar el acceso al tribunal donde el expresidente deberá comparecer para su lectura de cargos el martes en la tarde.