Tres generaciones de mexicanos no han podido acceder a una pensión a la misma edad. El IMSS carga con el pago de pensiones de 270 mil ex trabajadores, cuya edad promedio de retiro fue de 52 años. Y, encima, el Colegio Nacional de Actuarios calculó que alrededor de 6 millones de personas que pertenecen al régimen de 1973 no podrán jubilarse a los 65 años y tendrán que esperar dos años más para cumplir con las mil 250 semanas de cotización requeridas por la Ley del seguro social. Para combatir la “bomba de tiempo”, en vez de seguir alargando el requisito para el retiro, la clave es incrementar el empleo formal con salarios que permitan una mayor tasa de ahorro para una pensión digna, dijo el investigador de economía, José Nabor Cruz Marcelo. “Pero la mayoría apenas llega a final de mes”, agregó.
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Ciudad de México, 2 de mayo (SinEmbargo).– La “bomba de tiempo” que implica el sistema de pensiones sólo se ha parchado al aumentar la edad para poder jubilarse, pero explotará en los próximos 20 o 25 años porque el salario promedio es “insuficiente” para ahorrar y la masa laboral envejecerá. En ese futuro, un trabajador que hoy tiene 27 años y cotiza ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) no podrá retirarse a los 52 años como lo hizo su padre, sino hasta los 67 años. Su hijo, cuando también llegue a esa edad, tendrá que esperar incluso más, de acuerdo con lo dicho durante la Semana Nacional de Seguridad Social.
Ante el IMSS cotizan 18 millones 994 mil 318 puestos. El Colegio Nacional de Actuarios (Conac) calculó que, de esa cifra, alrededor de 6 millones de personas que pertenecen al régimen de pensiones de 1973 no podrán jubilarse a los 65 años y tendrán que aguardar dos años más para cumplir con las mil 250 semanas de cotización requeridas por la Ley del Seguro Social. Los otros 12 millones ya pertenecen al sistema de Afores.
La Ley del Seguro Social 1973, cuando por cada pensionado había 14 trabajadores activos, pedía como requisitos tener mínimo 60 años y haber cotizado al menos 500 semanas para poder acceder a la pensión. La de 1997, por el contrario, ya requiere 65 años, mil 250 semanas y haber empezado a cotizar a partir del 1 de julio de 1997. En 2016 hubo 14 trabajando por cinco pensionados.
“En el futuro”, de acuerdo con el director del IMSS Mikel Arriola Peñalosa, se deberá elevar aún más la edad de retiro para evitar una quiebra financiera del organismo. Actualmente, destina al año 300 mil millones de pesos al pago de pensiones, casi el 40 por ciento de su presupuesto.
“Ningún sistema tiene una edad tan baja ante un aumento de esperanza de vida que rebasa 80 años”, justificó Arriola.
El monto de las pensiones promedio en el IMSS es de 4 mil 200 pesos mensuales y el instituto carga con el pago de las de 270 mil ex trabajadores, cuya edad promedio de retiro fue de 52 años.
En entrevista, José Nabor Cruz Marcelo, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, aseguró que los trabajadores –ya sea del sector formal o informal– tendrán que seguir teniendo “una vida laboral muy larga” porque tienen “la incapacidad de ahorro para una eventual pensión digna” al contar con un ingreso “insuficiente para ello”.
De los 52 millones de trabajadores, 24 millones ganan entre uno y dos salarios mínimos al mes, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Menos de 10 por ciento de trabajadores ganan más de cinco salarios mínimos.
Aunque el salario mínimo subió a 80.04 pesos y uno de los compromisos es incrementarlo a 89 pesos a finales de 2017, “indudablemente en términos reales quedará casi nulificado por el incremento de la inflación”, afirmó el economista.
“El incremento de salarios promedio y mínimo, al subir los ingresos mensuales de los trabajadores, permitiría que optaran por una mayor tasa de ahorro y eventualmente por una pensión digna. Pero la mayoría apenas llega a final de mes. El gobierno debe incrementar el empleo formal, pero con mejores salarios. Esa es la clave contra esa bomba de tiempo que explotará en 20 o 25 años”, determinó.
Sin embargo, añadió, no ha habido “verdaderamente una iniciativa” del salario medio real y mínimo.
DEL AHORRO A LA DEUDA
Quienes cotizan al IMSS, por la Ley de Seguro Social ahorran para el retiro el 6.5 por ciento de su salario base de cotización y se trata de una aportación tripartita donde el trabajador contribuye con poco más del 1 por ciento. Sin embargo, este porcentaje de aportación, refiere la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), es de los más bajos de los países que la conforman.
Fernando Yllanes Martínez, presidente de la Comisión de Seguridad Social de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), requirió incentivos fiscales para aumentar el ahorro voluntario de los trabajadores. Propuso que por cada peso que aporte un trabajador, el Estado deposite otro.
De acuerdo con la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), en 2016 el sistema sumó 57.3 millones de cuentas, de las cuales 38.6 millones pertenecen a trabajadores registrados, mientras que 18.7 millones permanecen asignadas.
Sin embargo, “muy pequeño número de trabajadores están haciendo sus aportaciones voluntarias para poder acceder a una pensión cercana a su último salario cuando ellos decidan retirarse”, aseguró el economista José Nabor Cruz Marcelo.
El resto, la mayoría, “no está dando los porcentajes suficientes para acceder a una pensión digna para acceder a una canasta básica al término de su vida laboral, por lo que por decisión propia alargará su vida laboral otros 10 años para poder tener ingresos”.
El sistema bancario invita a ahorrar a través de una tasa de interés “atractiva” para que transfieran su dinero líquido a la contratación de un fondo de inversión o compra de bonos. Pero de acuerdo con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), más del 50 por ciento de los mexicanos no usa el sistema bancario.
“El sistema bancario ofrece una tasa muy baja para ahorradores y una muy alta para los créditos al consumo”, destacó el economista José Nabor Cruz Marcelo.
Dada la incapacidad de ahorro que tiene el trabajador mexicano para comprarse un refrigerador, televisión, lavadora o algún otro bien durable, “tiene que endeudarse y pagar un sobreprecio de la mercancía frente a lo que hubiera pagado de contado”.