Por Jorge de Burgos, Culturamas
Ciudad de México, 2 de septiembre (SinEmbargo).– “La fuerza de los conejos radica en que todo el mundo cree en su existencia”. Hay libros que cuentan una historia; hay otros que abren caminos como si se tratara del jardín de Borges, con senderos que se bifurcan.
Hay algunos que, en la medida que uno se adentra en su lectura, alcanzan la unidad; hay otros en los que, en cada página, abren un universo paralelo.
Hay libros que pretenden comprender el mundo; otros simplemente lo alteran y perturban.
“Desde que los conejos raptaron a mis padres, he perdido el gusto por la caza.” Cuando en marzo de 1973, el uruguayo Mario Levrero terminó de escribir su Caza de conejos no pasó nada.
O si pasó, pero sólo entre algunos seguidores iniciados que lo convirtieron en autor de culto.
Quizás este joven escritor nació demasiado cerca de ese fenómeno editorial llamado “Boom Latinoamericano” y muy lejos de Roberto Bolaño, con el que tal vez hubiese compartido historias, cigarrillos y enemigos.
“Elegimos el bosque por dos motivos: porque en el bosque no hay conejos y porque ignoramos todo acerca de cómo cazarlos.”
Como en una película de David Lynch, pero con el humor de Cortázar en Cronopios, en esta decena de relatos nos vamos adentrando en un bosque lleno de cazadores perversos, conejos erotizados, guardabosques acechados; y todo viceversa.
Cada vuelta de página es un nuevo desafío, un nuevo escenario, una nueva posibilidad completamente inverosímil. “Nos gusta el conejo a las brasas, pero nuestra presa favorita es el guardabosques.”
La cuidada y bella nueva edición de este libro pertenece a la magnífica casa editorial “Libros del Zorro Rojo”, dirigida por Sebastián García Schnetzer.
Es un libro para uno mismo, raro y bello como para atesorarlo en secreto.
Es también un libro para compartir, para regalarlo a personas proclives hacia extrañas piezas únicas.
Caza de Conejos está cuidadosamente ilustrado por la catalana Sonia Pulido, que ha sabido mantener apretada la tecla inquietante de los relatos.
“PONIENDO UN CONEJO CONTRA EL OÍDO, SE OYE EL RUIDO DEL MAR”
Gracias a los escenarios que crea, es uno de los más sugerentes libros que podemos encontrar en las librerías. Su autor, Mario Levrero, quien además de escritor fue fotógrafo, librero, guionista de cómics, humorista, creador de crucigramas y juegos de ingenio, murió en 2004 y se convirtió en un descubrimiento para las editoriales.
Pero siempre estuvo allí, siempre escribiendo, siempre espantando la modorra, siempre de vértigo. “Creo haber atrapado un conejo”, dije, acariciando la suave vellosidad de Laura, que es tan joven. Ella ríe con una carcajada fresca y huye; yo recomienzo pacientemente la búsqueda.”
Señora, señor, señorita: venga, acérquese, esto es literatura al alcance de todos. Diversión garantizada y, por si fuera poco, estéticamente una joya. Quedará muy bien con sus amigos y familiares. Por favor, personas sensibles, cartuchas y/o cobardes: abstenerse.
