Actualmente cerca de 20% de las mujeres mexicanas que tienen un bebé sufren depresión postparto. Pero, pocas son las que lo confiesan por vergüenza de revelar sentimientos que, en teoría, una madre no debe tener.
“Más que de relacionarme, el problema es que siento que no lo quiero, pero es por toda la depresión”.
Cristina tiene 38 años y ojos redondos, oscuros. Le cuesta trabajo pronunciar las palabras que acaban de salir de sus labios, tanto así que en seguida corrige:
“No es tanto que no lo quiera… Porque yo estaba dando la vida ahí; yo decía: ‘no me importa que me piquen, que me hagan lo que sea en el hospital pero que el bebé esté bien’. Me hacían ultrasonidos, me ponían los catéteres; se me complicó un chorro”.
Cristina presentó una severa infección de vías urinarias en la etapa final de su embarazo. Tuvo que ser hospitalizada y le hicieron una cesárea cuando su bebé tenía 27 semanas de gestación.
“Fue, más que molesto, angustiante, porque fue avanzando de tal manera que estábamos en peligro de muerte mi bebé y yo. Yo estuve dos semanas hospitalizada y él dos meses porque nació muy chiquito y estuvo muy grave, lo tuvieron que operar del corazón por lo prematuro. Fue muy difícil porque los médicos trataron de detener la infección y que transcurriera el embarazo de alto riesgo, pero lo que queríamos era salvarnos los dos. Fue como una lucha por salvarnos. Me hicieron muchísimos procedimientos y todo, y yo aguantaba por el amor a mi hijo. Les decía: ‘yo lo único que quiero es que sobreviva’. Cuando lo vi en la incubadora me dio mucha angustia de pensar que se iba a morir porque nos daban malas noticias, y es algo que uno nunca se imagina que le va a pasar”.
Cristina regresó a su casa y su bebé estuvo hospitalizado un mes y medio más. Ahí, las cosas empezaron a ir peor.
El bebé de Cristina nació el 12 de octubre. Ahora está sano, aunque bajo seguimiento médico. Ella sigue luchando por desterrar esa mancha oscura que todo lo nubla, esos sentimientos que se supone que una madre no debería de experimentar, esa angustia que muchas veces no la deja dormir: está bajo terapia por depresión post parto.
A primera vista parece más una modelo que una psicoterapeuta: es alta, delgada, blanca, con abundante cabello negro que cae, liso, hasta la espalda. Al hablar inspira confianza. Se llama Erica Medina Serdán y tiene una maestría en Psicología Clínica y Psicoterapia, además de un diplomado en Psicoterapia Breve. Pero más que por sus cartas credenciales, las mujeres que sufren depresión post parto se sienten cómodas con ella porque Erica experimentó en carne propia la enfermedad:
“Hace dos años tuve a mi bebé. Mi embarazo fue maravilloso, pero tengo a mi bebé y justamente yo tuve depresión post parto. Tuve una depresión muy severa, tuve que entrar a tratamiento, y a partir de eso es cuando veo esta parte de que eres una antes del tratamiento y eres otra después de éste”.
Erica describe así esa etapa de su vida:
“Se siente horrible. Te sientes mal de todo; te sientes abrumada, indefensa, incapaz, con dificultad para vincularte con tu bebé; a veces estás muy irritable, a veces estás triste, a veces estás angustiada. Lo que sí, es que estás mal todo el tiempo. Sí hay momentos en que sí alcanzas a ver esta parte bonita de la maternidad, esta parte positiva, y alcanzas a ver a tu hijo desde fuera de esto. Pero cuando no te atiendes cada vez son más los días malos, y cada vez son menos los momentos buenos. Y cuando estás en tratamiento poco a poco, y también esto depende de cada persona, de cada caso, de tu historia también, hay gente que puede salir adelante muy rápido y hay gente que va a necesitar más tiempo. Hay mujeres que lo describen como una montaña rusa: a veces estás arriba y muy bien, y a veces estás abajo, pero puede ser en el mismo día. En el mismo día sentirte muy contenta, o muy triste, o muy angustiada”.
La presión social que experimenta una mujer que acaba de ser madre, dice Erica, no cualquiera la puede sobrellevar.
“La gente te dice: ‘es una bendición tener un hijo; es la época más maravillosa del mundo; está sano, está bonito, ¿por qué te sientes mal?’. Y simplemente todas estas cosas no las entiendo, y no las puedo sentir, y no las estoy viviendo; no lo veo en mí y en mi vida. Y una vez que estuve en tratamiento y me recuperé, y que ahora amo a mi hijo y tengo una relación maravillosa con él, quiero ayudar a otras mujeres a que puedan salir adelante”.
Erica mira a Cristina, como si lo que fuera a decir a continuación estuviera dedicado a ella:
“A que sepan, primero, que no es su culpa, que no hicieron nada malo y que no es un castigo, sino que es una enfermedad como cualquier otra, física o emocional, y sobre todo que hay una luz al final del camino, y que se puede salir adelante, y que hay tratamientos, y que puedes llegar a esta otra parte de la maternidad en donde puedes gozar y todo eso que te dicen, vivirlo”.
DIFERENCIA ENTRE DEPRESIÓN POSTPARTO Y BABY BLUES
En un tono mucho más profesional, Erica Medina afirma que con frecuencia se confunde la depresión post parto con la tristeza post parto, y explica las diferencias:
“El término científico es la tristeza post parto, a la que muy comúnmente le dicen baby blues. Y las estadísticas del baby blues son que puede afectar de 50 a 80% de las mujeres; es muy común. Sin embargo, desaparece por sí solo durante las dos o tres semanas posteriores al parto; no requiere de atención médica ni psicológica, y hay síntomas que se le pudieran parecer a la depresión post parto: hay tristeza, hay deseos de llorar, la mujer es dependiente ya sea de su pareja, de la mamá o de algún ser querido que tenga cercano. También hay estrés, dificultad para dormir, para adaptarte a tu vida, y una de las principales diferencias con la depresión post parto es que en el baby blues cada día te vas sintiendo mejor, ves que hay una luz al final del camino, y cada vez vas teniendo un mejor vínculo con tu bebé, y en general, los síntomas van disminuyendo. La depresión post parto, en cambio, te puede dar inmediatamente después de que nació el bebé, o días, semanas, meses o incluso un año después. Sin embargo, los síntomas van aumentando, te vas sintiendo cada vez más mal, sientes que no hay una luz al final del camino, que no va a pasar esto y que siempre te vas a sentir mal, y aquí sí es bien importante decir que, si no hay tratamiento, se puede convertir en un trastorno crónico, esto quiere decir que puede derivar en una depresión mayor, un trastorno de angustia, o alguna otra situación emocional y tienes mala calidad de vida tú, tu bebé, tu pareja y todo el entorno. Afecta a la familia; incluso a las mujeres en la parte laboral o en las actividades de la vida diaria, si están estudiando o trabajando, o si se quedan en casa a dedicarse a su bebé en la casa”.
Cristina escucha, atenta, mientras Erica explica que algunas mujeres han llegado, incluso, a dañarse a ellas mismas o a sus hijos, mientras que en otros casos, son los niños quienes cargan las consecuencias de la falta de atención psicológica oportuna a la mamá.
“Hay mujeres que viven con esto muchos años de su vida y a la mejor después de siete años es cuando se dan cuenta de que sí necesitan el tratamiento. Mucho de lo que yo he visto porque he estado en contacto con asociaciones o con instituciones que tratan también a niños, es que el problema lo empieza a manifestar el niño, a la mejor cuando ya esté en la primaria, por ejemplo, empieza a tener problemas de aprendizaje, o a la mejor problemas de conducta; entonces, el niño va a terapia y a la hora de hacer la historia clínica tú como terapeuta empiezas a preguntar cómo fue el embarazo y como fue el parto y la vida del bebé, y desde ahí se empieza a detectar que hubo muchos problemas, o sea que es muy probable que la mamá haya tenido una depresión post parto que no se atendió, y que esto afectó al bebé”.
–¿Ante qué síntomas y signos hay que estar atenta?
–Yo ya había padecido una depresión antes, por una separación. Entonces sabía que es posible salir de la depresión con tratamiento. Además, estando en el hospital, sentí celos de una enfermera que quería mucho a mi bebé, y a partir de eso fue que me di cuenta de que me estaba dando otra vez la depresión.
Cristina responde a la pregunta de cómo se dio cuenta de que necesitaba ayuda profesional, de qué no iba a salir sola de esa oscuridad. Una ligera nube se posa sobre sus ojos, y después de esas breves frases, se hace un silencio largo.
–¿Haber sufrido depresión en otra etapa de la vida es un factor de riesgo?, pregunto entonces a Erica Medina.
–Es bien importante decir que la depresión post parto puede afectar a cualquier mujer, sin importar su edad, su raza, su cultura, su religión, su número de embarazo. También no se ha visto que haya causas de la depresión post parto; únicamente factores de riesgo, y estos son ciertas circunstancias que tienes en este momento o en el momento del embarazo o a lo largo de tu vida, en la infancia o en la adolescencia, que te hacen más vulnerable que otra mujer a desarrollarla. Por ejemplo, una depresión previa, ansiedad o depresión durante el embarazo, o si tuviste también una historia de trastorno emocional como trastornos alimenticios, trastorno bipolar, tú o tu familia. Y sobre todo si no se resolvió o no se trató exitosamente, hay una mayor probabilidad de presentar depresión post parto.
Un embarazo no deseado o no planeado, es otro de los factores de riesgo para experimentar este tipo de depresión, añade.
“Además de que seas más susceptible a los cambios hormonales que otra mujer, como puede ser haber tenido síndrome premenstrual muy severo, y también en algunas mujeres el tratamiento para la infertilidad, la fertilización in vitro, o que haya falta de apoyo familiar o social, personalidad perfeccionista y problemas económicos”.
Como todo en la vida, las heridas no curadas de la infancia y la adolescencia suelen supurar aquí:
“Violencia física, violencia emocional, abuso sexual, pérdida de algún ser querido (puede ser abandono o muerte), alcoholismo o drogadicción de los padres, y también carencias económicas a lo largo de la vida o situaciones estresantes en el momento como dificultades con la pareja, pérdida del trabajo, separación o divorcio. Incluso situaciones problemáticas que sean recurrentes”.
LAS ESTADÍSTICAS
Según un estudio llevado a cabo por Katherine L. Wisner, directora del Centro Asher del Noroeste para el Estudio y Tratamiento de Desórdenes Depresivos, publicado en JAMA (Journal of American Medical Association), 19.3% de las mujeres que tuvieron depresión post parto habían pensado en lastimarse a sí mismas o lo habían llevado a cabo.
Otro 30% de las mujeres que participaron en el estudio tuvieron un episodio de depresión previo al embarazo; 30% durante éste, y el 40% restante en el postparto. La mayoría de las mujeres también presentó episodios graves de ansiedad.
En 22% se observó un trastorno bipolar que no fue diagnosticado previamente por los médicos que las trataron.
Erica Medina agrega que cinco de cada seis mujeres que sufren depresión post parto no lo dicen, por lo que no pueden acceder a tratamiento adecuado. Agrega que, según cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), actualmente cerca de 20% de las mujeres que tienen un bebé sufren este padecimiento.
AL FINAL
El deseo de Cristina es uno sólo, sencillo. Hoy, su esposo y sus padres se encargan casi por completo del cuidado de su bebé, ya que ella no se siente capaz de bañarlo, alimentarlo y cambiarle los pañales. Pero confía que al final del tratamiento el cielo se va a aclarar otra vez, que ya no habrá nubarrones de angustia y de temor:
“La terapia más que nada me ha servido para saber que tú” –se dirige a Erica– “lo tuviste y que saliste”.
Luego voltea una vez más a verme a mí:
“Platicar con ella no sólo como terapeuta sino como quien lo vivió es lo que me ha ayudado a mí”.