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Ernesto Hernández Norzagaray

03/02/2024 - 12:02 am

Ramos versus AMLO

Afortunadamente, si bien existen una gran masa acrítica que sigue viendo con devoción al Presidente López Obrador gracias a un discurso ideológico justiciero y sus políticas clientelares, lo cierto es que la sociedad mexicana es diversa y franjas de ella confrontan con experiencias propias y ajenas las verdades del poder en las sobremesas familiares, la calle, las redes sociales, los partidos y medios de comunicación. 

"¿Habrá manera de cambiar la percepción de quienes directa o, indirectamente, han sido afectados en la integridad de su familia y sus bienes?". Foto: Moisés Pablo, Cuartoscuro

Esta semana Palacio Nacional fue escenario de la ritual aparición del periodista Jorge Ramos en la conferencia mañanera del Presidente López Obrador para interrogarlo sobre un tema que es una obsesión para muchos sean o no periodistas: la violencia y la política de “abrazos no balazos” en el combate contra el crimen organizado. 

El presentador del Noticiario de Univisión, por quinto año consecutivo, ha acudido a Palacio Nacional, para cuestionar al Presidente sobre el desempeño de su Gobierno en materia de seguridad pública y, lo hace, con su estilo directo con cortesías mínimas mientras sostiene un cartel con las cifras oficiales del Gobierno de la Cuarta Transformación: 166 mil 193 muertos, 4 mil 892 feminicidios y 43 periodistas asesinados. 

“¿Está dispuesto a reconocer con la realidad, -interroga- con los datos, que su estrategia de militarización, lejos de traer más paz, ha traído más violencia?” 

La respuesta del Presidente López Obrador no se hizo esperar con cierto gozo de presentar sus “datos”: “No vamos a cambiar la estrategia porque estamos atendiendo las causas que originan la violencia”. 

Y en este duelo de preguntas, aseveraciones y respuestas se fue perfilando el tema de fondo que podríamos reducir a una dualidad: realidad y percepción. 

Ramos, esgrime, los datos duros, del propio Gobierno y AMLO busca revertirlos con sus “otros datos” y la forma de interpretarlos. 

Lo cierto, es que no hay otros datos oficiales, más que los del Gobierno, aunque existen otras instituciones que construyen su propia estadística de homicidios dolosos, feminicidios, desaparecidos. 

 Y, aquellos, son los que están en la mente de las personas con los que cada uno administra su percepción, incertidumbre y miedos. 

Entonces, lo narrado por Jorge Ramos es lo que está en sintonía con la información que tiene la gente a la que le asesinaron un familiar, una amistad o un compañero de trabajo; las familias que han quedado rotas por un feminicidio o la sala de redacción de un medio de comunicación a la que le asesinaron a uno de sus miembros o, simplemente, cualquiera que en una combi o cualquier calle le arrebatan su tranquilidad y pertenencias. 

¿Habrá manera de cambiar la percepción de quienes directa o, indirectamente, han sido afectados en la integridad de su familia y sus bienes? ¿Bastará que lo diga el político más popular para que haya un cambio de opinión? 

No veo como y, menos, con saliva o desacreditando al mensajero, que supongo también le duele ver como se acumulan los muertos, desaparecidos o agraviados en su país y, más, cuando hay una necedad cargada de arrogancia cuando se afirma que no se cambiara la estrategia porque se están atendiendo las causas que genera la violencia y revirtiendo la tendencia al alza. Y, cuando se dice, “se están atendiendo las causas” ¿de que se está hablando?  

Acaso la eficacia de los programas sociales de “sembrando futuro” o, el apoyo económico a adultos mayores, que si bien representa para muchos hogares un alivio económico ante la escalada de precios nada significan en materia de seguridad en la mayoría de los estados, municipios y sindicaturas. 

Y es que, si la estrategia de seguridad estuvo pensada en clave de buscar acuerdos de paz con los barones del crimen organizado, como se hacía en los tiempos del PRI hegemónico, los “chamaquearon”, pues estos no parecen haber cumplido con su parte como lo delata el estado de inseguridad y la libertad con que se mueven y asesinan en cualquier lugar y momento. 

Peor, si resultan ciertas, las revelaciones del periodista estadounidense Tim Golden de que el narcotraficante Arturo Beltrán Leyva fondeo recursos a la campaña presidencial de López Obrador en 2006 a cambio de que si se ganaba la elección presidencial obtendría protección incluso influiría en la designación del Procurador General de Justicia. 

Claro, Tim Golden, es cauto y no va más allá de lo que arroja la investigación realizada por la DEA en 2010 y las entrevistas que realizó a algunos de los personajes que aparecen en esos documentos oficiales incluso advierte que “no son conclusivos”.  

Vamos, podríamos decir que son hipótesis para seguir trabajando en esa línea que lo ve muy difícil por las negociaciones bilaterales en torno a narcotráfico y migración. 

Entonces, volviendo al tema de este artículo, ¿con la postura del Presidente López Obrador se busca imponer el trillado relato comunicativo de Joseph Goebbels: “una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en verdad” porque, para que ello fructifique se necesita franjas importantes en una sociedad dispuesta a creerle. 

Afortunadamente, si bien existen una gran masa acrítica que sigue viendo con devoción al Presidente López Obrador gracias a un discurso ideológico justiciero y sus políticas clientelares, lo cierto, es que la sociedad mexicana es diversa y, franjas de ella, confronta con experiencias propias y ajenas las verdades del poder en las sobremesas familiares, la calle, las redes sociales, los partidos y medios de comunicación. 

Y es ahí, donde está la efervescencia del debate público. Jorge Ramos cuando interroga al Presidente López Obrador, establece un puente con la audiencia agraviada, mientras este responde a Ramos, pero, en realidad, habla, a los suyos, a sus acólitos, generando en ambos un impasse comunicativo para que cada quien saque sus conclusiones y, actúe en consecuencia, si quiere más de lo mismo o se pronuncia por un cambio. 

Es que estamos en un momento pendular del debate público y todo termina en el horizonte electoral, los que están con el Presidente López Obrador aun, cuando, su relato choca con las cifras oficiales o, incluso, son parte de los agraviados, siempre buscaran seguir de su lado para combatir a los enemigos del proyecto justiciero de la 4T, mientras, los que sufren la estrategia de seguridad se identifican con las preguntas de Jorge Ramos. 

En definitiva, ese es y será, el horizonte del debate público hasta el 2 de junio, cuando cada una de las partes asista a las urnas para expresar sus preferencias y se construya con el voto una nueva distribución del poder que esperemos signifique un cambio de fondo en la política de seguridad porque ya son muchos los mexicanos que faltan en este país. 

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.

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