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Tomás Calvillo Unna

02/10/2024 - 12:04 am

Rescatar el asombro de lo incierto

“Esa humedad de la dicha: la fértil lágrima del encuentro”.

“El rostro de la tormenta”. Pintura: Tomás Calvillo Unna

 

I

En la bisagra

de lo visible y lo invisible palpita la vida:

la revelación de esa frescura de estar y ser,

la expresión pura

en los entretelones de las tareas,

sin jerarquía alguna.

El sutil conocimiento de no poseer

y su contundencia:

la radiografía de la fugacidad.

Y una y otra vez sin reparo,

el ejercicio cotidiano de la anhelada armonía:

su fluir,

más allá de incertidumbres y descalabros.

II

Hay que ganarle a la noticia

a su maltrato y heridas,

a sus gases lacrimógenos

que no cesan ni de día, ni de noche.

Esa atmósfera que nos adhiere

a los estallidos en cadena

de una sociología que se desvanece,

una y otra vez ante la ausencia de su sentido;

arrinconada e ignorada por el buscado éxito

de la acumulación advertida hace milenios

en las sombras convertidas en tumbas

de las estatuas de sal;

las arenas movedizas de los poderes,

crueles espejismos

del consabido trágico teatro de la historia.

III

El aturdimiento empoderado de lo inmediato

que pretende ignorar las raíces

y el vasto paisaje que nos habita.

Si tan solo lográramos percibir la presencia

unos segundos,

en la hondura de la nada;

sin donde asirse,

sin el aplauso siquiera

de la misma existencia.

Con los rótulos rotos del porvenir

sin temor alguno a la extinción;

en ese péndulo de la respiración

que conserva el secreto más preciado

en la plenitud de su desnudez.

IV

El descubrimiento de los afectos

sin argumentos que discernir.

El retorno

de la olvidada disciplina del sentimiento;

la creación más depurada de los sentidos,

esculpidos en el taller nocturno

de nuestros anhelos.

La sabia pausa de los párpados

en la secuencia de la luz y la oscuridad,

como si pudieran guardar al mismo mundo

por segundos minutos horas,

y la palabra bendición les perteneciera.

Esa humedad de la dicha:

la fértil lágrima del encuentro,

la vida que se reconoce a sí misma,

sin más.

 

Rendija: Si se trata del destino del país, la lealtad debe ser con México, con nadie más. Cuando el mundo se desgaja (o transmuta) la cohesión es un imperativo. La palabra es la llave para abrir el camino del entendimiento. Los anhelos pueden convertirse en pasos certeros si se siembra confianza para extinguir el veneno de la mentira, que tarde o temprano intoxica y daña el nombrado tejido social.

La diplomacia interior y exterior van de la mano hoy en día, atajar la velocidad en política, implica dejar de gritar e imponer. La complejidad exige profundidad, paciencia y eficiencia.

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