María Rivera
02/11/2023 - 12:01 am
Genocidio
“Respaldar la barbarie genocida del pueblo palestino, exhibe una forma de hipocresía en quienes se dicen ‘civilizados’ y ‘democráticos'”.
No sé si usted, querido lector, esté al tanto de lo que sigue ocurriendo en Gaza. Atentos como hemos estado con la catástrofe ocurrida en Acapulco por el huracán Otis, mucha gente no se ha enterado de la real gravedad de los acontecimientos en Medio Oriente y sus implicaciones para el mundo.
El genocidio que está llevando a cabo Israel del pueblo palestino determinará mucho de lo que ocurra en el futuro. No es una guerra entre países, sino una campaña de limpieza étnica de Israel sobre la población palestina, pobre e inerme, que vive en un apartheid, un gueto o campo de concentración sobrepoblado, del cual es incapaz de escapar o protegerse de los bombardeos masivos.
El objetivo israelí no ha sido detener a los combatientes de Hamas, en uso de su legítima defensa, ni siquiera “aniquilarlos” como sus voceros han dicho (plan de suyo conflictivo, porque Hamas podría, ahora, exigir su derecho a aniquilar al gobierno israelí aduciendo su derecho a la legítima defensa tras las acciones genocidas de Israel), sino masacrar a toda la población de Gaza, mayoritariamente constituida por mujeres y niños, de manera indiscriminada. Tampoco, y esto es obvio ahora, ha sido su prioridad rescatar a sus propios ciudadanos tomados como rehenes, ni garantizar su vida, intercambiándolos por palestinos que están presos en sus cárceles, muchos de ellos sin proceso judicial alguno. No, la locura de Netanyahu solo busca cumplir el delirio religioso y supremacista, de exterminar a sus vecinos, ocupando tierras que no les corresponden.
Ya sea con bombas o cortándoles los suministros básicos como son el agua, la comida, la electricidad, las medicinas, el gobierno Israelí está cometiendo asesinatos masivos en Gaza. Lamentablemente, con la anuencia o complicidad del gobierno norteamericano y de Europa, quienes tendrán que afrontar las consecuencias de su complicidad con actos absolutamente deshonrosos de los valores que dicen sostener, como son la democracia y la defensa de los derechos humanos.
Respaldar la barbarie genocida del pueblo palestino, exhibe una forma de hipocresía en quienes se dicen “civilizados” y “democráticos”, pero en los hechos contribuyen a que Israel cometa crímenes de lesa humanidad, reconocidos por la propia Organización de Naciones Unidas.
El asedio es tal, que el día de hoy los principales hospitales se están quedando, si no se han quedado ya, sin la electricidad necesaria para salvar a bebés que se encuentran en incubadoras, enfermos que requieren terapias intensivas, enfermos que requieren diálisis, heridos graves. La gente está muriendo, a pesar de los esfuerzos sobrehumanos que doctores llevan a cabo con los miles de heridos que llegan a los hospitales y con los pocos recursos que les quedan, especialmente niños y niñas que han sido bombardeados en sus casas y que son encontrados en sus camas, entre piedras.
Médicos pertenecientes a la organización “Médicos Sin Fronteras” que se encuentran en la zona, han denunciado que están en una situación totalmente crítica y que se han visto obligados a realizar operaciones sin anestesia, en niños. Mucha gente ha sido rescatada de los escombros de edificios y llegan severamente heridos. Gente que es sacada por la tenacidad de palestinos que desesperados escarban con sus manos desnudas, entre columnas de concreto, y fierros, sacando a los sobrevivientes y los cuerpos de sus seres queridos. Testimonios de funcionarios de la ONU retratan el horror sin nombre del genocidio, en el que han sido asesinados todo tipo de personas, incluidos los propios trabajadores de la organización. Familias enteras han sido convertidas en blancos militares, por lo que su estirpe ha sido literalmente borrada de la tierra, en días. Veinte miembros de una familia, treinta miembros de otra, cuarenta de una más: muchos niños menores de diez años. Sus propiedades, sus casas, también están siendo demolidas por los bombardeos, lo que le asegura a Israel que no tengan a donde volver, una vez que invadan Gaza y se la apropien.
La familia del corresponsal de la cadena Al Jazeera en Gaza, Wael al Dahdouh fue masacrada mientras él trabajaba: mataron a su esposa y a sus hijos en una casa en el sur, en donde Israel indicó que se trasladaran los civiles “por su seguridad”. Su hijo soñaba con ser periodista como su padre, circulan en internet videos de hace apenas unas semanas. Palestinos que radican en Europa, de un día a otro perdieron a los miembros de toda su familia extendida, exterminada en Gaza. Toda, querido lector: padres, hermanos, tíos abuelos, primos, sobrinos… Todos. Solo ellos quedan en un mar de desolación, sin patria.
Mientras, Chile y Colombia han llamado a sus embajadores en Israel, y Bolivia ha roto relaciones diplomáticas. América Latina, al menos, está demostrando tener no solo independencia, sino sentido de la integridad y el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, acaba de renunciar en protesta por lo que describe como un genocidio “de libro de texto”, mientras acusa a los Estados Unidos, a Reino Unido y gran parte de Europa, como “totalmente cómplices en el horrendo asalto” para que Israel cometa atrocidades.
Lamentablemente, la crueldad y el sadismo de los israelís no parece tener ningún límite. Trágicamente, no hay nadie en el mundo que pueda imponérselo, como debiera ser si es que la justicia internacional, en los hechos, existiera. Hoy resulta trágicamente evidente que no detendrán el genocidio hasta que alcancen su objetivo último y supremacista: aniquilar a la población palestina, expulsar a los sobrevivientes, robarse sus tierras.
Lo increíble, querido lector, o mejor dicho, lo indignante es que la comunidad internacional haya permitido que argumentos totalmente inaceptables e inmorales, dignos del peor nacismo, esgrimidos por Israel, se expresen libremente sin que se les señale como tal. Por ejemplo, la especie de que Israel “avisa” que bombardeará blancos que están expresamente prohibidos por las leyes internacionales, como casas, hospitales, escuelas, campos de refugiados lo que les otorgaría “derecho” para hacerlo; o la más oprobiosa, entre todas, que señala que las masacres de civiles se deben, supuestamente, a que estos son “ escudos humanos” y no al acto, inherentemente criminal, de asesinar deliberadamente a niños y mujeres ¿en qué momento el mundo pudo aceptar tal tergiversación del derecho, tal atrocidad argumentativa, tal retórica fascista y criminal?
Los bombardeos sobre civiles están expresamente prohibidos, esté quien esté detrás, adelante o al lado y quien los comete, comete crímenes de guerra, no hay más. No hay ninguna justificación posible para bombardear un hospital, como amenaza Israel con hacer, y matar miles de civiles heridos, médicos y refugiados. Bajo las leyes internacionales de la guerra, esos son crímenes de lesa humanidad.
Hasta el momento en que escribo esta columna, querido lector, Israel ha asesinado más de tres mil niños palestinos, sí escuchó bien, más de tres mil. La magnitud del oprobio que está ocurriendo, ahora mismo, nos atañe a todos, en todo el mundo. México debería manifestar, enérgica y diplomáticamente, su rechazo al genocidio si es que el presidente López Obrador está bien informado de la tragedia y de sus implicaciones.
Porque tenga por seguro que esta tragedia la historia la registrará, así como a quienes la denunciaron y a quienes decidieron quedarse callados.
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