El incremento en feminicidios en México a partir del 2018 ya es en sí alarmante, pero a comparación de otros países hace falta información que permita contextualizar estas muertes violentas y fortalecer las políticas públicas para prevenirlos, advirtieron ONGs.
Ciudad de México, 1 de diciembre (SinEmbargo).– En los últimos cuatro años, se ha registrado un incremento en los asesinatos de niñas y mujeres por motivos de género en México, encontró un estudio publicado recientemente por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
En el 2021, alrededor de 45 mil mujeres y niñas fueron asesinadas en todo el mundo, a manos de sus parejas sentimentales u miembros de sus familias –de un total estimado de 81 mil 100 que murieron violentamente–, lo que significa que cada hora fueron asesinadas al menos cinco mujeres o niñas, indicó el reporte de UNODC.
Sin embargo, no hay datos que permitan precisar en México cuántas víctimas tenían una relación de pareja sentimental o parentesco con el victimario, puesto que las cifras oficiales no cuentan con mayor información contextual sobre estas muertes violentas.
“En 2021, el número de mujeres y niñas víctimas de una muerte violenta fue de cuatro mil 002 según este registro [del Inegi]”, compartió Salomé Flores Sierra Franzoni, Coordinadora del Centro de Excelencia UNODC-INEGI para SinEmbargo. “De esas muertes violentas de mujeres, sólo podemos saber que en 19 casos, el homicida fue el esposo o cónyuge y en 10 casos, fue el padre, la madre o un hijo”.
A comparación de los hombres, registró el informe, las mujeres sufren de mayor violencia homicida en sus hogares y a manos de sus parejas sentimentales o familiares: mientras que la cifra de hombres asesinados en estas condiciones es del 11 por ciento, las mujeres son víctimas de estas condiciones en un 56 por ciento; es decir, cinco veces más.
“El hogar tendría que ser el lugar en el que las mujeres y niñas se sienten seguras y protegidas. Tendrían que sentirse a salvo y los datos nos dicen que las mujeres y niñas tienen mayores probabilidades de ser asesinadas por su pareja sentimental o algún familiar en comparación con los hombres”, lamentó Flores Sierra Franzoni.
La información obtenida en el informe son un indicador de un problema estructural, profundizó, en el cual se reproducen y legitiman esquemas de relaciones de poder, dominación y control sobre mujeres y niñas, que a su vez se manifiesta como problemas de convivencia y un ambiente de violencia en la familia o en las relaciones sentimentales.
“Es fundamental, destinar recursos para implementar programas e intervenciones de fortalecimiento de habilidades para la vida, por ejemplo, para que hombres y mujeres mejoren sus habilidades de comunicación y de gestión de conflictos. También es importante, enfocar esfuerzos para transformar las actitudes, creencias y normas tanto de hombres como de mujeres respecto de las normas y los estereotipos de género buscando que las conductas de control, maltrato y subordinación ya no sean toleradas”, consideró.
FEMINICIDIOS INCREMENTAN A PARTIR DE 2018
El estudio de la oficina de las Naciones Unidas indicó que en el caso particular de México, los feminicidios han incrementado a partir del 2018, un hecho contextualizado por un incremento generalizado de la violencia homicida que afecta tanto a hombres como a mujeres.
Las cifras para México tomadas por la UNODC parten de dos fuentes: por un lado, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, y del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) por el otro, detalló la especialista. ”Es importante revisar distintas fuentes para conocer la magnitud real de la violencia feminicida”, remarcó.
Para obtener mejores datos sobre las muertes violentas de mujeres y niñas, la especialista de UNODC consideró importante fortalecer y capacitar con perspectiva de género a los equipos de investigación y servicios periciales de las fiscalías de todos los estados, así como estandarizar los procesos y metodologías para el registro y recolección de información en las instituciones de justicia.
“Si bien hay avances importantes, se puede hacer mucho todavía para homologar los datos y las variables que se registran, además de mejorar su difusión en formato de datos abiertos para que todos los podamos consultar fácilmente”, expuso.
Las cifras muestran este incremento sostenido en feminicidios a partir del 2018, resultando el 2021 como el año con mayor número de muertes por motivos de género. De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el 2021 se registraron 978 presuntos feminicidios en todo el país, siendo agosto de ese año el mes históricamente más letal para mujeres, con 108 presuntos feminicidios.
Para años anteriores, la cifra fue de 946 en el 2020, 942 para el 2019, y 898 en el 2018, lo cual es consistente con la observación de UNODC respecto al incremento sostenido de feminicidios. A esto se suman los homicidios dolosos, que para el 2021 sumaron dos mil 746, dos mil 801 en el 2020, dos mil 875 en 2019 y dos mil 759 en el 2018.
“¿Qué explicación podemos darle al incremento de la violencia contra niñas y adolescentes en el país? Es una situación compleja que tiene por lo menos tres elementos”, dijo al respecto Tania Ramírez de Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).
Por un lado, en el país existe una crisis de violencia y violencia armada, que también conlleva problemáticas como agresiones, muerte, desaparición, reclutamiento de niñas, niños y adolescentes para grupos delictivos; entre otros. También, en lo que compete directamente la violencia contra niñas y adolescentes hay un problema de adultocentrismo, en el cual estos grupos no son vistos como sujetos de derecho y por tanto tampoco se les escucha. Finalmente, hay un machismo en México que afecta no solamente a mujeres adultas, sino también a niñas y adolescentes.
“Tenemos por supuesto que gestar y que transitar hacia un cambio cultural en el que las niñas, las adolescentes sean reconocidas en tanto niños y niñas que son la tercera parte de la población y que son titulares de derechos”, indicó. “Pero también vivir un cambio cultural a la par (…) una alerta sobre cómo las niñas en tanto mujeres también sufren de toda esta violencia sistémica que se ha estado denunciando y como en algunos casos, la sufren en primera línea o de manera reforzada por la violencia adultista”.
FALTA CONTEXTUALIZAR FEMINICIDIOS
En un informe publicado por la organización MundoSur en este año, titulado “Fem(in)icidios bajo la lupa en América Latina y el Caribe: Desafíos para un análisis interseccional”, ya se advertía que los datos oficiales de feminicidios en México únicamente consideran la variable de edad como grupo etario, pero no hay información que permita visibilizar: transfeminicidios, la identidad étnica, si la víctima tenía alguna discapacidad, si era migrante, cuál era el vínculo de la víctima con el victimario, su situación económica ni si tenía descendencia bajo su cargo.
Este tipo de información es particularmente importante porque permite elaborar políticas públicas efectivas que realmente puedan aportar una solución a los feminicidios. “Es imprescindible conocer con profundidad la realidad de las mujeres a las que se destinan esas política públicas. En este sentido, es importante conocer los escenarios, pero también las interseccionalidades, como si las mujeres víctimas eran principalmente migrantes, habitaban en zonas rurales, vínculo víctima-victimario, modalidad de crimen, entre otras”, explicó Eugenia D’Angelo, coordinadora del informe de MundoSur.
A esto hay que sumarle tener información sobre otros tipos de violencias que generalmente quedan desatendidas por el Estado, por lo que se necesita también general acciones multiactor, multinivel y multilaterales que involucren no sólo a instituciones gubernamentales, sino también a la sociedad civil, academia y sector privado.
“Todos tenemos un rol que jugar desde nuestro lugar. La prevención lógicamente es el mejor mecanismo, y el rol del Estado aquí es ineludible, pero también es importante la sensibilización sobre la violencia con base en género, la deconstrucción de estereotipos, la importancia de la igualdad”, expuso D’Angelo. “Si la sociedad en su conjunto está más sensibilizada a una persona víctima de violencia que le cuenta un hecho y su palabra es recepcionada a través de una escucha activa y empática, sin juzgar, y luego orientada hacia organizaciones de la sociedad civil especializadas en acompañamiento a víctimas o a hacia la justicia, según el caso, es más probable que lleguemos de forma temprana a una situación de violencia y no tengamos que llorar a una compañera más.”