“Desde diversas perspectivas hemos estudiado la zona de explotación petrolera de Campeche, el norte de la península de Yucatán y toda la zona somera (hasta 250 metros de profundidad) del golfo de México. Esta experiencia nos ha servido para fortalecer nuevos diseños de muestreo para enfrentar el reto de las aguas profundas (de los 250 hasta los tres mil 500 metros de profundidad) y tener un conocimiento más amplio y sólido sobre lo que está sucediendo en el golfo de México”, Aguirre Macedo, investigadora nacional con nivel III.
Por Marytere Narváez
Ciudad de México, 2 de julio (SinEmbargo/Agencia Informativa Conacyt).- Dos años han trascurrido desde el inicio del proyecto Implementación de redes de observaciones oceanográficas (físicas, geoquímicas, ecológicas) para la generación de escenarios ante posibles contingencias relacionadas a la exploración y producción de hidrocarburos en aguas profundas del golfo de México, el más ambicioso que ha financiado hasta el momento el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) junto con la Secretaría de Energía (Sener) y liderado por el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) con la participación de diversas instituciones académicas de renombre.
Este proyecto nace como resultado del derrame de petróleo de la plataforma Deepwater Horizon (DWH) del pozo Macondo, operado por la compañía petrolera British Petroleum, el 20 de abril de 2010. Los más de tres millones de barriles de crudo que se vertieron en el golfo de México han situado este derrame como el más grave en la historia de la extracción petrolera en la región y, como consecuencia de esta catástrofe ecológica, el gobierno mexicano impulsó una serie de cruceros oceanográficos para conocer su impacto en el mar y en las costas nacionales.
Los cruceros se llevaron a cabo con la participación de investigadores del CICESE, el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav IPN) Mérida y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre otras instituciones. Durante tres años consecutivos los especialistas realizaron un monitoreo con el que se determinó el enorme desconocimiento que existe sobre los recursos bióticos y el comportamiento oceanográfico de la parte mexicana del golfo de México, así como del potencial efecto del derrame del DWH.
Como resultado, se concluyó que era estratégico reforzar el trabajo interactivo entre diversas instituciones para contar con información veraz y de primera mano para los tomadores de decisiones, los usuarios del golfo de México y para el público en general acerca de los posibles escenarios y efectos de derrames de crudo de distinta magnitud.
Por ello, en 2013 las instituciones académicas mexicanas con mayor experiencia en estudios oceanográficos se coordinaron para generar un proyecto de investigación y desarrollo tecnológico con el propósito de responder a esta necesidad a largo plazo. Bajo la coordinación del CICESE a nivel nacional, sometieron el proyecto a la convocatoria del fondo hidrocarburos de Conacyt-Sener y lograron obtener un financiamiento por cinco años por un monto de mil 500 millones de pesos.
“Es así como llegamos a integrar el Consorcio de Investigación del Golfo de México (Cigom) para unir las fortalezas de las instituciones y complementar los huecos en la experiencia de cada una”, señaló en entrevista la doctora Leopoldina Aguirre Macedo, investigadora titular del Cinvestav Mérida y coordinadora general de las actividades de esta institución como parte del proyecto.
ESTUDIOS ECOLÓGICOS Y BIOLÓGICOS DESARROLLADOS EN CINVESTAV MÉRIDA
De acuerdo con Aguirre Macedo, investigadora nacional con nivel III, el Cinvestav Mérida cuenta con alrededor de 20 años de estudio de la región peninsular sureste del golfo de México, principalmente a través de diversos contratos desarrollados a solicitud de Petróleos Mexicanos (Pemex).
“Desde diversas perspectivas hemos estudiado la zona de explotación petrolera de Campeche, el norte de la península de Yucatán y toda la zona somera (hasta 250 metros de profundidad) del golfo de México. Esta experiencia nos ha servido para fortalecer nuevos diseños de muestreo para enfrentar el reto de las aguas profundas (de los 250 hasta los tres mil 500 metros de profundidad) y tener un conocimiento más amplio y sólido sobre lo que está sucediendo en el golfo de México”, apuntó.
Como parte del consorcio, el Cinvestav Mérida se caracteriza por tener un grupo de investigadores dedicados fundamentalmente a las ciencias relacionadas con la oceanografía biológica, mientras que la institución líder del proyecto tiene una mayor fortaleza en el área de oceanografía física. “Nosotros nos insertamos en este gran proyecto para hacer la parte microbiológica y macroecológica. Trabajamos desde bacterias hasta vertebrados como peces y tortugas”, indicó la investigadora.
CRUCEROS DE INVESTIGACIÓN DEL CINVESTAV
El proyecto de investigación general se desarrolla bajo cinco líneas de investigación principales: plataformas de observación oceanográfica; línea base y monitoreo ambiental; modelos numéricos de circulación y biogeoquímica; degradación natural de hidrocarburos; y análisis de derrames petroleros.
“Los objetivos del proyecto general son identificar la línea base desde la parte oceanográfica, biológica y ecológica en el golfo de México para después construir escenarios en caso de derrame de diferentes magnitudes y conocer qué zonas son vulnerables”, señaló Aguirre Macedo.
El Cinvestav Mérida participa y coordina diversos subproyectos en el marco de las líneas de investigación en línea base y monitoreo ambiental, degradación natural de hidrocarburos y escenarios de derrames. Para esto, coordina dos cruceros de investigación en el polígono de Perdido, en las costas de Tamaulipas y en el norte de la península de Yucatán.
“En el Cinvestav estamos llevando tres cruceros por año: uno en época de secas, otro en época de lluvia en el polígono Perdido y otro anual en la plataforma de Yucatán. Esto para establecer la línea base en cuanto a fitoplancton, zooplancton, ictioplancton y peces que viven en esos hábitats; también analizamos la calidad del agua, peces que viven en el fondo, microorganismos, bacterias degradadoras de hidrocarburos, entre otros. Además está la parte oceanográfica física, con corrientes, clorofilas, oxígeno disuelto, materia orgánica y otras variables fisicoquímicas relacionadas con la calidad del agua marina”, indicó la investigadora.
LÍNEA BASE DE LA COSTA HACIA EL OCÉANO
En palabras de Aguirre Macedo, establecer la línea base implica realizar un diagnóstico de lo que hay y el estado en que se encuentra. “Es como cuando vas al doctor para hacer un chequeo de todos tus parámetros de salud. Lo que se intenta hacer aquí es mostrar cuál es la abundancia de los diferentes organismos que se están estudiando y cómo están”.
Ante la inminente llegada de compañías extranjeras dedicadas a la extracción de petróleo en las zonas profundas del golfo, uno de los propósitos principales es brindar herramientas para que las autoridades puedan demostrar en qué estado se le entregan estas zonas a las compañías y cómo deben conservarse. “Siempre habrá un efecto de la actividad petrolera pero se trata de que sea el menor posible”, indicó la investigadora.
Todos los cruceros del Cinvestav siguen una metodología semejante para establecer la línea base, salvo uno que está enfocado en el estudio de aguas de hasta tres mil 500 metros de profundidad en el polígono de Perdido a cargo del doctor Víctor Vidal. La plataforma de Yucatán, a cargo de la doctora María Eugenia Vega, tiene como máximo 500 metros de profundidad.
“¿Cuál es nuestro interés en estos dos polígonos? Nosotros queremos establecer cuál es el comportamiento de los organismos de la costa hacia la zona profunda y la influencia de las zonas costeras hacia el océano. Tenemos estaciones desde 25 hasta 500 metros de profundidad en Yucatán y en Perdido hasta tres mil 500 metros”, apuntó.
En esta línea se incluye también el monitoreo de los desplazamientos de varias especies de tortugas marinas a cargo de los investigadores del Cinvestav Eduardo Cuevas Flores y María de los Ángeles Liceaga Correa, paralelamente al monitoreo de cetáceos coordinado por el CICESE.
“Esto para ver áreas en las que se distribuyen estas especies carismáticas, pero también para ver cómo son vulnerables los hábitats de estas especies, por ejemplo, los parches de sargazo en donde viven las crías cuando recién entran al mar”, apuntó Aguirre Macedo.
Asimismo se realizan mediciones de corrientes a cargo del doctor Ismael Mariño y su grupo de investigación, en colaboración con el grupo de la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación (UMDI) de la UNAM a cargo de la doctora Cecilia Enríquez, para posteriormente modelar y explicar hacia dónde podrían ir los contaminantes en caso de un derrame, entre otros.
EVALUACIÓN DE FITOPLANCTON, CLOROFILA Y VARIABLES FISICOQUÍMICAS
Jorge Herrera Silveira, investigador del Departamento de Recursos del Mar del Cinvestav Mérida, participa en la línea base a través de tres componentes relacionados con la producción primaria. El primer componente es el estudio de variables fisicoquímicas del agua, principalmente los nutrientes que son la base de la dinámica trófica de los mares y los océanos.
El segundo se centra en el fitoplancton, base de la cadena trófica en los ambientes marinos y costeros, para conocer su abundancia y la diversidad de especies tanto a través del conteo de organismos como mediante la identificación y evaluación de la clorofila, el pigmento fotosintético. El tercer componente radica en conocer las tasas de crecimiento y productividad del fitoplancton, lo que servirá en primera instancia como información base para todos los demás componentes.
“Además, con el grupo de geoquímica marina del Cinvestav analizamos también cuál es la relación o el impacto que tienen los hidrocarburos y metales pesados sobre las especies del fitoplancton, de tal manera que podamos establecer cuál es la condición actual de las especies, sus abundancias y las concentraciones de nutrientes que se distribuyen en el golfo de México, principalmente en la península de Yucatán y en el polígono de Perdido”, indicó el investigador.
Según los resultados preliminares obtenidos en los primeros cruceros, la mayor parte de la plataforma de Yucatán presenta una situación oligotrófica, es decir, de baja productividad, pero empiezan a surgir puntos de interés en el borde de la plataforma y en la zona costera, donde se encontraron cambios de las concentraciones de nutrientes, abundancias y especies de fitoplancton. “No sabemos aún a qué se le puede atribuir pero sí encontramos aspectos que tenemos que profundizar con los siguientes muestreos para determinar potenciales asociaciones”, indicó el investigador.
En el polígono de Perdido, se observó que existe una gradiente a nivel de superficie que tiene altas concentraciones de fitoplancton en la zona costera y que disminuye hacia la parte oceánica. En escala vertical, se observó que la concentración de clorofila en la superficie es menor, disminuye, en cierta profundidad aumenta junto con el fitoplancton y posteriormente vuelve a disminuir. “Aquí estamos viendo quiénes son los responsables y qué papel juegan. Es una zona importante porque están asociados muchos procesos que tienen que ver con corrientes, nutrientes, especies y luz”.
A partir de cada subproyecto de investigación las diferentes instituciones buscan construir un mapa del golfo de México en distintas escalas espaciales: grande (CICESE), intermedia (UNAM) y pequeña (Cinvestav Mérida). “Teniendo todas estas escalas queremos ver cómo se están moviendo los diferentes parámetros físicos, químicos y biológicos para hacer un gran mapa del golfo de México y establecer cuál es el estado general de salud de este gran ecosistema”, finalizó Aguirre Macedo.