No hay antecedentes de la aplicación de toques de queda en La Habana en las últimas décadas, ni siquiera en los momentos de mayor tensión política con Estados Unidos.
Por Andrea Rodríguez
LA HABANA (AP).— Las puertas y ventanas abiertas para combatir el calor, por lo general dejan escapar música hacia las bulliciosas calles de La Habana, que la noche del martes lucieron desiertas y sumidas en el silencio del toque de queda impuesto por las autoridades con el objetivo de combatir un rebrote del nuevo coronavirus.
El Gobierno cubano puso en marcha en la capital una serie de estrictas medidas por 15 días para acabar con la propagación de bajo nivel, pero persistente, de COVID-19.
Desde las siete de la noche hasta las cinco de la mañana no podrá circular ningún automóvil ni transeúnte por la ciudad, de acuerdo con las nuevas medidas del Gobierno. Además, la urbe estará “cerrada” hacia otras provincias en cualquier horario y se instalarán puntos de control para evitar movimientos.
Un recorrido de The Associated Press autorizado por la capital mostró el acatamiento de la disposición y las desiertas avenidas de la ciudad, hogar de dos millones de personas.
Según las medidas en vigor, además, los comercios no pueden vender a personas que no sean vecinos de cada municipio —La Habana tiene 15— y deben operar sólo hasta las cuatro de la tarde. También se volvió a limitar la asistencia de personas a los puestos de trabajo no esenciales, que habían comenzado a retornar con una relativa flexibilización en julio.
Los infractores recibirán multas de tres mil pesos cubanos (unos 150 dólares) o se enfrentarán a los tribunales. Varias sanciones se impusieron en las primeras horas del toque de queda, según medios noticiosos locales.
También se pararon miles de vehículos de la flota estatal en un país en el que los carros de las entidades son tan o mas numerosos que los de propiedad personal y sirven para mover a personas a centros de trabajo o realizar gestiones. Mientras, se solicitó a los particulares evitar circular en el horario diurno.
En La Habana y otras cinco pequeñas localidades del interior con problemas de contagio local no comenzaron las clases, por lo que 355 mil estudiantes -del 1.7 millón de matriculados en todo el país que sí lo hicieron este 1 de septiembre- se quedarán en casa por dos semanas, aunque se ofrecerán clases remotas para no rezagarse con el resto del país.
Tampoco opera el transporte público y para las salidas es obligatorio el uso de cubrebocas.
En las calles de La Habana el paquete de restricciones fue bien recibido.
“Sí están buenas las medidas porque aquí muchas personas no hacen caso de la orientación de los médicos", dijo Rosa Rojas, una ama de casa de 80 años. “Hay quien está en la calle por gusto, tomando ron o en los parques sin ponerse los nasobucos (mascarillas)”.
En todo caso, las críticas se centraron en las dificultades del Gobierno para garantizar el abasto a la población que genera amontonamientos y rompe con el distanciamiento social.
“La causa es buena, erradicar todo esto, pero al final no se terminan con las colas", reflexionó Josuel Suárez, un ingeniero de 26 años.
Las medidas se sumaron a las de ámbito nacional que se mantienen, como la cancelación de los vuelos comerciales o restricciones al turismo.
Las otras provincias del país continuarán en su fase de flexibilización de la cuarentena, pues algunas de ellas llevan meses sin reportar casos y las autoridades esperan que la COVID-19 no se extienda.
“Necesitamos que, a nivel de cuadra, de circunscripción, de consejo popular y de municipio, que es a donde se resuelve esto, haya un acompañamiento a las medidas, que por haberlas declarado por sí solas no se cumplen”, dijo el Presidente Miguel Díaz-Canel sobre la situación de La Habana en una reunión reportada por medios de prensa oficiales en la víspera.
Después del inicio de la pandemia en marzo y un primer pico en abril y mayo, Cuba llegó a reportar una jornada de cero contagios, por lo que en julio se produjo una flexibilización y posterior rebrote.
Este martes el director de Epidemiología de la isla, Francisco Durán, informó que se habían detectado 33 nuevos positivos de COVID-19 para un acumulado de cuatro mil 065 y 95 muertos --uno en esta jornada--. Hay 573 casos activos.
“Vamos a exigir con mucho rigor para que nuestro país exhiba los resultados que se merece”, manifestó Durán.
Cuba se enorgulleció de su extenso sistema de salud primaria gratuita y universal que, a través de un estricto aislamiento de los casos y un chequeo casa por casa logró contener el colapso de sus instituciones y los altos índices de mortalidad por COVID-19.
No hay antecedentes de la aplicación de toques de queda en La Habana en las últimas décadas, ni siquiera en los momentos de mayor tensión política con Estados Unidos.
“No tengo recuerdo de algo así en la época de revolución. Tal vez en algún lugar para algo específico, pero no en la ciudad de La Habana. Recuerdo claramente la crisis de octubre y no hubo algo de esta naturaleza”, dijo a The Associated Press, el analista y exdiplomático cubano, Carlos Alzugaray.