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Alejandro Páez Varela

02/07/2012 - 12:03 am

¡Viva el PRI! (O, muerto el niño, lanzamos tres para ver si flotan)

Tomo un pico y una pala y escarbo en el subconsciente de los mexicanos; voy a sus tradiciones, exploro sus fetiches. Busco una explicación que se acomode. Y las escenas son bizarras: Es el barrio completo sentado junto al Robachicos, quien ha prometido no volver a desaparecer niños en su costal de ixtle y ha […]

Tomo un pico y una pala y escarbo en el subconsciente de los mexicanos; voy a sus tradiciones, exploro sus fetiches. Busco una explicación que se acomode. Y las escenas son bizarras:

Es el barrio completo sentado junto al Robachicos, quien ha prometido no volver a desaparecer niños en su costal de ixtle y ha ofrecido, desde ahora, brindarles protección.

Es el pueblo lanzando cuetes en una fiesta al Chupacabras. Lo celebra como a un hijo pródigo y para agradecer su regreso, le pone una vaca viva que despedaza y succiona hasta dejarla blanca.

Es La Llorona leyéndole un cuento lindo a la bebé para inducirle el sueño.

Es un padre de familia que, orgulloso, le entrega su hija a la Santa Muerte y en lugar de boda, ofrece un funeral adelantado para todo el vecindario.

Qué pueblo más extraño somos. No me extrañará que en la Plaza de las Tres Culturas levantemos un monumento a Gustavo Díaz Ordaz.

Muerto el niño, empujamos a otros tres para ver si flotan.

Y no flotan. Y no tapamos el pozo.

***

Historia de estos días: Que el 1 de diciembre de 2012, el PRI regresa a Los Pinos. Que apaleados por dos gobiernos consecutivos del PAN, los mexicanos –sobre todos los menos informados y (o por lo tanto) los más manipulables– se han lanzado a las manos de un verdugo que, seguro, no recuerdan.

Que hay miles de desaparecidos por una guerra de menos de seis años que muchos dijeron (dijimos) que era una estupidez. Que hay 60 mil o más muertos. Que hay decenas de miles de desplazados.

Que hay un daño incalculable y pocas esperanzas de que paguen el o los culpables.

Que una cantidad importante de mexicanos, asustados como ratoncillos, han brincado al platón del gato pensando que encontrarán refugio.

Ahora que lo pienso bien, no dudo que haya sido el PRI, por medio de sus múltiples tentáculos, el que convenció a Felipe Calderón que lanzara la guerra-sin-sentido.

La guerra que fue la tumba del PAN; la guerra que fue un suicido colectivo.

***

Buscando el contexto de una socorrida frase de Albert Camus (“la estupidez insiste”), di con otra de Pío Baroja:

“A una colectividad se le engaña siempre mejor que a un hombre”.

Pinche antisemita, Baroja. Pero tenía razón.

***

A juntar los huesos. Me salta un versículo que viene de uno de los textos más hermosos, en Ezequiel 37: “Huesos secos, oíd la palabra del Señor”.

Confío en que de estos huesos secos del 2012 salgan carne y tendones para enfrentar el México que se nos viene.

***

En días pasados tuve que lidiar con los optimistas. “No son tan peores como crees”, decían. Son más insoportables que los pesimistas, y me explico: los optimistas ven la tempestad y no se hincan: piensan en las flores que vendrán después, aunque ellos no las vean.

***

Las televisoras llevaron a Enrique Peña Nieto al poder pero no debe agradecerles, sino pagarles. Ya cobraron una parte y cobrarán otra cuando venga la hora.

Pero a quien sí debe agradecer, es a los gobernadores. Chulada de máiz pinto, los virreyes. Su resistencia heroica a la modernización del sistema político mexicano, su perseverancia y tesón devolvió el poder al PRI. Qué proeza. Ya quisiera China darse una lavada de cara tan barata: en doce años, es “el nuevo PRI”. Ya lo quisiera Rusia, que perdió las repúblicas que se anexó a la mala en su proceso de adaptación a la modernidad.

Los gobernadores del PRI restauraron el viejo sistema; la propaganda maquilló lo viejo y lo podrido.

Y ya están aquí, de regreso.

Tampoco me sorprenderá que duren en el poder hasta el día de mi muerte, y que el último grito que escuche sea: ¡Viva el PRI!

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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