Slim ha sido positivo sobre la salud de las finanzas en México y ha renegociado contratos de ductos con la Comisión Federal de Electricidad, al tiempo que mantiene interés en competir por obras de infraestructura, especialmente, el Tren Maya.
Ciudad de México, 2 de enero (Economía Hoy).- Pese a la cancelación del aeropuerto de Texcoco y un año de estancamiento en la economía del país, el empresario mexicano Carlos Slim Helú aumentó su fortuna en 5 mil 400 millones de dólares en 2019.
Slim pasó de contar con 54 mil 800 millones de dólares a 60 mil 200 millones, de acuerdo con el índice de los hombres más ricos del mundo de Bloomberg. Esto lo convierte en la onceava persona más rica del mundo.
Tal y como dijo en campaña, Andrés Manuel López Obrador prometió echar atrás la construcción de un nuevo aeropuerto para la capital del país de 13 mil millones de dólares que inició su antecesor Enrique Peña Nieto. Slim tenía la mayor parte de los mil 600 millones de dólares en fibra E, un instrumento financiero que utiliza el Gobierno para atraer inversión de particulares a la obra.
Pese al desaire, Slim mantuvo una suerte de apoyo al presidente López Obrador, desmarcándose de las críticas de la iniciativa privada por el nulo crecimiento del país en el primer año de Gobierno, Slim ha sido positivo sobre la salud de las finanzas en México y ha renegociado contratos de ductos con la Comisión Federal de Electricidad, al tiempo que mantiene interés en competir por obras de infraestructura, especialmente, el Tren Maya.
Slim y López Obrador han mantenido una buena relación desde que este último fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, entablando una alianza que sirvió para rehabilitar el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Por otro lado, dos de las compañías más representativas del magnate, America Movil y Grupo Carso, han tenido retornos positivos en el último año; la primera con 8.17 y la segunda con 1.04 por ciento.
A nivel internacional otros de los hombres más ricos del mundo mantuvieron una racha en ascenso, como Bill Gates que pasó de 93 mil millones de dólares a 113 mil, ubicándose hoy como el segundo hombre más rico del mundo, detrás de Jeff Bezos, fundador de Amazon.
Luego de la tensión durante la campaña presidencial, una gran parte del sector empresarial se abrió al diálogo con el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, mediado por el Jefe de la Oficina de Presidencia, el empresario Alfonso Romo Garza. A finales de noviembre se sentaron en la primera fila del Salón Tesorería en Palacio Nacional para presentar juntos el Plan Nacional de Infraestructura 2020-2024 tras meses de reuniones.
“La inversión pública es desde luego importante, pero funciona básicamente como inversión semilla para detonar el crecimiento con la participación del sector privado”, aseguró López Obrador frente al empresario más rico del país, Carlos Slim Helú; el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Carlos Salazar Lomelí; el presidente del Consejo Mexicano de Negocios (CMN), Antonio del Valle Perochena; el presidente de la Asociación de Bancos de México, Luis Niño de Rivera Lajous; el presidente honorario del Grupo Financiero Citibanamex, Roberto Hernández Ramírez (a quien llegó a señalar como miembro de “la mafia del poder”), entre otros.
“Esta es una muestra de que hay voluntad, hay una clara, franca manifestación de apoyo para que juntos logremos sacar adelante a nuestro querido México”, agregó.
En el mundo hay recursos financieros suficientes para invertir en el desarrollo de infraestructura mexicana, afirmó Slim y destacó que estos proyectos serán “la palanca del crecimiento económico” que México necesita.
“¿Por qué hay muchos recursos financieros en el mundo? porque las tasas de interés son negativas en Europa, son negativas en Japón, en Estados Unidos son del uno y medio por ciento, negativas en términos reales, y no hay mejor alternativa que conducir la inversión a México”, planteó el empresario durante la inauguración del Túnel Emisor Oriente.
Afirmó que no solo los bancos del mercado están disponibles, si no los recursos de la banca mexicana y hasta los de los fondo de pensión que “son enormes”.