Humberto Busto es Conrado Sol, un personaje tan importante como “El Chapo”, en la tercera temporada de la serie y que concluye con uno de los thriller políticos mejor logrados por Netflix. Entre Marco de la O (Joaquín Guzmán Loera) y Conrado Sol están las mejores escenas de la serie El Chapo, dirigida por Ernesto Contreras, escrita por Silvana Aguirre y producida por Daniel Posada.
Ciudad de México, 2 de agosto (SinEmbargo).- Humberto Busto (1978), actor, director y productor, está viviendo uno de los papeles más importantes de su vida, mientras espera que Netflix estrene Diablero, con dirección de J.M. Cravioto, Julián de Tavira y Rigoberto Castañeda, donde ejerce un rol absolutamente distinto a Conrado Sol, en El Chapo.
En la tercera temporada sobre la vida y obra de Joaquín Guzmán Loaera, el Ministro del Interior del Gobierno de Enrique Peña Nieto es literario y toma decisiones shakespearanas, como matar –lamentamos el spoiler- al hombre que ama y al que lo ha perseguido rumbo a Monterrey.
El Chapo no es una serie sobre narcos. Es una serie política y todo lo que los funcionarios hacen para no quedar afuera del negocio y volverse ricos o poderosos a la sombra de la marihuana, la heroína, la cocaína, la meta.
Dirigida por Ernesto Contreras y protagonizada por Marco de la O, todavía no se sabe si habrá una cuarta temporada. Hay rumores del estreno el año que viene de un spin-off, pero lo cierto es que desde el 25 de julio “El Chapo” Guzmán vive su extradición a los Estados Unidos, mientras el narcotráfico y los políticos en México siguen su guerra y su periplo sin interesarse por él.
Esta temporada de la serie está escrita por Silvana Aguirre (una investigadora peruana de Univisión), Carlos Contreras y Alejandro Almazán y producida por Daniel Posada. El elenco funciona luego de tres temporadas como una gran familia y juntos han tenido que lamentar la muerte temprana de Juan Carlos Olivas, que hacía de “El Güero” (socio principal de “El Chapo”), víctima del cáncer.
Esta es una nota a Humberto Busto, quien nos cuenta en quién se inspiró para su personaje y nos habla de cómo soñaba con esas situaciones tremendas que tuvo que afrontar en la serie El Chapo.
–Tu personaje es casi tan importante como “El Chapo” en la serie.
–Pues, sobre todo tuve la fortuna de toparme con un proyecto que quería salirse del parámetro normal de las narcoseries que están en el mercado. El proyecto estuvo concebido desde el principio como un thriller político en el mundo del narcotráfico. Obviamente desde el momento que se plantea un proyecto así, desde los creadores y los escritores, lo que querían era hacer un paralelismo a manera de espejo entre lo que sucedía con la historia de Joaquín. Y la historia de mi personaje que además pudiera tener la libertad, porque era un personaje de ficción, de poder vincularlo con muchísimos políticos mexicanos y sobre eso ampliar el espectro sobre el tema y que la gente tenga una visión mucho más panorámica de cómo un personaje como Joaquín no surge por una generación espontánea, sino por una coyuntura de situaciones sociales, políticas y económicas que hemos venido arrastrando desde hace muchas décadas.
–Si se hubiera pasado durante el proceso electoral se habría visto todo lo que negociaron el PRI y el PAN con “El Chapo”.
–Las elecciones son para todos un elemento fundamental porque fueron unas elecciones trascendentales lo que estamos viviendo. La cuestión de decidir era no saber exactamente qué iba a suceder, lo que sucedió en las últimas semanas. Siempre fue una prioridad en la serie es que al final de cuentas plantea de una manera más profunda la ambivalencia y las contradicciones de estos personajes, para que no sean ningún arquetipo. Que no se puedan admirar ni poner en un altar. Se trata de hablar de la contradicción humana, en donde tú eres capaz de sacrificar lo que queda de tu humanidad, de sacrificar a otro, de sacrificar a un país incluso, por un beneficio absolutamente egoísta y personal como es el poder sentarse en una silla presidencial. Los votos de la gente fueron un grito de guerra en contra de Don Sol, quien ha movido los hilos del poder durante tantos años.
–Hay dos cosas que me llamaron la atención durante la tercera temporada. Una es que no se detenga la cámara en las situaciones de tortura y la otra –no sé si voy a spoilear- el asesinato que haces a la persona que amas
–Sí, cuando me invitaron a la primera junta que tuve, yo estaba reacio a participar porque sentía que las narcoseries se hacían de manera irresponsable. Desde el primer momento que me senté con los creadores y los escritores, ellos me dijeron lo que iba a suceder en el último capítulo de la tercera temporada con Don Sol. O sea la estructura está hecha desde mucho antes, filmamos durante un año las tres temporadas seguidas, como si fuera un solo proyecto. No se fue como inventando algo y obviamente sobre la muerte de la persona que ha amado Sol, se planteaba al principio de cómo se le iba a ir de las manos el personaje que empieza como asistente del partido hasta qué grado es capaz de llegar. La única oportunidad que tiene de cambiar su propia historia, de ser fiel a sí mismo, de ser libre, de ver a los ojos con sinceridad y lealtad a otro ser humano, él decide sacrificarlo. Te lo cuento y se me pone la piel chinita. Lo más interesante de Don Sol y del conflicto humano que se plantea con ese personaje, es cómo tienes la puerta abierta de la existencia, de ser un ser humano totalmente libre y tú decides darle la espalda. Hay una frase que es fundamental en el último capítulo que es cuando dice: –Yo no quiero vivir sino es en esa silla presidencial. Yo no quiero vivir sino es siendo Presidente. Ha olvidado durante todo el camino para qué chingados quería ser presidente.
–Y decide una solución muy shakespearana.
–Totalmente. Se acaba literal de lanzándose al vacío él mismo. Cometiendo el error más grave que puede cometer: traicionarse a él. Eso me pareció maravilloso, construir esa escena pensando adónde iba a llegar. Eso como actor está increíble y es muy raro que suceda en una serie. Hay un compromiso humano con el personaje que yo soñaba, lo veía diciéndome cosas, me pasaban cosas paralelas, veía a mis propios monstruos, fue un viaje muy especial y le tengo mucho cariño.
–¿Conversaste con Ernesto Contreras lo importante que iba a ser tu personaje en la tercera temporada?
–Así estaba construido desde el principio. Como actor vas poniendo primero la semilla y luego vas potenciando lo que crece el personaje. La serie es un proyecto que abarca a muchos creadores, tantos escritores, hay una figura fundamental en la serie que es el showrunner, Silvana Aguirre es la que estuvo varios años de hacer la serie investigando con el equipo de noticieros de Univisión. Ella es peruana, vive en los Estados Unidos, se montó al barco mucho antes que todos nosotros y trajo a gente tan interesante como a Ernesto Contreras, a J.M.Craviotto, fueron como siete directores y Ernesto estuvo durante todo el proceso. Teníamos muchas ganas de trabajar juntos. Nosotros fuimos al Talent Campus de la Berlinale cuando recién empezaba esa actividad paralela del Festival, hará como unos 13 años.
–Han formado un gran elenco, han lamentado la muerte de uno de sus integrantes
–Sí. De hecho tengo una anécdota con Juan Carlos Olivas. Antes de que él muriera yo hablé con él. Fui el único del elenco que hablé con él, teníamos una relación muy cercana a pesar de que nunca nos tocó filmar juntos. Era un tipo muy espiritual y le encantaban todos los temas conspiracionales, todo lo que estaba atrás de los hechos. Una semana antes de morir habló conmigo y uno de los temas fueron sus teorías conspiratorias, ya tenía muy mal el cuerpo, el cerebro y siempre hablábamos de la serie en la que estábamos dispuestos a tratar temas tan oscuros y por eso mismo debíamos estar luminosos. Una de las cosas que tengo que es tenemos muchas escenas juntas, pero casi todas son por teléfono, entonces las hacíamos en lugares muy distintos, como una especie de encapsulamiento.
–¿Cómo te llevas con Joaquín (Marco de la O)? En la serie parece que se llevaran remal.
–Todos los actores latinoamericanos, como suele pasar, nos llevamos rebien. Todos la hemos venido chingando, todos sabemos el esfuerzo que está detrás y todos nos respetamos. Lo que me gusta como actor es aprovechar la energía del otro actor para el buen ejercicio de la ficción. Por eso me gusta tener estos juegos, de no hablarle a nadie, de tener un aura de misterios y de no pensar nada en la vida personal de Marco, no saber nada al respecto. No saber nada de nuestro mundo más íntimo y Joaquín me seguía el juego de la misma manera. Cada vez que nos vemos nos da mucho gusto.
–¿Quién es Conrado Sol? Sabemos quién es Enrique Peña Nieto, quién es Carlos Salinas pero, ¿él?
–Hice un mosaico sobre él. Tuve un libro que me acompañó durante toda la filmación que es Historia mundial de la megalomanía, de Pedro Arturo Aguirre, donde describe a todos los personajes enloquecidos por el poder. Se han desconectado de sí mismos a partir de ese proceso. Pensaba en muchos políticos, en políticos europeos como Angela Merkel que observa antes de hablar… no sólo lo relacioné con mexicanos. Cada escena, cada capítulo, yo me servía de ese mosaico.
–¿Qué viene para ti?
–Estoy tratando de ser muy coherente con las decisiones que tomaré, Netflix me invitó a hacer un personaje antagónico en la nueva serie Diablero, que dirigirá J.M.Craviotto y Rigoberto Castañeda, una serie de ciencia ficción entre ángeles y demonios. Yo hago un personaje que se llama El Indio, que es un practicante de demonios, trata de absorber las energías negativas de los demás. Es decir, mi próximo proyecto es totalmente distinto al anterior. Este es un personaje callejero, sucio, después de usar durante todo un año el traje del Ministro del Interior, me hacía falta. Además soy director y mi ópera prima Julkita es “un grito de guerra enfocado en una superheroína de la menstruación enojada con los bastardos sin gloria que gobiernan este mundo”-. seleccionado recientemente para formar parte del Festival de Cortometrajes de Clermont-ferrand, Francia, Humberto se reconoció entusiasmado.