María Rivera
02/09/2020 - 12:03 am
#No
Estamos, pues, en un escenario ya de suyo muy complicado y trágico porque la gente desconoce el estado real de la epidemia, juega a la ruleta rusa cada vez que sale, sin saberlo, empujada por la irresponsabilidad de un Gobierno capaz de priorizar sin asomo de ética alguna la economía sobre la vida de millones de personas.
Hace algunos meses escribía en este espacio sobre el precioso tiempo que la epidemia de coronavirus nos había regalado desde que se descubrió en China. México tuvo la oportunidad de enfrentar la epidemia con mejores herramientas que otros países que fueron sorprendidos por ella. Lamentablemente no lo hizo, se optó por una estrategia que ha sido muy criticada debido a que subestimó a un virus nuevo y se le dio trato como si fuese un virus de influenza. Hoy, a seis meses de que llegara al país, y con más de 60 mil personas fallecidas debido a la COVID-19, podemos hacer un juicio crítico de las acciones que el Gobierno de López Obrador tomó para enfrentarla. Sobre todo, porque como cualquiera medianamente informado sabe, la pandemia está lejos de concluir sin una vacuna o sin un tratamiento efectivo. La estrategia que el Gobierno siga tomando en los siguientes meses seguirá determinando la vida de millones de personas. Por ello, resulta muy preocupante que el Subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell haya dicho recientemente que en el mes de octubre, es decir, en unas semanas, prácticamente todo el país estará en Semáforo Verde, y que el sector escolar podrá por ello reactivarse.
El Semáforo Verde implica la normalización total de las actividades y está pensado para un escenario donde no hay transmisión comunitaria, prácticamente cuando el riesgo de contagio haya desaparecido. Como sabemos, esta condición no la ha alcanzado casi ningún país, salvo unos cuantos, como Nueva Zelanda. A diferencia de los países que implementaron estrategias de contención como cerrar fronteras, el Gobierno mexicano cree que el coronavirus cederá solo, mágicamente, en unas semanas, sin ninguna política de contención o eso le está haciendo creer a la gente. Habría aquí que recordar que a diferencia de la influenza, el coronavirus ha demostrado no ser un virus estacional y también que, sin una vacuna, es prácticamente imposible que no siga contagiando personas si se le deja libremente circular en las comunidades porque los seres humanos no tenemos inmunidad contra el virus. Es decir, le queda, todavía, muchísima gente que infectar, antes de encontrarse con una barrera natural como sería la inmunidad de rebaño. Pero incluso en ese hipotético caso, inmoral por donde se le vea, por el gran costo de vidas humanas que supone, el horizonte es realmente incierto debido a hay una gran incertidumbre médica en torno a la naturaleza de la inmunidad que las personas desarrollan tras enfermar. Aún no se sabe, con certeza, cuánto tiempo dura. Por lo pronto, hay ya evidencias científicas en distintas partes del mundo, de personas que se contagiaron dos veces en unos cuantos meses, es decir, que las reinfecciones son posibles y en muy poco tiempo. Esto, evidentemente, complica la inmunidad de rebaño como estrategia porque implicaría la muerte de millones de personas en distintas oleadas por distintas variaciones genómicas en el virus, en muy pocos meses. Para acabar de complicar el panorama, también vamos conociendo que la COVID-19 no es tan benigna como la habían pintado, incluso en los casos benignos. Secuelas de salud muy importantes se han ido documentando, desde daños cardíacos, renales, hasta neurológicos en personas que no fueron siquiera hospitalizadas. Lo mismo está sucediendo con los niños. A partir de la reapertura de las escuelas en países que no tenían contenida la epidemia como Estados Unidos, estamos conociendo “en tiempo real” que los niños no son inmunes al virus y que son vectores de contagio muy importantes que están generando brotes epidémicos en escuelas. Las hospitalizaciones de niños cada vez son más frecuentes, así como las defunciones. En cuanto a las secuelas de enfermos que requirieron hospitalización, miles sufren de daños muy serios a largo plazo. Ignoramos todavía la magnitud de las secuelas y las exigencias que estas van a suponer en el sistema público de salud en el futuro.
Es por ello que no parece ni medianamente sensato, (no lo parecía en febrero, pero ahora menos que nunca) y sí comienza a tomar un rostro francamente criminal, sostener una estrategia de salud que no priorice la contención del virus, la realización de pruebas de detección, el seguimiento de contactos y el aislamiento, que además pueda ofrecer una imagen lo más fidedigna y confiable del estado real de la epidemia. Tomar decisiones de reaperturas como las que pretende el Subsecretario López-Gatell con respecto al sector educativo, sin pruebas de detección suficientes, es sencillamente suicida en los meses que, además, se presentará la epidemia de influenza en México.
Sabemos, eso sí y con certeza, que por la positividad que México tiene en las pruebas de detección nuestro país tendría que estar en Semáforo Rojo y que las reaperturas económicas con ese índice de positividad producen, inevitablemente, más contagios y fallecimientos porque significa que la epidemia está mucho más extendida de lo que se supone. Lamentablemente, si no se implementa otra estrategia seguiremos allí por mucho tiempo, aunque el Gobierno deliberadamente cambie el color del Semáforo y presuma de capacidad hospitalaria: la gente seguirá contagiándose y muriendo. La terrible realidad es que han sido motivos políticos, que no de salud, por los que se ha tomado la decisión de reabrir la economía. Estamos, pues, en un escenario ya de suyo muy complicado y trágico porque la gente desconoce el estado real de la epidemia, juega a la ruleta rusa cada vez que sale, sin saberlo, empujada por la irresponsabilidad de un Gobierno capaz de priorizar sin asomo de ética alguna la economía sobre la vida de millones de personas.
En este escenario plantear la reapertura del sector escolar, en un mes, por presiones eminentemente políticas, es una completa locura criminal, hay que decirlo con todas sus letras. Ninguna de las dificultades educativas y sus desastrosas consecuencias puede equiparársele a la catástrofe que puede causar la reapertura del sector escolar. Es una tragedia que aún estamos a tiempo de evitar, nuevamente, como cuando tuvimos la oportunidad de salvar vidas y no lo hicimos, 60 mil, para ser precisos.
Ojalá esta vez alguien les diga #No.
Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.
más leídas
más leídas
opinión
opinión
31-10-2024
31-10-2024
31-10-2024
30-10-2024
30-10-2024
30-10-2024
29-10-2024
29-10-2024
28-10-2024
destacadas
destacadas
Galileo
Galileo