Quentin Tarantino, Martin Scorsese, Sam Mendes, Todd Philips y Bong Joon-ho son los candidatos a la estatuilla al mejor director para los Óscar 2020; todos ellos cuentan en su currículum con, al menos, una obra icónica para el séptimo arte.
Los Ángeles (EE.UU.), 3 de febrero (EFE).- En pocas ocasiones la categoría de mejor dirección en los Óscar reúne a nombres tan conocidos como las de interpretación, pero este año, con apellidos como Scorsese, Tarantino o Mendes, el premio promete caer este domingo en un cineasta mítico…sin mujeres en la competición.
Quentin Tarantino, Martin Scorsese, Sam Mendes, Todd Philips y Bong Joon-ho son los candidatos a la estatuilla al mejor director; todos ellos cuentan en su currículum con, al menos, una obra icónica para el séptimo arte, aunque la alegría por el talento que reunió el apartado este año pronto derivó en decepción: de nuevo ninguna mujer aspira en la categoría.
LOS ÓSCAR DE NUEVO SIN DIRECTORAS EN COMPETICIÓN
Son varias las películas dirigidas por mujeres que han figurado en las listas de lo mejor del año y una de las seleccionadas a mejor cinta, Little Women, fue dirigida por la cineasta Greta Gerwig, quien no superó el corte para aspirar al Óscar.
En sus 92 años de historia, solo cinco mujeres han sido nominadas a mejor dirección. Algunos acusan a la Academia de Hollywood de machista, otros explican que apenas hay mujeres en el comité que decide los cineastas candidatos y eso determina que el gusto sea esencialmente masculino.
Otra razón defendida es que los grandes estudios, dirigidos por hombres, dejan en manos de hombres sus grandes proyectos.
Lo cierto es que, mientras los hombres dirijan la mayoría de películas, los comités de expertos seguirán compuestos por hombres y así se perpetúa esa situación.
Mientras tanto, en lo que a este año respecta, la carrera por el Óscar a mejor director la lidera Sam Mendes, con su aclamada 1917, que ha llenado las estanterías de premios en los últimos meses. Aunque el autor del fenómeno global “made in” Corea del Sur, Bong Joon Ho, con Parasite, le pisa los talones.
SAM MENDES, APUESTA GANADORA POR 1917
En los 2000, Mendes hizo historia del cine con su debut, American Beauty, un afilado retrato de la sociedad consumista estadounidense que ganó en las categorías de mejor película y mejor dirección. El cineasta se convirtió así en una de las seis únicas personas ganadoras al Óscar con su primer largometraje. Ninguna ha ganado un segundo premio, aunque la situación probablemente cambie el domingo.
Mendes y 1917 han triunfado en los Globos de Oro, los BAFTA, los premios del Sindicato de Productores y también los del gremio de Directores (DGA Awards), que suelen considerarse una guía para los Óscar, ya que en los últimos cinco años el vencedor de los DGA Awards repitió victoria en los premios de la Academia.
Y lo ha hecho con una película sobre la I Guerra Mundial que muchos acusan de falta de originalidad, pero a la que ha dado una brillante vuelta de tuerca con una puesta en escena espectacular y una estructura que simula ser un único y larguísimo plano secuencia que muestra un enorme dominio técnico y cinematográfico.
BOON JOON-HO, TRAS LA FIEBRE DE PARASITE
Por detrás de Mendes, y cercano, las apuestas sitúan a Bong Joon-ho. ¿Su obra icónica para el cine? Parasite. Sí, es de este año y aún lucha por ser la mejor película. Pero se trata de una cinta extranjera que ha causado todo un fenómeno global sin estar rodada en inglés ni contar con el respaldo de Hollywood.
Parasite lo ha ganado todo, desde Cannes hasta los Globos de Oro, tiene un hueco de honor en las listas de lo mejor del año y de la década. Hasta ha inspirado una serie de televisión de la potente HBO que narrará lo que sucede entre las secuencias del filme original.
No pocos son los que apuntan a que esta mezcla de géneros que transita con elegancia entre la comedia costumbrista, el drama y el thriller podría triunfar además de como mejor película internacional, también en la categoría general, algo histórico que podría tener como efecto secundario el premio a mejor dirección.
SCORSESE, UNA NUEVA LECCIÓN DEL MAESTRO
Dura casi tres horas y media y ha pasado solo por unas cuantas salas de cine porque es una producción de Netflix, pero aún así The Irishman ha concitado la unanimidad de crítica y público que ven en este último trabajo de Scorsese una muestra más de su genialidad.
Clásica en su concepto, es sin embargo un prodigio técnico que ha permitido rejuvenecer las caras de Robert De Niro, Al Pacino o Joe Pesci, un riesgo asumido por el director neoyorquino para poder contar con estos actores para todo el arco de edad en el que se desarrollan sus personajes.
De ellos ha sacado el director unas interpretaciones geniales, tanto que los tres están nominados al Óscar, al igual que lo está Scorsese en su novena candidatura.
Pero pese a su brillante carrera y a la cantidad de títulos míticos que ha dirigido -desde Taxi Driver (1976) a Raging Bull (1980) o Goodfellas (1990)- este sería su segundo Óscar, ya que solo lo ha ganado por The Departed (2006). Y no parece que vaya a ser el caso.
TARANTINO Y SU AMOR POR EL CINE
En el caso de Tarantino, tiene dos Óscar, pero ambos como guionista- por Pulp Fiction (1994) y por Django Unchained (2012)- y su nominación como director por Once Upon a Time in Hollywood es la tercera de su carrera en esta categoría.
Los pronósticos no le son favorables y sería una sorpresa que ganara el premio por dirigir una película excesiva, brillante, divertida y, sobre todo, una carta de amor incondicional al cine a través de unos personajes que rozan la caricatura y que bordan Leonardo DiCaprio y Brad Pitt.
Con una tensión contenida, Tarantino dosifica con inteligencia una historia llena de referencias, de subhistorias y de personajes secundarios que podrían tener su propia película como protagonistas. Y que cuenta con uno de los mejores finales de la historia del cine.
TODD PHILLIPS, EL ÚLTIMO EN DISCORDIA
Y el último en discordia es Todd Phillips, un director conocido por películas muy comerciales pero siempre con un punto de interés, como The Hangover, una comedia disparatada que fue un enorme éxito y que dignificó un género hasta ahora denostado y limitado al círculo de espectadores adolescentes.
Con Joker ha construido una película original y polémica por su violencia, con una gran actuación de Joaquin Phoenix, Óscar cantado al mejor actor, lo que promete eclipsar cualquier otro premio para la cinta sobre los orígenes del famoso villano.
Phillips es el director con menor papeletas para llevarse el Óscar y su única opción reside en salir victorioso por la división de apoyos al resto de candidatos, algo que parece impensable. Pero sería un buen final para una película acusada de alentar la violencia por justificar de alguna manera el comportamiento de un protagonista abandonado por la sociedad.