México

De apropiación a la moda

Compañías copian diseños de ropa indígena mexicana y la respuesta es tibia: expertos

02/11/2022 - 8:30 pm

El último caso de apropiación que hizo la casa de moda Ralph Lauren deja ver que, pese a existir una Ley que prohíbe que se tomen las manifestaciones culturales de los pueblos originarios de México, el país puede contar infinidad de historias que evidencian la apropiación cultural, o extractivismo como lo llaman los investigadores, que por años han sufrido las comunidades indígenas mexicanas.

Ciudad de México, 2 de noviembre (SinEmbargo).– Por años, firmas de moda, nacionales e internacionales, se han visto envueltas en diversas polémicas debido a las acusaciones de apropiación cultural, también denominada extracción por algunos expertos, que han hecho de diseños que pertenecen a comunidades indígenas y afrodescendientes en México, y pese a que hay una Ley que prohíbe estos actos, en la práctica se sigue repitiendo sin que haya sanciones duras para las empresas o personas que las realizan.

El último caso de apropiación que hizo la casa de moda Ralph Lauren deja ver que, pese a existir una Ley que prohíbe que se tomen las manifestaciones culturales de los pueblos originarios de México, este tipo de plagios es común. En los últimos años se ha evidenciado de manera más constante, gracias al auge de las redes sociales.

“Hay un antes de las redes sociales y un después, a partir del uso de redes sociales es mucho más fácil rastrear ese tipo de prácticas que son extractivistas de las industrias y de las empresas”, consideró la Doctora Amalia Ramírez Graysar, especialistas en textiles, integrante activa del seminario de Estudios sobre indumentaria y Modas en México (SEIMM), en entrevista para SinEmbargo.

“En los últimos cuatro o cinco años esto se ha venido conociendo más en México, pero eso no quiere decir que sólo en México ocurra, hay muchos otros países que están también teniendo este tipo de procesos, y no sólo son comunidades indígenas que son sujetas a este tipo de extractivismo, sino en general, cualquier trabajo artesanal, cualquier actividad textil-artesanal puede ser sujeto de esta práctica”, comentó

“La industria de la moda tiene muchos siglos de estrategias, ahora nombramos apropiación pero en otras épocas se ha reivindicado como inspiración, como homenaje, como muchas cosas. ¿De qué se vale? Tienen mucho conocimiento de cómo circula, no nada más los objetos textiles, en este caso las prendas de moda, sino como circula la manera de que se nos vuelva apetecible, justamente [con] estos objetos tienen mucha experiencia, conocen muy bien esas prácticas, que están gestionadas por el gusto, y que ellos gestionan justamente. La industria de la moda tiende a gestionar el gusto de los usuarios, eso es su capital más importante, de tal manera que se valen de eso”, acusó.

En tanto, para Luis Mojica, Asesor de Propiedad Intelectual y Privacidad en México y Socio en TMC, las empresas toman estas manifestaciones culturales sin investigar su pertenencia. “Por ejemplo, las formas, los colores de dicha indumentaria que utilizan [las comunidades en México] y muchas veces se apropian sin investigar, tomarse la molestia de ver si existe alguna protección, y muchos de ellos también son patrimonio cultural de estas comunidades”, dijo en entrevista para SinEmbargo.

El pasado 20 de octubre, la escritora e historiadora Beatriz Gutiérrez Müller reclamó a la firma de moda estadounidense Ralph Lauren el supuesto plagio que ésta marca hizo de diseños mexicanos, ya que una fotografía publicada por la también esposa del Presidente Andrés Manuel López Obrador evidencia que entre las prendas que la marca de ropa vende se encuentran algunas que mantienen similitudes con sarapes originario de Contla y Saltillo, Coahuila.

Al acusar el plagio en el que habría incurrido Ralph Lauren, la empresa con sede en Nueva York que sacó a la venta un suéter y una falda con diseños originarios de las comunidades mexicanas, Gutiérrez Müller condenó el hecho y pidió a la marca reconocer y retribuir a las comunidades por los derechos de autor.

“Oye Ralph: ya nos dimos cuenta de que te gustan mucho los diseños mexicanos, sobre todo los que elaboran culturas ancestrales que preservan la tradición textilera. Sin embargo, al tú copiar estos diseños incurres en el plagio, y como sabes, el plagio es ilegal e inmoral. Por lo menos reconócelo. Y ojalá resarzas el daño a las comunidades originarias que hacen ese trabajo con amor y no con fines lucrativos millonarios”, escribió la historiadora en su cuenta de Instagram.

En respuesta a los señalamientos de la esposa del mandatario federal, la empresa envió un comunicado a Gutiérrez Müller y a la Secretaría de Cultura de México, en el que se disculpó, aunque se dijo sorprendida por el presunto plagio, y explicó que el pasado mes de junio anunció que cualquier producto nuevo que presentara “motivos tradicionales de diseño indígena” sería bajo un modelo de crédito y colaboración, pasando su temporada verano 2023.

“Cuando nuestro equipo descubrió hace meses que esto estaba en nuestra cartera de productos, emitimos una directiva severa para eliminar el artículo de todos los canales. Estamos realizando una auditoría urgente para determinar cómo llegó este artículo a un piso de ventas después de esa directiva y asegurarnos de que se elimine de inmediato”, indicó Ralph Lauren.

“Lamentamos profundamente que esto haya sucedido y, como siempre, estamos abiertos al diálogo sobre cómo podemos hacerlo mejor”, agregó la firma estadounidense, misma que detalló que con el fin de expandir el formato a futuro, se encuentra en fase de prueba de un proyecto, a través de su programa Artist in Residence (Artista en Residencia), con el cual “estamos profundizando nuestras capacitaciones obligatorias de concientización cultural y continuando expandiendo nuestro trabajo con las comunidades indígenas”.

Sin embargo, para la Doctora Ramírez Graysar las empresas multinacionales tienen “muchísima experiencia, no son personas concretas, no es una señora que se llama Carolina y un señor que se llama Ralph, es toda un multinacional que tiene abogados, que tiene todo tipo de asesores, saben perfectamente lo que hacen, lo saben, lo han hecho por mucho tiempo”, dijo.

Por su parte, la Secretaria de Cultura, Alejandra Fraustro, agradeció la pronta respuesta de Ralph Lauren, y los invitó a participar el próximo mes en el encuentro anual Original, el cual reúne a artesanas y artesanos de México en la capital.

Aunque desde años antes ha existido una Ley para evitar este tipo de apropiaciones, el pasado 17 de enero se expidió la Ley Federal de Protección del Patrimonio Cultural de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas, con la que el Congreso de México, argumentó, busca que se reconozcan y garanticen los derechos de los pueblos indígenas y afromexicanos del país.

“Reconocer y garantizar el derecho de propiedad de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas sobre los elementos que conforman su patrimonio cultural, sus conocimientos y expresiones culturales tradicionales, así como la propiedad intelectual colectiva respecto de dicho patrimonio” se indicó en la Ley publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF).

En el documento se detalló que se comete apropiación indebida cuando una “persona física o moral nacional o extranjera” toma sin autorización, para sí misma o para un tercero, elementos que formen parte del patrimonio cultural de un pueblo o comunidad, ya sea de origen indígena o afromexicano, y pese a que quienes retomen los diseños originales, argumenten que la creación se inspiró en las “manifestaciones culturales de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas”.

No obstante, para la especialista en textiles esta Ley es insuficiente porque no toma en cuenta a los más afectados en el tema: los artesanos. “El primer problema que yo detecto es que es una Ley de patrimonio indígena, no de trabajo artesanal, porque son dos cosas distintas. La esfera del trabajo artesanal o del trabajo textil-artesanal es una que se puede traslapar con la esfera del patrimonio cultural indígena, pero no son lo mismo, de tal manera que desde ahí está la primera debilidad de la ley, para mí”, dijo.

“Yo cuestiono la idea de que las comunidades son homogéneas, cuando se dice que hay un daño a una comunidad, yo no entiendo muy bien qué es eso, cuando estamos hablando de oficios artesanales, y no todas las personas de una comunidad tienen ese oficio y ese saber hacer y esa experiencia. Colocar en manos de un colectivo tan ubicuo el auténtico patrimonio de personas concretas que está en su haber y que son las encargadas de transmitirlo, tendrían que ser ellas las primeras en ser escuchadas”, agregó.

La Ley también contempla que alguna persona o empresa pueda obtener el consentimiento y la autorización de las comunidades indígenas y afromexicanas para utilizar, aprovechar o comercializar los elementos que conforman su patrimonio cultural, siempre y cuando se determine “una distribución justa y equitativa de beneficios”.

Pero pese a que en la legislación se establecieron multas que van de las dos mil a las 50 mil Unidades de Medida y Actualización (UMA), dependiendo del tipo de falta en el que una empresa o persona haya incurrido, en México no existe precedente alguno en el que las autoridades hayan ejercido acciones penales por algún delito de este tipo.

En este sentido, la especialista en textiles consideró que la Ley ha sido bastante tibia. En primer lugar, porque es difícil ejercer acciones penales cuando se trata de empresas y firmas extranjeras, y, en segundo lugar, cuando se trata de casos nacionales, las autoridades tampoco han llevado ante las instancias juzgadoras a los responsables de estos plagios.

“Lo que sé que más ha ocurrido es el llamado de atención de la instancia que regula la cultura en este país, que es la Secretaría de Cultura, lo que sé que ha pasado, y desde el caso de Carolina Herrera, creo, es pedirle explicaciones y darle información, es decir: ‘Usted ha hecho una cosa muy mala porque daña, porque lastima el patrimonio cultural y simbólico, y el sentido de pertenencia de los textiles’, nada más”, dijo.

Vestidos de Carolina Herrera inspirados en el sarape de Saltillo. CAROLINAHERRERA.COM

“Creo que fueron bastante –las primeras cartas– tibias. Incluso a la diseñadora Marant, del caso de Santa María Tlahuitoltepec, se invitó a que viniera para que conversara con las personas de la comunidad de Santa María Tlahuitoltepec, para que ellas le explicaran lo importante que era ese textil como parte de su identidad cultural”, dijo.

“En mi concepción, como política pública eso es peor que no hacer nada, porque es como dar un mensaje de querer educar a la industria y a mí me parece que esa no es la función de una política pública que busca proteger un patrimonio cultural, incluso a mí me resulta molesto, la última carta que se mandó a Ralph Lauren, quien fue evidenciado por apropiación esta semana, una carta, un llamado a que considere lo importante del textil, y luego la disculpa de la empresa, que se disculpó de una manera que es hasta absurda, al decir ‘perdón, yo no sabía’, cosa que uno dice ‘a la industria no le caben ese tipo de respuestas’, y a la cabeza de la política pública de este país el pedir que se disculpen o el darle explicaciones de por qué es importante, creo yo que no tiene sentido”, consideró.

Pese a que a nivel internacional existen convenciones y declaraciones que tiene el objetivo de proteger la cultura tradicional y popular de los pueblos, las cuales encabeza la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), como la convención para impedir la importación, la exportación y transferencia de propiedad ilícita de bienes culturales, México no ha recurrido a ninguno de estos para impedir que las grandes empresas se sigan apropiando de las manifestaciones culturales de los pueblos originarios del país.

En este sentido, el Asesor de Propiedad Intelectual y Privacidad en México dijo que pese a que existen denuncias, no se han presentado procedimientos en los que las acusaciones hayan derivado en “una sentencia o una resolución que pueda considerarse como cosa juzgada, todavía no”.

En este caso, la Doctora Ramírez Graysar también alude a una falta de “un código de ética”. “Casi todas las industrias carecen de un código de ética, entonces eso lo damos por descartado, se valen de que no tienen que cubrir contenidos éticos en nada de lo que hagan, ni en su cadena de producción ni en la de circulación, mucho menos en el campo de quién obtienen esas iconografías, esos diseños o esas obras, como para crear nuevas líneas de producción”, completó.

Para la especialista en textiles el caso que detonó las denuncias por apropiación cultural en México fue la acusación en redes sociales que hizo Susana Harp, cantante y actual Senadora, en 2015 cuando señaló a la diseñadora francesa Isabel Marant por apropiarse de los bordados de una blusa originaria de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca. En ese mismo año y de este mismo estado, específicamente del Istmo de Tehuantepec, es originaria la iconografía de un huipil típico que la marca italiana M Missoni plagió para varias de sus prendas.

“Quienes han rastreado ese caso se dieron cuenta que hubo otra marca de industria de la moda global que había utilizado prácticamente el mismo diseño, tal parece que a dos empresas, casi simultáneamente, les interesó la blusa bordada de Santa María Tlahuitoltepec. Eso fue hace como unos cuatro o cinco años. A partir de ahí, permitió que los usuarios de redes sociales estuvieran más atentos a casos similares, por lo que en centros comerciales o en boutiques es fácil que tomen fotos de un producto y decir ‘esto se parece a algo que yo conozco, que es de mi región o mi estado’, y entonces se van dando las denuncias”, añadió la especialista.

Uno de los plagios que aún se recuerdan sucedió en 2008, cuando la marca francesa de lujo Hermes copió diversos bordados originarios de Tenango de Doria, Hidalgo, mismos que plasmó en mascadas de seda. La apropiación contra la misma comunidad se ha repetido en varias ocasiones: en 2014, por parte de Pineda Covalín, una marca mexicana que utilizó los mismos diseños de bordados para crear una colección de bolsas. En ese mismo año, la diseñadora neoyorkina Mara Hoffman plagió dichos diseños para utilizarlos en una colección de vestidos y trajes de baño.

En 2015, Nestlé también reprodujo bordados de Tenango de Doria, Hidalgo, otra vez, y los utilizó en una campaña de Chocolate Abuelita; en 2016, Pottery Barn, firma originaria de Estados Unidos, usó los mismos bordados y los plasmó en cojines y cobertores; en 2017, la empresa de modas Mango fabricó suéteres con los bordados, mientras que Yuya, la youtuber mexicana, comenzó a utilizar diseños de la misma comunidad en los empaques de su colección de maquillajes, según información recogida por la Organización Impacto.

En 2018, los mismos diseños hidalguenses fueron utilizados por la indonesa Bartik Amarillis, lo mismo que That’s it, que vendió tenis con los mismos diseños en Liverpool, y que Marks and Spencers, que los utilizó en sábanas; en 2019, la marca española Desigual los plasmó en varias prendas, aunque con un diseño degradado; y la casa de alta moda francesa Louis Vouitton lanzó una colección de sillas en las que figura una que fue decorada con un lienzo con diseños otomíes originarios, también, de Tenango de Doria. En 2020, una nueva colección de la marca Carolina Herrera, llamada Resort 2020, diseñada bajo la dirección creativa de Wes Gordon, incluyó piezas que reprodujeron la iconografía característica de los famosos bordados de Tenango de Doria, Hidalgo.

A mediados de junio de 2019, Alejandra Frausto envió una carta a la casa de la diseñadora venezolana Carolina Herrera acusándola de apropiarse de elementos propios de los artesanos mexicanos. Imagen Ilustrativa. Foto: Crisanta Espinosa Aguilar, Cuartoscuro

También la mundialmente conocida Nike fue acusada de apropiación cultural en 2016, luego de que estampó tenis con iconografía de origen huichol, mismo año en que Rapsodia, de Argentina, plagió bordados de artesanas de San Antonino Castillo de Velasco, Oaxaca, para utilizarlos en vestidos y blusas.

En 2017, Intropia, marca española, plagió el huipil tradicional de San Juan Bautista Tlacoatzintepec, Oaxaca, para crear un vestido. Mientras que Madewell imitó brocados de San Andrés Larrainzar, Chiapas, para el estampado de una blusa. La española Zara, de grupo Inditex, plagió bordados de Aguacatenango, Chiapas, para una blusa-chaleco, lo que repitió en 2018, pero ahora para plasmarlos en una chamarra.

La casa francesa Dior utilizó diseños de macramé de artesanas de San Juan, Chamula, Chiapas, para crear bolsos y pulseras en 2018, año en que también la estadounidense Forever 21 utilizó iconografía de prendas de San Gabriel Chilac, Puebla, para blusas con bordado industrial. La indonesa Bartik Amarillis usó, junto con los de Hidalgo, bordados originarios de Santiago Yaitepec, Oaxaca. Además, la británica Star Mela utilizó diseños de bordados de las comunidades de Aguacatenango y San Juan Chamulla, Chiapas.

Para 2019, una supuesta empresa de maquila que comercializa bajo el nombre de Somya, fue señalada por poner a la venta en tiendas de autoservicio unas blusas de tela comercial color amarillo con bordado industrial copiado de la iconografía tradicional de la blusa de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca, según el recuento que elaboró la Organización Impacto.

Ese mismo año, la diseñadora estadounidense J Marie Collections reprodujo la iconografía de las blusas tradicionales de San Antonino Castillo de Velasco, Oaxaca, nuevamente, las cual plasmó en prendas muy parecidas a las originales, y la presentó como inspiración de la San Miguel de Allende, Guanajuato. La diseñadora también ha sido señalada por ofertar en su tienda en línea blusas, faldas y vestidos con bordados industriales que reproducen la iconografía de los huipiles de San Felipe Jalapa de Díaz, Oaxaca, así como un modelo de blusa con corte e iconografía de San Vicente Coatlan, Oaxaca.

En 2021, se evidenció a la empresa española Oysho por vender una bolsa que tiene el mismo diseño que la Bolsa Hamaca de San Andrés Larráinzar, Chiapas.

La artesanía textil de Tenango de Doria, Hidalgo, es reconocida por especialistas nacionales y extranjeros. Foto: Especial

El pasado mes de agosto de 2022, un grupo de artesanas de Oaxaca se manifestaron en la capital del estado para protestar contra Ivette Morán, presidenta del DIF estatal y esposa del Gobernador Alejandro Murat, a quien acusaron de apropiarse de los diseños que ellas bordan de manera tradicional.

“Ivette, despojaste y robaste los diseños de las artesanas de Oaxaca”, “Ivette, convertiste nuestra cultura en moda chafa para tus amigas” e “Ivette entiende la artesana no se deja” fueron algunas de las consignas utilizadas por las artesanas para vocear su indignación frente al plagio de la funcionaria.

Ante toda esta historia de plagios que han sufrido diversos pueblos originarios de México, los especialistas consultados coincidieron en la importancia de hacer del conocimiento de los afectados, principalmente, y difundir los derechos con los que cuentan para evitar futuros actos de apropiación cultural, así como de acciones legales más duras por parte del Gobierno de México.

“El Gobierno con políticas públicas, eso es claro, una de las cosas curiosas es que no hay una ley que proteja a los oficios artesanales o a los productores que tienen oficios artesanales, de ningún tipo, hay una ley que tiene que ver con el patrimonio cultural de los pueblos indígenas y afromexicanos pero no sobre una forma de trabajo que es importantísima en este país, así de incongruente es”, opinó la Doctora Ramírez Graysar.

“No hay regulaciones y las políticas públicas que se aplican desde el Gobierno federal, hay dependencias como el Fonart y todas las variantes en los estados, incluso en municipios, yo cuestiono esas líneas de atención que tienen como políticas públicas, porque desde mi punto de vista, requieren actualizarse, en la historia de estas dependencias hubo una serie de motivos para su creación, y procesos para sus ejecuciones, pero yo cuestiono cómo se aplican actualmente, me parece que habría de revisarlas para alcanzar las dinámicas contemporáneas de esa producción artesanal”, añadió

Por su parte Mojica, explicó que son las instancias gubernamentales las que pueden ejercer acciones. “A través de las instituciones, del INBA, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, manteniendo una vigilancia y monitoreos sobre el patrimonio cultural que existe en México. México lo ha hecho como lo ha hecho el Gobierno actual, por ejemplo, no es lo mismo, pero en analogía a lo que podría ser todo el saqueo de piezas arqueológicas, que en muchas colecciones privadas en Europa tienen de manera ilegal, que se han robado, digámoslo así, México le da seguimiento a eso, pero muchas otras ni siquiera se denuncian o ni siquiera se conocen. Yo creo que habría que ver qué más acciones, si tiene el Gobierno un plan de acción concreto para este tipo de casos”, explicó.

Asimismo, agregó, que como sociedad se debe “tomar conciencia sobre esto y difundirlo, de tal manera que la sociedad sepa de qué estamos hablando, que son bienes propiedad de todos, que representan a México en el exterior y de manera conjunta con la sociedad civil, el Gobierno y la iniciativa privada se tengan programas de difusión y de conocimiento de este patrimonio que muchas veces la gente no tiene ni la menor idea ni siquiera de que existen, entonces yo creo que eso como primer punto es importante para poder después pensar en cómo protegerlo”.

Por último, la especialista en textiles destacó que el racismo juega un papel importante en el tema, y que se debe erradicar para dejar de apreciar como “inferior ese trabajo, como menor esas obras, esas mercancías, cómo menos importantes”, y en eso, agregó, deben participar todos. “Desde las escuelas y las universidades formamos en ello, pero no todo mundo accede a la universidad, entonces una de las cosas que tendrían que tener las políticas públicas es eso justamente, formar a la sociedad”.

“Erradicar el racismo. La base de todo esto es el racismo, la base de que una industria diga ‘me apropio, cometo extractivismo’, o una diseñadora mexicana, desde mi punto de vista, es el racismo, y muchos de sus correlatos, como la folklorización, como ese aprecio pero sesgado a ciertos elementos de las culturas indígenas, aquellos que sí vienen a mi manera de entender el cuerpo, a mi manera de entender los objetos como mercancías, el glamour, eso es racismo”, concluyó.

Nora Nancy Gaspar Resendiz
Comunicóloga por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Busca ejercer un periodismo libre, crítico y con responsabilidad social. Actualmente es parte de la Unidad de Investigación y Multimedia de SinEmbargo.
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