Los World Outgames, el orgullo gay en el mundo de los deportes, llega a su tercera edición

02/08/2013 - 12:00 am
Foto: Especial
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Ciudad de México, 2 de agosto (Sin embargo).- Tom Waddell se aferró al deporte para librarse de la guerra de Vietnam. Tenía 30 años cuando arribó a México para ser parte del equipo de decatlón que en 1968, representó a los Estados Unidos en la justa olímpica tan polémica por los incidentes sociales del entorno. Quedó lejos de las medallas con un séptimo lugar. El atleta estudió medicina, desde donde estudió de diversos virus que aquejaban la vida diaria del ser humano. Doce años después de su aventura mexicana, haciéndole caso a su ideología y  a su pasión deportiva, fundó los Gay Games. Notablemente enfermo de SIDA, ganó la medalla de Oro en lanzamiento de Jabalina en los juegos de 1986.

Wadell moriría en 1987, dejando un legado en especial para un sector de la población que ha sufrido el rechazo por su orientación sexual. Teniendo la firme intención de nombrarlos como “Juegos Olímpicos Gays”, el Comité Olímpico Internacional le prohibió el mote referente a las olimpiadas con el argumento de ser un nombre registrado. Muchas críticas llegaron al COI acusándolos de homofóbicos. Los Juegos Gays tuvieron su primera edición en 1980 con poco menos de 1500 participantes. Al pasar los años, la asistencia de atletas fue incrementando a la par de la organización. Fue en 2006 cuando una discusión sobre una sanción impuesta a Montreal, seleccionada como sede, partió el espíritu en dos.

Montreal organizó una justa deportiva sin importar que la Federación Gay, organismo encargado de realizar los Juegos Gays, haya cambiado el lugar donde se efectuarían las actividades deportivas. En ese instante nacieron los World Outgames en respuesta al rechazo del castigo impuesto. Mientras Chicago tomaba las riendas de lo que a la ciudad canadiense le fue arrebatado, una nueva justa llegaba apoyada por la Asociación Internacional del Deporte Lésbico Gay (GLISA, por sus siglas en inglés). Desde las olimpiadas de 1976, no se vivía un ambiente con tanto fervor deportivo y cultural. A la actividad física se le añadió conferencias que hablaban sobre los derechos humanos, así como el respeto a la diversidad sexual.

Después de la segunda edición en Copenhague, con apoyo total del gobierno. Se ha inaugurado la tercera justa en la historia en Amberes. Una ciudad al servicio del tallado de diamantes con uno de los puertos más importantes de Europa. Entre 20 mil personas, que no tienen que ser abiertamente gays, asistirán al evento. La justa invita a cualquier persona a ser parte de las 32 disciplinas o de las diversas conferencias. La cita deportiva, que cuenta con todos los deportes de unas olimpiadas, se le incluye un torneo de baile entre personas del mismo sexo. Un maratón multitudinario pondrá el colorido que se espera. Del 31 de julio hasta el 11 de agosto, día en el que la ciudad belga celebra su fiesta gay.

Uno de los invitados es Elio Di Rupo, primer ministro de Bélgica que desde 1996 se declaró abiertamente homosexual. La festividad multitudinaria hace honores a un territorio que siempre está en busca de cualquier actividad o reforma que le pueda dar al mundo un argumento más para que la diversidad tenga más cabida. Bart Abeel, jefe del comité organizador, manifestó que las conferencias tocarán los recurrentes problemas que la comunidad gay vive todavía, refiriéndose a lo acontecido en África y Rusia donde se han registrado ataques homofóbicos.

Ludo van Campenhout, Ministro de deportes, fue la voz del gobierno manifestando su total apoyo al evento, catalogando a Amberes como la ciudad deportiva europea por excelencia. Ocho días de mente sana y abierta en los que el deporte servirá como pretexto para seguir reafirmando una idea que el mundo aún no acaba de entender.

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