Álvaro Delgado Gómez
02/04/2024 - 12:05 am
Este arroz ya se coció
“La agenda proselitista de Gálvez en el primer mes de campaña y hacia los próximos dos acreditan que ya está vencida”.
El ambiente en el entorno a Xóchitl Gálvez, de los partidos que la postulan y en la opinocracia afín es sombrío, pesimista, políticamente fúnebre: La impotencia ha remplazado al arrojo y la frustración ha matado al entusiasmo, incluido el de la candidata presidencial que llega al primer tercio de la campaña con la misma preferencia de cuando, hace siete meses, fue impuesta por el grupo que lidera el oligarca Claudio X. González.
Sin más propuestas que las ocurrencias que improvisa y marchita la frescura que le atribuían sus impulsores, Xóchitl Gálvez ya no la está pasando bien. Se le se ve lerda en los mítines, apesadumbrada en sus conferencias, harta en su relación con los partidos, ninguneada por las élites y hasta ha renunciado a encontrarse con más mexicanos.
La agenda proselitista de Gálvez en el primer mes de campaña y hacia los próximos dos acreditan que ya está vencida: Mientras que Claudia Sheinbaum hizo 117 eventos políticos, públicos y privados, ella efectuó sólo 38, menos de la tercera parte.
Y mientras que la candidata de la coalición que encabeza Morena ha agendado 420 eventos políticos para un total de 618, según la información oficial entregada al Instituto Nacional Electoral (INE), la representante del PRIAN ha programado sólo 19 por realizar para un total de 67. Es decir, seis veces menos.
El contraste entre Sheinbaum, la candidata puntera, y Gálvez, la retadora rezagada, es evidente. Claro, la candidata del PRI aún puede agendar más actos públicos, muchos más si aún tiene ganas.
La alarma en la derecha ya no es por la derrota de Xóchitl Gálvez, que de hipótesis mudó a certeza, sino que este fiasco arrastre a las candidaturas al Congreso y a los gobiernos estatales, las únicas trincheras de la oposición para los siguientes años.
Aunque sólo el PAN defiende gubernaturas, la de Guanajuato y la de Yucatán, la apuesta es arrebatarle a Morena al menos el estado de Morelos, y en el Congreso obtener la mayoría simple en la Cámara de Diputados.
La estéril candidatura de Gálvez pone en duda estos planes de la oposición, cuando faltan dos meses de campaña y con el único tema que fijó en la agenda pública, la asociación del presidente Andrés Manuel López Obrador con el narcotráfico, que resultó contraproducente.
Por eso los tres debates entre los aspirantes a la Presidencia de la República, el primero de los cuales es el próximo domingo 7, son una de las dos apuestas de Gálvez para tratar de aproximarse a Sheinbaum. La otra sigue siendo, pese a su esterilidad hasta ahora, la guerra sucia.
El equipo de Gálvez no planea, en los tres debates, nada distinto contra Sheinbaum a la agenda que ha impulsado toda la oposición: El accidente de la Línea 12 del Metro, la violencia criminal, la “complicidad” con el narcotráfico, la “elección de Estado”, el “desastre” del sistema de salud” y la “subordinación” a López Obrador.
Y lo único que puede ofrecer es la involución que que ha planteado en siete meses: Gobernar con los mismos del PRI, del PAN y del PRD para regresar el Seguro Popular, las guarderías y la estrategia de guerra de Felipe Calderón, que eso es lo que representa construir una nueva cárcel de alta seguridad y volver a poner a los saldados a soltar balazos.
A principios de año, aún había optimistas en el crecimiento y hasta en la remontada de Gálvez, porque pensaban que Sheinbaum había llegado a su “techo”, pero tres meses después, sin un sólido y profesional equipo de campaña, hasta los más experimentados están conscientes de la catástrofe que está en curso.
Sobre todo si Morena y sus aliados logran que se generalice el desánimo en la oposición para que se abstenga de votar y, en sentido contrario, éstos logren movilizar en todo el país para la tan anhelada mayoría calificada en el Congreso, denominada “Plan C”.
Por supuesto, todavía faltan dos meses de campaña y que los mexicanos salgan a votar el domingo 2 de junio, pero después de siete meses de disputa de los dos proyectos que están en juego, desde los procesos internos de julio-agosto, puede concluirse que, salvo una tragedia, la victoria de Sheinbaum está segura.
Como decimos los mexicanos cuando algo ya se consumó, este arroz ya se coció.
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