Quienes resultan contagiados de la COVID-19 no son los únicos que padecen la enfermedad y el cuerpo de quien contrae el virus SARS-CoV-2 no es el único que queda con secuelas: la economía de muchas familias también ha sido trastocada en este último año a causa de los costos que ha implicado el tratar desde un contagio leve hasta, en las peores situaciones, las complicaciones que requieren oxigenación o internarse en un hospital.
Ciudad de México, 3 de marzo (SinEmbargo).- Y de repente cae el peso de la duda: “¿será COVID?”. Luego, una negación: “no, no creo”. Aunque casi de manera inmediata se voltea a ver a las personas que viven con uno. Entonces, llega un pensamiento rotundo, aún más pesado que el primero: “no quiero contagiar”.
En caso de confirmarse el positivo, lo que viene son días complicados: esperar que el cuerpo no brinque a una fase crítica y lograr la recuperación. Pero en ese lapso, hay otra vía que empieza a caminar de manera rápida, los gastos para lidiar con la enfermedad, los cuales no se detendrán en semanas e incluso meses.
Estos costos que provoca una enfermedad nueva, la cual aún no tiene cura, llevan a explorar tratamientos u optar por los pocos que han sido probados, los cuales son costosos y pueden implicar desembolsar, entre 23 mil pesos y hasta más de un millón de pesos. Aunado a eso, la capacidad para responder a los efectos de la enfermedad y la cantidad de contagios hacen que algunos de ellos lleguen a ser insuficientes.
La pandemia llegó a México hace un año, en un país con 71 millones de personas que no tienen seguridad social y 20.2 millones sin acceso a los servicios básicos de salud, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
A pesar de eso, por la naturaleza de la enfermedad, en cientos de casos acudir a los servicios de salud pública para atender la COVID-19 ha sido una opción para quienes requieren la hospitalización.
Por el otro lado, quien no enferma a tal grado de requerir ser internado tiene que lidiar con la enfermedad en casa, comprar su medicina (con un costo mínimo de cuatro mil pesos para el tratamiento completo), oxígeno (14 mil pesos) y atenderse con médicos privados (con un gasto de cinco mil pesos para las consultas durante la enfermedad y la recuperación). En estos casos hay que añadir que en los hogares puede haber más de un enfermo.
Para medir el impacto en la economía, otro dato del Coneval, referente a los ingresos de los hogares mexicanos, es de ayuda: 61.1 millones de personas, es decir, el 48.8 por ciento del país, tiene un ingreso inferior a la línea de pobreza, o sea, los recursos que obtiene sólo cubren las necesidades de una persona al mes.
En esas condiciones económicas y de seguridad se ha propagado el virus, generando padecimientos graves, moderados o letales.
*Los cálculos se realizaron con base en diversos testimonios, con datos publicados por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS).