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Sin Fronteras

02/02/2019 - 12:02 am

Otra forma de ayudar a los venezolanos

Los últimos acontecimientos políticos en Venezuela han provocado una polarización que requiere encontrar alternativas.

Más allá de este plano diplomático hay otras formas de ayudar para aliviar a quienes están en medio de este dilema. Foto: AP

Por Dra. Leticia Calderón Chelius
@letichelius

Los últimos acontecimientos políticos en Venezuela han provocado una polarización que requiere encontrar alternativas. A nivel diplomático hay países, como México y Uruguay en la región latinoamericana que han decidido ofrecer una opción para no cerrar las vías del debate y poder eventualmente dar lugar a salidas negociadas. La sola propuesta de “tercer posibilidad” rompe la dicotomía de “conmigo o en mi contra” que solo refuerza la polarización entre los bandos. Desde México el llamado es a evitar a toda costa y por encima de cualquier pronóstico, intervenciones militares o violencia de quienes hoy se ven como rivales pero al final, todos son venezolanos. Un conflicto violento en la región es el peor de todos los posibles escenarios imaginados por lo que hay que insistir en encontrar caminos alternativos.

Más allá de este plano diplomático hay otras formas de ayudar para aliviar a quienes están en medio de este dilema. Desde México una primera propuesta es que nuestro país reconozca a la comunidad venezolana que ha llegado a nuestro país como parte del éxodo de más de 3 millones de venezolanos que han salido de su país en tiempos recientes. Estos venezolanos han emigrado no por gusto, sino por condiciones extremas que los obligaron a abandonar su patria y a la que seguramente muchos añorarán volver cuando se restablezca la democracia y la economía retome un nivel aceptable.

Para darle forma a este reconocimiento el gobierno mexicano puede agilizar los trámites burocráticos migratorios de quienes como extranjeros han elegido radicar en México –trámites siempre tortuosos y casi crueles para quienes depende de esto para establecerse-. Puede también apoyar los procesos de reunificación familiar en curso que en general se prolongan dolorosamente e incluso, puede facilitar y hasta promover esa opción para que quienes buscan reencontrarse con sus seres queridos en nuestro país lo hagan de manera expedita. Podría dar incluso un paso mayor que aunque parece banal para los gobiernos, para muchas personas haría una diferencia sustancial en sus vidas, se trata de modificar nuestra política de equivalencias y reconocimientos académicos para permitir que la inserción escolar y laboral reconozca la trayectoria de cada uno, medida que se ha discutido durante años, pero que sigue siendo un pendiente que afecta a miles de personas en nuestro país –por cierto no solo a extranjeros-. Este simple hecho permitiría una integración menos difícil a la cotidianidad mexicana y daría la posibilidad de que quien tiene un certificado o titulo obtenido en el extranjero aproveche, dependiendo cada caso, su bagaje cultural, social y educativo al máximo.

Estas medidas deben extenderse naturalmente a cualquier contingente nacional que elige a México como país para radicar, pero en el caso de los venezolanos, su puesta en marcha enviaría un mensaje contundente a esa comunidad: México apuesta por el diálogo a nivel diplomático y a la par, en los hechos, da una mano generosa a quienes lo necesitan. Eso es diplomacia a ras de suelo, donde duele, donde cala.

Hasta el momento México es uno de los países del Continente que menor número de venezolanos ha recibido de esto que ha sido llamado como el gran éxodo de nuestra época (después de los sirios). A diferencia de países como Colombia (más de un millón), Brasil (75 mil), Argentina (130 mil) , Perú (500 mil), Chile (108 mil), Ecuador (220 mil), Panamá (94 mil), que han recibido oleadas de miles de exiliados cada uno, México ha sido un país con un flujo muy menor dado nuestro tamaño y peso internacional (40 mil). Pese a esto, nunca oímos a funcionarios mexicanos, ni políticos, vaya, ni a la parte de la sociedad mexicana especialmente preocupada por el conflicto en Venezuela, ofrecer abrir las puertas de nuestro país como parte de la tradición de hospitalidad de la que tanto nos ufanamos en México.

Por tanto, si reconocemos que a la par de la geopolítica diplomática que desafortunadamente se tensa cada vez más, en medio hay personas que lo único que quieren es reencontrar la paz y la vida digna, entonces, aprobar algunas “simples” medidas migratorias burocráticas podrían ser un mensaje tan fuerte y contundente como lo son todas las reuniones de alto nivel que sean necesarias para que las partes en conflicto encuentren una salida pronta a esta dolorosa crisis.

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