Los manglares tienen la capacidad de regenerar el ecosistema cuando sufren perturbaciones causadas por un fenómeno hidrometeorológico.
Por Zoilo Carrillo
México, 2 febrero (EFE).- Los manglares -un tipo de humedal que solo crece en la costa- son conocidos por ser la guardería de los peces y darles cobijo a temprana edad. Además, su intervención en el ciclo del carbono resulta importante para mantener a raya al cambio climático, dijo a Efe el biólogo Samuel Velázquez.
“Sabemos que son ecosistemas con alta diversidad y regulan los flujos de los gases capturando una gran cantidad de carbono, y con eso ayudan a hacer frente al cambio climático”, aseguró el analista de percepción remota en la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
Desde 2012, el experto lleva monitoreando los manglares e indicó que, de haber una notable disminución de los mismos en el mundo, se ocasionaría “una mayor concentración de carbono en la atmósfera”.
Hoy es el Día Mundial del Humedal, conocido como zona de transición entre los ecosistemas terrestres y acuáticos, inundados parcial o permanentemente.
En los manglares crecen los peces -entre otras especies- en su edad temprana, por lo que se les llama cariñosamente “guardería de peces”.
Los manglares se ubican únicamente en las costas y en México se reportan 775 mil 555 hectáreas desde que se realizara el último monitoreo en el 2015.
Entre 1970 y 1980 México poseía 856 mil 450 hectáreas de manglar, cifra que se vio reducida con los años.
En 2005 se contabilizaban 774 mil 134 hectáreas y en 2010 un nuevo descenso de la población hasta las 764 mil 774 hectáreas, cifra que se incrementó en los siguientes cinco años hasta llegar al nivel actual.
Esta recuperación se debe a que el manglar “ha recobrado mucho auge a nivel nacional y a nivel internacional” y en la década del 2000 se actualizaron las normas de protección, declarando como especies amenazadas a cuatro tipos de manglares y prohibiendo cualquier alteración del ecosistema.
Tomando los resultados de los análisis realizados durante 10 años, Velázquez afirmó que el factor humano -la construcción de hoteles y caminos en esas zonas sin un estudio previo- es, sin duda, uno de los principales agentes que propician pérdidas.
“En la península de Yucatán han hecho muchas construcciones de hoteles y caminos sin estudios previos y recientemente ya tenemos estudios que demuestran que los cambios en los regímenes hidrológicos de los manglares son un factor de alteración para ellos”, abundó.
Asimismo, indicó que el incremento de estudios ambientales -“algo que no sucedía hace 30 o 40 años”- ha favorecido a la ganancia de la especie.
No solo el ser humano ha impactado en los manglares, también los efectos hidrometeorológicos influyen en su salud, como ya ocurrió con el paso del huracán Wilma en el año 2005, que arrasó “una superficie considerable de manglares en Quintana Roo”, en el sureste de México.
Cuando los manglares sufren perturbaciones causadas por un fenómeno hidrometeorológico, estos tienen la capacidad de regenerar el ecosistema “si se dan las condiciones que tenía normalmente”, explicó.
Sin embargo, si el ser humano actúa sobre el ecosistema pensando que ha sido destruido por una catástrofe natural, a menudo impiden su recuperación.
Otra de las aportaciones al bienestar del planeta es su función como reguladores del clima y los ciclos del agua.
También existe “un flujo muy importante de nutrientes que aportan a los pastos y arrecifes de coral marinos”, agregó.
Según Velázquez, el valor económico de sus servicios ecosistémicos es más alto que el de los ecosistemas terrestres, aportando 22 mil 832 dólares por hectárea al año.