Este estudio, destacaron los expertos, demuestra que al combinar los resultados de pruebas serológicas y los datos sobre defunciones se pueden establecer tendencias en la transmisión y tasas de mortalidad de la COVID-19.
Dublín, 2 de noviembre (EFE).- El riesgo de que una infección por el coronavirus SARS-CoV-2 provoque un fallecimiento entre grupos de edad menores de 65 años es bastante similar en todos los países, pero para individuos más mayores, el riesgo relativo varía considerablemente, según revela un estudio publicado este lunes por la revista Nature.
La investigación, liderada por expertos de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), diseñó un nuevo modelo de análisis con el que siguió de cerca los niveles de transmisión y gravedad de la COVID-19.
Se trata, destacan los autores en un comunicado, de una herramienta que puede ser muy útil para adoptar respuestas ante la pandemia, aunque advierten de que aún plantea desafíos debido a la inconsistencia de los datos disponibles, que varían dependiendo del lugar donde ocurra un brote.
Our analysis on age-specific mortality and immunity patterns of SARS-CoV-2 has now been published @nature. We look at COVID-19 death data in 45 countries and 22 serostudies to investigate the consistency of infection & fatality patterns across countries https://t.co/KLYR7XrFo8
— Megan O'Driscoll (@meganodris) November 2, 2020
En las residencias de ancianos, por ejemplo, se han registrado "niveles de transmisión anormalmente altos" comparados con los detectados en la población general, explicaron los expertos.
Asimismo, las pruebas serológicas, que estiman el porcentaje de individuos que tienen anticuerpos contra el SARS-CoV-2 en una determinada población, pueden ofrecer datos diferentes dependiendo de la capacidad para realizar tests.
Para establecer patrones de infección y mortalidad, los investigadores introdujeron en su modelo de análisis datos de muertes provocadas por la COVID procedentes de 45 países y resultados de 22 estudios serológicos efectuados a nivel nacional.
Así pudieron ofrecer una estimación de la tasa de mortalidad por infección -la proporción de personas infectadas por el virus que es probable que muera-, que, a su vez, puede usarse para comparar los fallecimientos notificados y los previstos.
Según sus resultados, el riesgo relativo de muerte entre los grupos de menores de 65 años es "consistente" en todos los países, siendo el más bajo en el de edades comprendidas entre los cinco y nueve años, con una tasa de mortalidad por infección que aumenta el 0.59 por ciento por cada cinco años de envejecimiento.
También detectaron que el número de muertes entre los mayores de 65 años en los 45 países analizados (una medida que establece un factor de riesgo para muertes relacionadas con la COVID) es sustancialmente más alto de lo esperado.
Por otra parte, estimaron el número de muertes esperadas para mayores de 65 años en un contexto de ausencia de transmisión en residencias de ancianos.
Después, compararon esas predicciones con datos de muertes notificadas en ese grupo de edad, con lo que identificaron disparidades entre diferentes países.
En Sudamérica, por ejemplo, se contabilizó un número menor de fallecimientos notificados entre los mayores de 65 años, si bien los autores lo atribuyen a que, probablemente, las autoridades aportan menos datos al respecto.
"Mientras, en la mayoría de los países europeos, el número de muertes notificadas entre los mayores de 65 años es más alto de lo esperado, como resultado de los numerosos brotes que se producen en residencias", precisaron.
Este estudio, destacaron, demuestra que al combinar los resultados de pruebas serológicas y los datos sobre defunciones se pueden establecer tendencias en la transmisión y tasas de mortalidad de la COVID-19.
"Estos modelos de estimación de tasas de infección pueden ayudar a identificar los países en los que puede darse un exceso de muertes en poblaciones vulnerables", concluyeron los expertos.