Todo apunta a que esta semana será fundamental para la reforma energética. Según ha trascendido en los medios, hoy mismo se pondrá sobre la mesa el dictamen con los términos precisos sobre los que se va a discutir dicha reforma.
Lo que se ha filtrado es que la propuesta final será mucho más parecida a la presentada por el PAN que a la del Presidente Peña y su partido. Es decir, se buscará una mayor apertura, sobre todo en el sector de hidrocarburos.
Sin embargo, antes de la energética, debe aprobarse la reforma político electoral; que como se sabe es la condición que ha puesto la oposición –en particular el Partido Acción Nacional- para votar favorablemente.
Lo cierto es que el tablero del ajedrez político dio un vuelco con el reciente abandono del Pacto por México por parte del PRD. Si bien seguramente la salida fue concebida como un instrumento de presión hacia los otros partidos, la jugada puede resultarle contraproducente.
La reforma energética saldrá únicamente con los votos del PAN y el PRI –eso lo sabíamos desde el primer momento-. Pero sin la izquierda en la mesa, negociando para “suavizar” el contendido de la reforma, entonces los dos partidos que la van a votar podrán caminar hacia una mayor apertura, que la que hubieran aprobado en caso de estar todavía en PRD en la mesa.
Entonces pareciera que la reforma podría salir mucho peor que lo esperado por la izquierda, pero ésta no va a quedarse quieta. Como ya ha anunciado, cuenta con una verdadera “bomba nuclear” para dinamitar dicho cambio. Me refiero a la posibilidad de convocar a una consulta popular en 2015, para que la ciudadanía se pronuncie sobre el tema.
La reforma no es popular. El petróleo –con razón o sin ella— es uno de los grandes mitos (y tabúes) del nacionalismo revolucionario, todavía muy arraigado entre una parte de los mexicanos. Por tanto, un referéndum puede paralizar toda la reforma.
Lo que nos coloca en el peor de los escenarios: la incertidumbre (o la parálisis) de aquí al 2015. Con una reforma que seguramente se aprobará, pero que estará sujeta a consulta dentro de un año y medio, la apertura y las inversiones no llegarán.
Más allá de las posiciones de cada uno –a favor o en contra de abrir el sector energético-, lo cierto es que la situación de Pemex, y de la CFE y del Gas, y… es un verdadero desastre. No podemos darnos el lujo de seguir como hasta ahora durante los próximos años. Algo hay que hacer, y tenemos que hacerlo de forma urgente.
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