Al ser cuestionadas por la responsabilidad del Estado al tratarse de una política pública, dos de las autoras compartieron a SinEmbargo que México enfrenta una presión internacional puesto que el porcentaje de cesáreas en el país es más del 45 por ciento, mientras que el recomendado y clínicamente comprobado es de máximo 15 por ciento.
Ciudad de México, 2 de septiembre (SinEmbargo).– El término de violencia obstétrica no existía hasta que en 2014 lo dio a conocer la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque fue hasta 2019 que la ONU lo definió como todos aquellos maltratos físicos, psicológicos, verbales o de omisión, que reciben todas las mujeres por parte del sector salud en la etapa del embarazo, parto y postparto.
¿Pero cómo identificar cuáles son las conductas que conllevan este tipo de violencia? Esta es una de las cuestiones que se esclarecen en Violencia obstétrica (Aguilar), un texto armado por criminólogas, asesoras de maternidad, psicólogas e investigadoras que profundizan en el temas a través de testimonios de las autoras, como madres, y diversas entrevistas.
“El gran problema que engloba la violencia obstétrica es que muchas de nosotras desconocemos qué es, es más, ni siquiera el término nos es familiar. Si tú lo comentas con tu círculo más cercano, seguramente la mayoría de las personas van a preguntar ‘¿qué es violencia obstétrica?’ porque es un término nuevo que apenas va siendo reconocido normativamente, cuando menos en México, y que es ajeno a todas y a todos”, expuso en entrevista con SinEmbargo Nadia Choreño Rodríguez, una de las autoras que es madre, feminista y abogada, y quien ha dedicado su actividad profesional en estos últimos años al derecho electoral y a la defensa de los derechos de las mujeres y de la niñez.
En la misma plática, Berenice Reyes Beltrán, mamá, educadora perinatal, doula y consultora de porteo, explicó que “tanto los actos que te lastiman emocional, física, verbal, ponen en riesgo tu vida o aquella omisión de atención son violencia obstétrica”.
“Tan es violencia obstétrica que te intervengan de más, te medicalicen de más, como es violencia obstétrica que no te permitan acceder al derecho del servicio de la salud, y algunas violencias las identificamos fáciles porque nos molestan, como cuando llegas al hospital y te dicen ‘ay, ya estás muy gorda’ o ‘¡ay, cállate! No te quejes’ y dices ‘ay, que grosera’, pero no le ponemos ese nombre de ‘violencia obstétrica’, y empiezan con cosas muy sutiles como esas, y pueden ir avanzando a prácticas a las que de repente podrían confundirse con una mal praxis, que en realidad lo es, pero que estando en la etapa de la vida de la mujer, cae dentro de la definición de ‘violencia obstétrica’”, añadió Reyes.
De acuerdo con el libro, el 25 por ciento de las mujeres han sufrido trato deshumanizado durante el embarazo, no obstante Nadia Choreño apuntó durante la plática con este medio que el problema va más allá de una cifra.
En este sentido, compartió que un ejercicio de realidad que se puede llevar a cabo es preguntar a las mujeres más cercanas de nuestro círculo si, en su momento, llegaron a recibir un trato indigno por parte del personal del sector salud.
Y abundó que, desde su perspectiva, la violencia obstétrica se puede deber a tres factores: una violencia invisibilizada, que la mayor parte de la sociedad creció en un sistema patriarcal y que “estamos en un país en el que la corrupción permea todos los ámbitos, entre estos el sector salud y muchas veces en el sector privado el problema no es la falta de insumos, de hospitales o de infraestructuras, sino una falta de ética profesional que hace que te programen una cesárea porque implica un cobro adicional para el hospital y para el médico”.
“Biológicamente, y lo tratamos en el libro, las mujeres estamos hechas para vivir todos estos procesos con placer, la naturaleza se encarga de que todos los procesos que aseguren que la especie continúe, sean placenteros, como es alimentarse, como es reproducirse, por ejemplo. Creo que es súper importante regresar este poder a la mujer, abriendo este diálogo de que no es normal sufrir, de que no es normal vivirlo y, que además tiene su oportunidad de entablar una conversación con tu médico, de humanizar un poco más a los doctores, creo que los doctores también tienen una tarea muy compleja, porque la atención que brindan, en especial los del sector salud de repente es parte de su práctica deshumanizarse para apurarse y atender más”, replicó Reyes Beltrán.
Al ser cuestionadas por la responsabilidad del Estado al tratarse de una política pública, las autoras compartieron que México enfrenta una presión internacional puesto que el porcentaje de cesáreas en el país es más del 45 por ciento, mientras que el recomendado y clínicamente comprobado es de máximo 15 por ciento.
Por su parte, Choreño explicó que para empezar a combatir el problema se requieren de políticas públicas que tengan como objetivo mejorar el servicio médico y las infraestructuras que éste requiere para poder mejorar el trato no sólo hacia las mujeres sino a toda la ciudadanía.
“Sí es un problema complicado, de hecho viene desde la base, es reciente que se haya creado el concepto de ‘violencia obstétrica’ en diferentes normativas en el país, no está regulado en todos lados. Hay una falta de desinformación sobre cómo se puede denunciar y, ahí también tiene que haber mucha capacitación tanto para las personas que atienden a las mujeres al momento de la denuncia como para el sector médico para que cambien estos protocolos y empiece a tener una visión diferente respecto a la atención hacia las mujeres”.
Finalmente, Berenice Reyes compartió que para hacerle frente al problema de la violencia obstétrica no se necesitan sólo módulos para denunciar, puesto que la raíz de éste es la educación y la falta de acceso a la información.
“La mayoría de las mujeres atendidas en los servicios de salud pública son embarazos adolescentes, entonces tenemos un problema doble, no sólo la atención médica sino que son básicamente niñas las que están llegando embarazadas. Eso nos habla muchísimo de un problema de educación muy serio, de un problema de acceso a la información, de una falta enorme de conocimiento de tus derechos sexuales y reproductivos, y luego, por supuesto, de que no tienes al alcance métodos de prevención y de cuidado”.
“Idealmente no debiera por qué haber denuncias porque la violencia obstétrica no debería existir, pero tristemente creo que ahora sería trabajar en reversa, visibilizar lo que ya hay […] lo ideal sería prevenir todo, llenarnos de información y no llegar a esas instancias, pero si ya viviste algo compártelo, si alguien te lo comparte, no lo normalices y entonces sí, busquemos hacer algo aunque no haya un kiosko en cada hospital, no necesitamos eso para cada una ir y levantar la voz”, concluyó.