Las amenazas del Presidente Donald Trump de poner en Estados Unidos un impuesto del 35 por ciento a los autos importados de México, han logrado que los altos ejecutivos de Honda analicen reconsiderar su presencia operativa en México, en donde actualmente tienen dos plantas. La empresa nipona no había sido atacada directamente por Trump y anteriormente había preferido no dar declaraciones sobre los anuncios del magnate republicano.
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Ciudad de México, 3 de febrero (SinEmbargo/AP).- La empresa automotriz Honda piensa reconsiderar sus operaciones en México luego de las amenazas que ha lanzado el Presidente, Donald Trump en cuanto a gravar las importaciones mexicanas, según reveló el vicepresidente ejecutivo de Honda, Seiji Kuraishi, según la agencia Reuters.
"En relación a México, si existe un aumento significativo en las tarifas sobre las importaciones de Estados Unidos, tendríamos que responder de alguna manera", dijo Kuraishi.
De acuerdo a las declaraciones del alto ejecutivo de Honda, el impuesto de Trump los obligaría a reconsiderar la presencia en México: “Hemos estado invirtiendo en Estados Unidos durante 40 años para desarrollar y manufacturar autos. Esperamos que el señor Trump entienda esto”, cita Reuters.
Honda no había sido amenazada directamente con el magnate, como sí lo había sido la otra gran empresa japonesa Toyota. En uno de sus polémicos tuits, el magnate escribió "Toyota Motor dice que construirá una nueva planta en Baja, México, para producir automóviles Corolla para los EEUU ¡DE NINGUNA MANERA!".
La amenaza del presidente Donald Trump de cobrar impuestos a los autos fabricados en México que se venden en Estados Unidos podría revolucionar la industria automotriz y plantea numerosos dilemas, según analistas: Se aumentan los precios o se absorben los costos; se deja de vender autos fabricados en México y se pierden muchos clientes; se trasladan las operaciones a Estados Unidos y se gana menos dinero.
"No creo que sea un golpe mortal para la industria automotriz, pero será algo muy duro. Tendrá un enorme impacto en las ganancias", expresó Marina Whitman, profesora de negocios de la Universidad de Michigan y ex vicepresidenta de General Motors.
Trump se reunió en días pasados con los máximos ejecutivos de General Motors, Ford Motors y Fiat Chrysler Automobiles. Antes del encuentro, publicó un tuit en el que le pidió a las casas automotrices que abran nuevas fábricas en Estados Unidos. "Quiero plantas nuevas que construyan autos a ser vendidos aquí", expresó. Previamente había hablado de un "impuesto sustancial" a las empresas que se vayan del país y de dar ventajas impositivas a las que produzcan aquí para consumo interno.
Los fabricantes expresaron optimismo tras el encuentro.
"La industria se siente entusiasmada ante la perspectiva de trabajar con el presidente y su gobierno en las políticas impositivas, regulación y comercio para promover un renacer de la industria estadounidense", declaró el director ejecutivo de Ford Mark Fields después de la reunión.
Pero después de cerrar 13 plantas de ensamblaje durante la reciente recesión para hacer frente a un exceso de la capacidad de producción, las firmas de Detroit no se sienten demasiado alentadas a abrir nuevas plantas, especialmente en vista de que la venta de vehículos está empezando a ceder tras alcanzar nuevos picos. Las tres empresas operan 27 plantas de ensamblaje en Estados Unidos y siete en México en estos momentos.
Durante más de dos décadas México fue un oasis para la industria automotriz, pues ofrece mano de obra barata y acceso a decenas de mercados a través de acuerdos de libre comercio. Whitman dijo que los fabricantes de Detroit no pueden construir autos pequeños que den ganancias en Estados Unidos, donde un trabajador sindicalizado percibe 58 dólares por hora en sueldo y beneficios. Un trabajador mexicano gana poco más de 8 dólares por el mismo trabajo.
Eso explica en parte por qué los fabricantes estadounidenses anunciaron inversiones del orden de los 24.000 millones de dólares en México en los últimos seis años, según cifras del Center for Automotive Research, un grupo de estudio de Michigan. En total, en el 2015 México envió a Estados Unidos 50.500 millones de dólares en vehículos y 51.000 millones de dólares en repuestos, de acuerdo con datos del gobierno.
El sector automotriz de México es más pequeño que el de Estados Unidos, pero crece a un ritmo más acelerado. Se espera que la capacidad de producción de México suba un 49 por ciento y llegue a 5,5 millones de vehículos hacia el 2023, según LMC Automotive, una firma de pronósticos. La capacidad de Estados Unidos subirá un 13% y el país producirá 14,2 millones de autos en ese mismo período.
Pero Trump podría cambiar todo eso. En frecuentes tuits alusivos a la industria automotriz ha propuesto un impuesto del 35 por ciento a los autos importados de México. Eso obliga a los fabricantes a analizar otras opciones.
A principios de enero, Ford anunció sorpresivamente que suspendería la construcción de una planta de 1.600 millones de dólares en México para construir el Focus. Agregó que invertiría 700millones de esos ahorros en una planta en Michigan para fabricar autos eléctricos y autónomos.
Dijo que esa medida fue motivada por una merma en las ventas de autos pequeños, no por Trump. Pero su CEO Fields admitió que la promesa de Trump de reducir los impuestos y eliminar regulaciones a la producción nacional hacía que resultase más atractivo operar en Estados Unidos. Fields aseguró asimismo que no le preocupa la posibilidad de nuevas tarifas.
Otros parecen más nerviosos. El CEO de Fiat Chrysler Sergio Marchionne dijo en una feria automotriz en Detroit que su empresa podría suspender todas sus operaciones en México si las tarifas son demasiado altas.
"Esas plantas fueron pensadas cuando el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) funcionaba bien", expresó. "Es uno de los riesgos que se corre en este negocio".
-Con información de AP