Jorge Alberto Gudiño Hernández
03/03/2024 - 12:01 am
Inicio de campañas
No creo que exista un comercial, spot, pinta, pendón o espectacular que pueda convencerme de votar por un candidato diferente (pese a que no sé por quiénes votaré).
El viernes por la mañana, camino a la escuela de mis hijos, ya había propaganda política en los postes. En muchos postes, en decenas de postes, si no es que en centenares. Eran lucidores, con promesas un tanto abstractas y vacías, y colores brillantes. Serán basura en poco tiempo.
Era claro que uno de los candidatos se había adelantado, aprovechando que las campañas empezaban a media noche de este viernes. Estoy cierto que, en un par de semana, la ciudad y el país estarán tapizados de carteles, pendones y banderitas de todos los que aspiran a un cargo de elección popular. A ello se sumarán muchísimos metros cuadrados de bardas pintadas y espectaculares. Un verdadero esperpento.
Suelo escuchar la radio mientras manejo, sobre todo los noticieros. Es claro que todos los spots no son culpa de las radiodifusoras, pero estoy a punto de claudicar. No estaré tan enterado, pero escucharé música o podcast o la profundidad del silencio. Lo que sea con tal de no ser sometido a canciones insulsas y más promesas vacías. Es increíble la cantidad de spots que se suceden en los cortes comerciales.
Hace tiempo que no veo televisión abierta salvo por algunos partidos de futbol que interesan a mis hijos. Supongo que en la mayoría de los programas, durante los anuncios, también se repetirán, hasta el cansancio, millares o millones de spots intentando convencernos de que votemos por alguien. Me resigno, también, a que en los partidos deportivos vaya a haber inserciones pagadas, mantas virtuales e imágenes a favor de ciertos candidatos que impidan disfrutar los juegos.
No creo que exista un comercial, spot, pinta, pendón o espectacular que pueda convencerme de votar por un candidato diferente (pese a que no sé por quiénes votaré). Lo que sí sé es que esta acumulación excesiva de propaganda me terminará cansando (las precampañas ya me habían saturado). En verdad, toda esta basura en distintos niveles es un costo cruel de nuestra democracia. No sólo por la enorme cantidad de recursos públicos que, insisto, se van a la basura, sino por todo lo que nos obligan a consumir en estos meses. Ojalá hubiera alguien sensato que pusiere freno a esto.
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