La revista The New Yorker dice este día que los mexicanos debieron estar muy desesperados para regresar al PRI al poder, después de que gobernó a partir de 1929 y hasta el año 2000 el país como un “Estado de partido único, conocido por su corrupción, y su derrocamiento se fue celebrado a lo largo y ancho como una victoria histórica para la democracia en América Latina”.
México necesita de manera más urgente que nunca “una nueva filosofía” de gobierno, que dé prioridad al servicio público por encima del enriquecimiento privado, dice William Finnegan en la revista.
En una opinión difundida este lunes en su blog del semanario a propósito de las elecciones presidenciales en México, Finnegan –que la semana pasada publicó una investigación sobre el narcotráfico en la ciudad de Guadalajara– manifestó que México necesita renovarse.
El país requiere de “profundas reformas institucionales en todos los niveles del gobierno”, pero, a su entender, “el PRI es un improbable vehículo para esta transformación”.
El periodista aseguró que durante su investigación en México observó tal desesperación por la violencia del tráfico de drogas que muchas personas sentían nostalgia por el control que ofrecían los gobiernos del PRI en el pasado.
“Enrique Peña Nieto, el joven gobernador telegénico que viene de una familia formidable del viejo PRI, será el próximo presidente de México”, dice. Agrega: “Una economía estancada es parte de la historia, como lo es una ingeniosa y bien financiada campaña del PRI, que incluyó años de acuerdos secretos con los medios de difusión más importantes del país para dar a Peña Nieto una imagen brillante”.
“Y, sin embargo el problema más grande, con mucho en México, es la hiper-violenta guerra contra las drogas que ha convertido algunas regiones en campos de la muerte y aumentó el clima de inseguridad pública en casi todas partes. En los días previos a la elección, hubo un tiroteo en el aeropuerto internacional de Ciudad de México entre dos grupos de uniformados de la Policía Federal, por lo menos uno de los cuales estaba trabajando para una pandilla de narcotraficantes, que dejó tres agentes muertos en un patio de comidas. La semana pasada, Marisol Mora Cuevas, alcaldesa en el estado de Veracruz, fue secuestrada de su casa. Su cuerpo atado, torturado fue encontrado el jueves”, señala.
“Los tambores de guerra del terror no parecen cesar. El gobierno saliente del presidente Felipe Calderón trató de rescatar sus fallidas esperanzas electorales con la captura o el asesinato del principal capo de la droga en México y en el mundo, Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera. Pero lo mejor que pudo hacer, al final, fue anunciar, a finales de junio, la detención de uno de los hijos de Guzmán, en Guadalajara”, dice The New Yorker.
“Entonces el joven detenido resultó ser un concesionario de automóviles desconcertado, sin relación con el capo de la droga”.
¿Puede el PRI reducir la violencia?, se pregunta. ¿Puede enviar Peña Nieto al Ejército, desplegado en masa y desastrosamente por Calderón, de vuelta a sus cuarteles?