Sandra Lorenzano
02/04/2023 - 12:03 am
Un lugar para ser vistx
¿Saben qué es lo más conmovedor del Queer Britain? Escuchar los testimonios emocionados de quienes visitan el museo. Escuchar a gays, lesbianas, personas trans, no binaries y + decir que por primera vez sienten que pueden ver su propia historia.
En pleno centro de Londres, frente a un pequeño jardín, un restaurante coreano y un edificio en construcción, está el primer museo del Reino Unido dedicado la comunidad LGBT. Fotos, objetos y documentos tejen una trama de luchas y celebraciones digna del arcoíris y todas las banderas que lo acompañan. Inaugurado en 2022 cuando se cumplía el 50 aniversario de la primera Marcha del Orgullo en el país, el Queer Britain recorre más de un siglo de activismo, arte, cultura e historia. Luminoso e irreverente cuenta, con rigor histórico y empatía, pero a la vez con enorme desparpajo (¡cómo no!), historias que, en cierto modo, nos tocan a todxs quienes, por distintos motivos, hemos estado cerca del movimiento.
Allí se puede ver una reproducción de la puerta de la celda en la cual Oscar Wilde estuvo encerrado, acusado de sodomía, y detrás de la cual escribió De profundis; o el vestido que usó Divine, en Pink Flamingos, del irreverente cineasta de culto John Waters; o una cabeza en bronce de Virginia Woolf; o la capa de colores que cubrió a Olly Alexander, el cantante de Years & Years, en su ya mítica presentación en Glastonbury, entre otras decenas y decenas de cosas que ver, que leer, que escuchar…
Y por ahí, en uno de los espacios que le canta al amor entre mujeres, está, por supuesto, el relato de la vida de la genial Anne Lister (1791-1840), a quien suelen llamar “la primera lesbiana moderna”. Lister vivió abiertamente su sexualidad; incluso se casó con Ann Walker, aunque su matrimonio no tuvo reconocimiento legal. Desde la adolescencia llevó un diario en el que dejó testimonio de sus relaciones, de sus viajes, del manejo financiero de sus tierras, así como del acoso que sufrió. Estos diarios -escritos, en gran medida, en un código cifrado, mezcla de álgebra y griego antiguo, más símbolos antiguos e incluso signos del zodiaco- forman parte del “Programa Memoria del Mundo de la UNESCO”, que dice “además de ser un valioso retrato de los tiempos de la autora, constituyen el ‘relato exhaustivo y dolorosamente honesto de la vida de las lesbianas y las reflexiones sobre su naturaleza, lo que ha hecho que estos diarios sean únicos’.”[1] Hoy la serie “Gentleman Jack” (producida por HBO) recrea, a partir de los textos, la vida de este personaje icónico.
Junto a un sombrero de copa igual al que usaba Anne Lister, hay una pequeña figura de pasta con la imagen de las “Ladies of Langollen”: dos mujeres de la aristocracia anglo-irlandesa que desafiaron con su relación las normas de la época. Menos conocida hoy que la de Lister, la historia de la pareja formada por Eleanor Butler (1739-1829) y Sarah Ponsonby (1755-1831) tampoco fue fácil. El amor comenzó casi cuando se conocieron; Eleanor tenía entonces veintinueve años y Sarah sólo trece. ¡Imagínense el escándalo! Pronto comenzaron a soñar con vivir juntas, pero tardaron casi una década en intentar escapar del destino que sus padres tenían pensado para ellas: el matrimonio con un hombre o el convento. Intentaron huir de sus casas vestidas de hombre, pero las encontraron y las separaron. Finalmente, la familia de Sarah, viendo que la joven se enfermaba cuando estaba lejos de Eleanor, protegió a la pareja y la ayudó a buscar un hogar. Se instalaron entonces en Gales, donde llevaron una vida amorosa y tranquila a lo largo de cuarenta años. Leían, estudiaban -eran grandes admiradoras de Rousseau-, cuidaban su jardín, y recibían a los visitantes que empezaron a llegar atraídos por la historia de “las señoritas”. Lord Byron, Walter Scott, Percey Shelley, el Duque de Wellington, entre otros, pasaron por Plas Newydd; un lugar que aún hoy puede visitarse.
¿Saben qué es lo más conmovedor del Queer Britain? Escuchar los testimonios emocionados de quienes visitan el museo.[2] Escuchar a gays, lesbianas, personas trans, no binaries y + decir que por primera vez sienten que pueden ver su propia historia, que éste es un espacio para que la comunidad se conozca a sí misma, que si hubiera habido algo así cuando eran jóvenes se hubieran sentido menos solxs, menos incomprendidxs, menos asustadxs. La memoria, lo sabemos, sirve también para tejer lazos solidarios, para encontrar ojos que nos miran y al mirarnos nos protegen (“A place to be seen”, es el lema del museo), para ayudarnos a abandonar todos los clósets, para que nadie más tenga que esconderse nunca, para celebrar a lxs que fueron, a lxs que son y a los que serán.
[1] Ver el artículo “Caballero Jack: los diarios de Anne Lister”, en la página de Ménades Editorial
[2] Ver https://queerbritain.org.uk/
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