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Carlos A. Pérez Ricart

02/11/2023 - 12:04 am

¿Qué debe hacer la Cancillería de México con Israel?

“Ante los crímenes de Israel, ¿qué debería hacer México? ¿Cuál debería ser la posición de México?”

Admito que no hay respuesta fácil. La política —nacional e internacional— implica elegir entre inconvenientes. Más todavía: en el diálogo de sordos que produce un conflicto como el que mantienen Israel y Palestina apenas hay espacio para los matices. La pregunta sobre cuál debería ser la posición de la Cancillería de México ante la invasión de Israel a Gaza no tiene una respuesta sencilla.

Empecemos por lo obvio: la reacción del Estado de Israel frente al ataque de Hamas a principios de octubre ha sido desproporcionada. Hace tres semanas, algún observador podría haber sentenciado, sin temor a equivocarse, que la reacción de los primeros días era justificable, incluso necesaria. Ese mismo observador, no necesariamente férreo partidario de la causa palestina, sabe que eso ya no es cierto. Y si no lo dice en voz alta, es improbable que no lo piense. No hay forma de etiquetar como “justificable” o “necesario” lo acontecido las últimas semanas. Cuando escribo estas líneas, la reacción de Israel se parece más a un plan de expansión territorial que a una acción en legítima defensa.

La lista es larga, pero consideremos solo las tres acciones más brutales perpetradas por el Estado de Israel en las últimas semanas: 1) la invasión territorial emprendida hace unos días (énfasis en la palabra invasión); 2) los bombardeos a campos de refugiados y hospitales, varios de ellos acreditados por organismos internacionales; 3) la política de restringir y limitar el acceso de asistencia humanitaria a la Franja de Gaza. A las tres acciones subyace un desdén por el derecho internacional: se ignoran, desoyen y desestiman setenta años de resoluciones, fallos y convenciones. Años y décadas de esfuerzos multilaterales tirados a la basura.

Las cifras varían, pero las más conservadoras estiman que han muerto en Gaza más de ocho mil quinientas personas en tres semanas; en promedio, unas cuatrocientas al día. La mayoría son niños y mujeres. Hay, además, veinte mil heridos. UNICEF etiquetó la franja de Gaza como un “cementerio para niños”. Así, sin más.

Ante los crímenes de Israel, ¿qué debería hacer México? ¿Cuál debería ser la posición de México en un contexto en el que países de América Latina comienzan a llamar a sus embajadores a consulta (Chile y Colombia) o han llegado al extremo de cortar relaciones diplomáticas (Bolivia)?

Para empezar, no estoy seguro que la Cancillería de México deba seguir el camino de Chile, Bolivia y Colombia. Romper relaciones diplomáticas casi nunca ha sido un factor de distensión en conflictos internacionales, acaso lo contrario. Es —qué duda cabe— un acto que refleja convicciones fuertes, pero que raramente ofrece un derrotero para la paz.

Además, quienes desde un sector de la izquierda se manifiestan por romper lazos diplomáticos con Israel, se decantan por una posición que no termina de ponderar los costos políticos —internos y externos— que acarrearía semejante decisión. Sin una decisión regional concertada, ese no es el camino. Por ahora.

¿Qué sí debe hacer México? Exactamente lo que hacen Alicia Bárcena y su equipo desde la Cancillería: enarbolar una política que apueste a una solución integral y definitiva al conflicto. Esto incluye, por supuesto, reconocer el derecho a la legítima defensa de Israel (no podía ser de otro modo) y “condenar inequívocamente” los ataques de Hamas. Sí, pero, también, condenar la ocupación de Palestina, apoyar la consolidación de un Estado palestino política y económicamente viable, llamar al cese al fuego, y respaldar a António Guterres como secretario general de la ONU, funcionario cuya destitución exige Benjamín Netanyahu por atreverse a decir lo que todos sabemos, que los atentados de Hamas “no se produjeron en el vacío” y que resultan de un contexto de “56 años de ocupación sofocante”. El llamado de Bárcena en el sentido de que “aún la guerra tiene reglas” ha sido acertado y no deja lugar a falsas interpretaciones.

En el plano multilateral, es correcta la crítica de México al uso del veto por parte de Estados Unidos, China y Rusia para impedir la acción del Consejo de Seguridad de la ONU. En cuanto a la Asamblea General de la ONU, México ha hecho lo conducente y viable: votar a favor (y en contra del voto de Estados Unidos) de la resolución presentada por Jordania en la que se llame a una tregua humanitaria inmediata y duradera, así como el cese de las hostilidades.

En resumen: la Cancillería hace lo que tiene que hacer. Entiendo que a algún sector de la izquierda le gustaría una política algo más beligerante, quizás más apegada a una ética de la convicción que de la responsabilidad. En el contexto actual, sin embargo, vale más la apuesta por soluciones integrales a largo plazo que primeras planas llena de adjetivos y con consecuencias internas y externas difíciles de prever.

 

*Colaboró en la investigación de esta columna Valentina Carbonell, estudiante de la licenciatura en Ciencia Política y Relaciones Internacionales del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). 

Carlos A. Pérez Ricart
Carlos A. Pérez Ricart es Profesor Investigador del CIDE. Es uno de los integrantes de la Comisión para el Acceso a la Verdad y el Esclarecimiento Histórico (COVeH), 1965-1990. Tiene un doctorado en Ciencias Políticas por la Universidad Libre de Berlín y una licenciatura en Relaciones Internacionales por El Colegio de México. Entre 2017 y 2020 fue docente e investigador posdoctoral en la Universidad de Oxford, Reino Unido.

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