El proceso electoral del 1 de julio y el periodo de transición del Gobierno de Enrique Peña Nieto al de Andrés Manuel López Obrador es el que más “muertos” ha dejado a su paso en la historia, dicen analistas políticos consultados por SinEmbargo.
Se trata de una transición inédita en donde el Presidente electo ha buscado ganar tiempo y demostrar a sus electores que a partir del 1 de diciembre se instalará un cambio en el país. Pero un cementerio se alza a su paso: la cancelación de la obra de infraestructura más importante del Gobierno que está por salir, el Nuevo Aeropuerto Internacional de México; el anuncio de la abrogación de la Reforma Educativa; la eliminación de delegados federales en los estados y las pensiones para los ex presidentes, así como el fin del Estado Mayor Presidencial, del avión presidencial y hasta de Los Pinos como residencia oficial.
Luego de la aplastante victoria de López Obrador y su partido Movimiento Regeneración Nacional, actores políticos que fueron clave durante el sexenio peñista, como Luis Videgaray Caso y Aurelio Nuño Mayer, se han ido a la sombra junto con el mismo priista Enrique Peña Nieto, quien pareciera que cedió por completo el poder al Presidente electo desde el día de la victoria del tabasqueño.
Ciudad de México, 2 de noviembre (SinEmbargo).– El proceso electoral del 1 de julio y el periodo de transición del Gobierno de Enrique Peña Nieto al de Andrés Manuel López Obrador han dejado a su paso “muertos” como nunca antes se había visto, por la prisa del tabasqueño de ganar tiempo y enviar mensajes a la población a través de símbolos importantes para los mexicanos, dijeron analistas políticos a SinEmbargo.
Y aunque en política no se puede dar a nadie por “muerto”, es evidente que hay actores políticos a los que les será difícil levantarse después del golpe recibido en las urnas en los comicios de este año.
“Tendría reservas en dar por muerto a nadie. Yo empezaría recordando quizás que después de 2006 y 2012 muchos dieron por muerto a López Obrador y él es un ejemplo de resurrección […], los muertos son los intereses políticos; los que creían que los ex presidentes deben tener una pensión, los que creían que los presidentes deben ser cuidados por el Estado Mayor Presidencial, los políticos que creían que México necesitaba un aeropuerto en Texcoco”, dijo Nicolás Loza Otero, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
Loza Otero reconoció que durante los últimos cuatro meses hay políticos como Ricardo Anaya Cortés, ex candidato a la Presidencia de la República que se han “encogido”, partidos como el Partido Encuentro Social (PES) y Partido Nueva Alianza (Panal) que perdieron su registro, y proyectos importantes como el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) que han recibido su acta de defunción aún antes de que López Obrador asuma el poder.
“Digamos que Ricardo Anaya Cortés es el primer ‘muerto’. Un político aparentemente ‘muerto’, que no sabemos si a largo plazo este encogimiento no vaya a ser mejor para él, pero ahorita está completamente desaparecido de la esfera pública. Muy distinto a lo que sucedió con José Antonio Meade que no sólo llamó a López Obrador, sino que lo visitó en su casa luego de los resultados electorales. De hecho a Anaya y a Meade les pasó lo inverso que a sus partidos políticos: el PRI [Partido Revolucionarios Institucional] termina desfondado con la elección, muy probablemente ‘muerto’ y más pequeño para las siguientes elecciones, mientras que el PAN [Partido Acción Nacional] quizás hoy sea lo pequeño que lo vamos a ver”, explicó.
A la lista de políticos que han desaparecido de la escena política después del 1 de julio se suman el ex Senador panista Ernesto Cordero Arroyo, quien luego el proceso electoral anunció su retiro de la vida pública en medio del escándalo por autorizar bonos millonarios para los legisladores.
SinEmbargo solicitó en septiembre una entrevista con Cordero a través del que fuera parte de su equipo de prensa y se informó que el ex legislador estaba totalmente inmerso en asuntos personales y alejado de la política.
En la cancha del PRI se encuentra Luis Videgaray Caso, el hasta ahora Canciller mexicano y uno de los principales actores durante el sexenio que está por concluir. Amigo personal de Peña Nieto anunció su retiro de la vida pública en diciembre pasado, luego de que llegó a ser uno de los hombres más perfilados para quedarse con la candidatura presidencial para las elecciones de este año.
Aurelio Nuño Mayer, el ex Secretario de Educación Pública que tuvo en sus manos la implementación de la naciente Reforma Educativa y una confrontación permanente con los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), fue el coordinador de campaña de José Antonio Meade y no logró ninguna postulación a algún cargo de elección popular ni a ninguna curul plurinominal.
EPN: EL PRESIDENTE QUE CEDIÓ SU LUGAR
Pero para los analistas el político que quedó completamente anulado después del 1 de julio es el mismo Enrique Peña Nieto pues, dijeron, el Presidente de la República cedió por completo su lugar al todavía Presidente electo López Obrador dando pie a que el tabasqueño pudiera llevar a cabo todas las acciones que hasta el momento ha realizado durante el periodo de transición.
“Hemos tenido un Presidente de la República que desapareció. Nunca antes habíamos tenido un Presidente que, a pesar de que tenía un proyecto bien pensando como las reformas estructurales, desapareciera por completo después del periodo electoral. Pero la obra de su sexenio no eran las reformas, era el aeropuerto y ya está finiquitado. Simplemente Peña Nieto se dejó de interesar hasta en su propio partido”, consideró Salvador Mora Velázquez, politólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La ausencia del aún Presidente de la República y el bombardeo de acciones y anuncios del Presidente electo en un aparente Gobierno paralelo, forma parte de un periodo de transición complemente atípico, explicó Virgilio Bravo Peralta, director del Centro de Negociación, Mediación, Conciliación y Arbitraje (CENCA) del Instituto Internacional de Estudios de Derecho y Jurisprudencia.
“Por un lado vemos todo este fenómeno de la desaparición de la escena pública del Presidente en funciones. Vivimos una transición muy larga, un desgaste, incluso para el próximo Gobierno de López Obrador, por este coctel que es un caldo de cultivo en nuestro país: una sociedad cada vez más impaciente de resultados y una clase política corrupta hasta el tuétano. El PRI en este Gobierno vino por el dinero y Morena viene por el poder. Estamos viendo momentos muy atípicos; el 1 de diciembre el Presidente marcará mucho la pauta en base a este ejercicio de transición”, argumentó.
El proceso electoral también dejó algunos políticos huérfanos luego de que sus partidos pedieran el registro, como ocurrió con el PES y el PANAL, o como el Partido de la Revolución Democrática (PRD) que se encuentra en “terapia intensiva”.
“Aunque el PRD ha quedado reducido a la nada y la migración de sus dirigentes y votantes ha sido la más fuerte, es el embrión del propio Morena [Movimiento Regeneración Nacional], finamente es un partido que tiene un registro e identidad entre los electores. El elector lo sigue viendo donde lo veía hace seis años, pero sin López Obrador. Una vez que López Obrador sea Gobierno, es más fácil que llene el lugar de la oposición de izquierda que el PT [Partido del Trabajo]. Entonces no es que sea una muerte definitiva; es una muerte provisional. En el caso de los partidos que perdieron su registro, sus políticos siguen ahí, no sabemos si buscarán que sus partidos recuperen el registro, se unirán a otros partidos o fundarán uno nuevo, pero ahí están”, explicó Loza Otero.
LOS OTROS “MUERTOS” DE LA TRANSICION
A la par de los actores políticos, durante el proceso de transición López Obrador ha anunciado la desaparición no sólo de puestos federales –como los delegados estatales que se verán reducidos–, la derogación de una de las reformas estructurales de Peña Nieto (la Educativa) y la eliminación de las pensiones para los ex presidentes, sino de obras importantes como el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) que justo durante esta semana generó la crisis más grande del periodo.
Luego de convocar a una Consulta Nacional y de que con una participación de menos del 2 por ciento del padrón los mexicanos se decantaran por la construcción de dos pistas en el Aeropuerto de Santa Lucía y rechazarán la construcción en Texcoco, el Presidente electo anunció la cancelación de la obra más importante de Peña Nieto.
El tabasqueño también anunció cambios, que aunque en materia económica no son tan impactantes como la cancelación del NAIM, pero están plagados de símbolos como el renunciar a los servicios del Estado Mayor Presidencial, a utilizar el avión presidencial, volar en aerolíneas comerciales y a convertir a la Residencia Oficial de Los Pinos en un museo.
“Estos cambios se refieren a símbolos que son importantes y bien identificados por los mexicanos. El Estado Mayor Presidencial es un símbolo: esta imagen del Presidente llegando a algún sitio con un gran aparato de seguridad. El costo del avión presidencial es un símbolo. Derribar el símbolo y una de las políticas más importantes de Peña Nieto como lo es la Reforma Educativa, es un símbolo que comunica mucho a las personas. Hay símbolos que tendrán poco impacto en el presupuesto, pero que suelen comunicar bastante bien como salirse de Los Pinos e irse a vivir a Palacio Nacional”, explicó Iván Iturbe Carbajal, investigador de la Universidad Iberoamericana.
Para el analista Salvador Mora la consulta realizada para decidir el destino del NAIM dejó “difuntos” a los procedimientos de la Ley Federal de Consulta Popular, mientras que para Nicolás Loza la misma democracia quedó en entredicho con el ejercicio.
“Cuando López Obrador dice: ‘váyanse acostumbrando, esto es democracia, para eso es la democracia’, se entiende que el tipo de elecciones de un régimen representativo organizadas por el INE [Instituto Nacional Electoral] no le parecen satisfactorias. Está enterrando la idea de organización del Estado. En la consulta participó menos del 2 por ciento del padrón y a partir de ahí decidió. Esto es simbólico porque nos está diciendo qué es para él la democracia. Si para él esto es democracia, es una muy mala noticia, porque se aclama la figura de un líder y queda en un segundo plano quién lo organiza, dónde, cómo y cuánta gente participa”, argumentó Loza Otero.
Y la prisa de López Obrador por mostrar resultados a sus electores obedece, de acuerdo con Virgilio Bravo Peralta, a que “no quiere dejar ningún espacio vacío”.
“No quiere darle la oportunidad a la oposición de que se levante. Está ejerciendo el poder y va a ocupar todos los vacíos que dejen los demás, toda la efervescencia que estamos viendo en el legislativo obedece a eso”, consideró.
Iván Iturbe agregó: “López Obrador tiene una gran ambición en el buen sentido: quiere dejar huella y marca y no quiere desaprovechar una semana, un día, después de haber ganado la elección y tener el Poder Legislativo y próximamente el Ejecutivo. Quiere comunicar un Gobierno diferente, en poco tiempo”.