Esta semana el valiente equipo del noticiero MVS de Carmen Aristegui mostró la evidencia que hacía falta, con una reportera infiltrada se demostró plenamente que Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, (ahora ex) líder del PRI de la Capital del país, operó una red de prostitución forzada con recursos públicos. Y lo hizo al interior de la sede del partido. Las implicaciones del comportamiento delictivo de Gutiérrez pueden llegar hasta los pasillos de Los Pinos y a las casas de gobierno de Veracruz, Jalisco y el Estado de México, entre otros.
El padre del ex líder del PRI capitalino se llamaba Rafael Gutiérrez Moreno, apodado El rey de la basura. Cuando sonreía se veían incrustados en sus dientes tres diamantes enormes; pero sonreía poco. Este hombre presumía tener 56 hijos, y mientras mantenía el control del negocio de mafias alrededor del manejo de basura, tejió fuertes lazos con el PRI nacional, partido para el cuál fue diputado federal. El PRI siempre supo de sus andanzas; era bien conocido que ganaba más de 60 millones de pesos mensuales, se convirtió en usurero e hizo fuertes donativos en procesos electorales, lo que le ganó un estatus importante frente al partido tricolor. A Rafael se le acusó de violar a un centenar de mujeres, pero eso carecía de importancia para el partido en el poder. En 1987 fue asesinado en su propia mansión; pronto se supo que fue su esposa Martha García, quien pagó para que lo mataran. Martha había logrado demostrar ante la policía del Distrito Federal que su esposo, que se la llevó cuando ella apenas había cumplido 18 años, era un “consagrado” violador de mujeres y niñas, que había abusado sexualmente de su sobrina de 15 años entre otras mujeres de la familia. Martha estaba encerrada en casa, todos sabían cómo vivía, y Cuauhtémoc, el hoy señalado hijo del rey de la basura, conocía las andanzas de su padre, los prostíbulos de los que era propietario, la violencia que ejercía sistemáticamente contra mujeres y niños. Su padre mantenía a Martha encerrada en la casa, la golpeaba, la violaba y la tenía vigilada con una red de golpeadores que estaban a su servicio en el entramado de poder y usura que manejaba; esa mafia que le dio más poder y dinero del que jamás imaginó.
Lo cierto es que no se puede entender al hombre sin conocer su historia. Cuauhtémoc, heredero e hijo predilecto del rey de la basura, aprende la violencia por ambos lados. Su madre es Guillermina de la Torre, también conocida por sus redes de explotación y usura. Ambos, su padre y madre, son famosos por operar con métodos mafiosos y el uso de violencia extrema.
Rafael metió a su hijo en las juventudes del PRI a los catorce años; tiempo después, el hoy acusado de probable trata de mujeres, intentó apropiarse del PRI capitalino por medio de la violencia y las amenazas. Mientras el Junior de la basura siguiera inyectando “donativos” en efectivo a las campañas del PRI, nadie se atrevía a sacarlo de ese instituto político.
El junior de la basura ya era multimillonario, lo que quería era poder político formal; ser reconocido por las cúpulas tal como su padre le instruyó. Fue así como con una trampa logró meter a una mujer en las cuotas de género del PRI y una vez ganadas las elecciones la hizo renunciar y quedó él como Senador de la República.
Su poder quedó claro entre 2008 y 2011, años en que las elecciones a la dirigencia del partido en el Distrito Federal fueron impugnadas y saboteadas por las redes de golpeadores de Gutiérrez. A lo largo de su carrera amenazó de muerte a candidatos y candidatas, al grado de que las fórmulas Vázquez/Ildelfonso y Ruiz/ Imazu renunciaron de manera subrepticia luego de recibir amenazas y persecuciones.
Justo por la crisis al interior del PRI, Moreira, el entonces presidente nacional de ese partido, nombró a Jesús Murillo Karam (actual {rocurador General de la República), como delegado especial para que se lograra la renovación del Consejo Político del PRI capitalino. Lo cierto es que el actual procurador General, Murillo Karam, pidió a todos que se retiraran para dejar que llegara el hoy acusado de proxenetismo a encabezar la sede el PRI. Por su parte la poderosa Beatriz Paredes había firmado un pacto con Gutiérrez, ella quería ser candidata y gobernar el Distrito Federal, para eso necesitaba los recursos y la alianza con el heredero de la fortuna basurera. Cuando varias priístas acudieron a Moreira para pedirle apoyo luego de las amenazas y actos de violencia física por parte del Junior de la basura, Moreira les dijo que no debían interferir. La realidad es que Gutiérrez había visitado a Moreira y le dijo “si no me cumples el acuerdo que hice con Beatriz Paredes se atienen a las consecuencias”. Las consecuencias eran que se supiera cuánto dinero de los reyes de la basura se había invertido en las elecciones del PRI. Murillo Karam le puso la alfombra roja al hoy acusado de convertir en burdel la sede de su partido.
De allí que resulte claro que cuando, envalentonado en el noticiero de Aristegui, dice que hay que ir con las instancias legales, Cuauhtémoc Gutiérrez sabe perfectamente que las probabilidades de que sea perseguido legalmente por contratar mujeres para la prostitución forzada son prácticamente nulas; mucho menores son las de que él y su entonces socia Claudia Priscila Martínez sean investigados por probable colusión en una red de trata de mujeres enmascarada como agencia de modelos y edecanes. Además, por si fuera poco, Cuauhtémoc lleva años colocando a estas mujeres, algunas sometidas a la prostitución forzada, en las mesas de gobernadores del PRI, entre ellos de Javier Duarte en Veracruz.
Haberlo sacado del partido “mientras se le investiga” es una buena movida del PRI, pero hará falta mucho más que eso para creerles.
Lo cierto es que en México tenemos a nuestro Tony Soprano región 4, una mafia que hizo fortuna manejando basura, operando burdeles que ocultan trata de mujeres y amenazando de muerte a quien intente salir de sus redes de poder o derrumbar su imperio.