El fundador de los Legionarios de Cristo fue obligado por la Santa Sede en 2006 retirarse de la vida pública ante las decenas de acusaciones de abuso sexual y falleció dos años después sin pedir perdón, a pesar de que una comisión de investigación ya había revelado estas actividades delictivas.
Madrid/Ciudad de México (ElDiario.es/SinEmbargo).- El cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, ha reconocido que el Vaticano tenía constancia de los abusos del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, según ha informado El País.
Braz ha asegurado que la Santa Sede contaba con documentación desde el año 1943 sobre la pederastia de Maciel. “Tengo la impresión de que las denuncias de abusos crecerán, porque solo estamos en el inicio. Llevamos 70 años encubriendo, y esto ha sido un tremendo error”, ha apuntado a la revista católica Vida Nueva.
El fundador de los Legionarios de Cristo fue obligado por la Santa Sede en 2006 retirarse de la vida pública ante las decenas de acusaciones de abuso sexual y falleció dos años después sin pedir perdón, a pesar de que una comisión de investigación ya había revelado estas actividades delictivas.
Tal y como reconoce ahora Braz, Maciel estuvo protegido por Juan Pablo II. “Es un guía eficaz de la juventud”, llegó a plantear el papa polaco sobre Maciel cuando las denuncias eran ya públicas.
Este sacerdote llegó a nuestro país a finales de los años 40 del siglo pasado para extender su fundación, protegido por el ministro franquista de Asuntos Exteriores del Alberto Martín Artajo. Venía avalado por el papa Pío XII, que lo recibió en 1941, nada más fundar los Legionarios de Cristo. En aquella época este sacerdote con apenas 21 años.
Maciel fue investigado en varias ocasiones, según informa el medio. En la década de los 50 se realizó por encargo del cardenal Alfredo Ottaviani, aunque no se resolvió nada y el fundador de los Legionarios de Cristo salió fortalecido de este procedimiento. En 1999 Ratzinger tampoco actuó. Finalmente, en 2006 tras un aluvión de denuncias, entre las que se encontraban quejas de mujeres con las que Maciel había tenido hijos, Benedicto XVI tomó la decisión de castigarle y le obligó a retirarse en México dedicado “a la penitencia y la oración”.