Andrés Manuel López Obrador se convierte hoy en el primer Presidente de la República de izquierda en la Historia de México, luego de dos intentos fallidos. Se trata, en palabras del historiador Lorenzo Meyer Cossío, del final de un régimen y del inicio de otro, luego de una elección histórica en la que los mexicanos derrocaron en una votación masiva a la maquinaria priista para la compra y coacción del voto.
Ciudad de México, 1 de diciembre (SinEmbargo).- Andrés Manuel López Obrador se convierte hoy en el primer Presidente de la República emanado de la izquierda en la Historia del país. Llega este sábado a Palacio Nacional con el respaldo de una arrolladora votación que le dio no sólo la Banda Presidencial, sino una mayoría aplastante en el Congreso de la Unión.
La “tercera fue la vencida” para López Obrador, quien luego de dos intentos y de fundar su propio partido, arrasó con sus adversarios con 53.1 por ciento de los sufragios (30 millones de votos) el 1 de julio, para coronarse como el Presidente con mayor legitimidad de los últimos tiempos.
Con la promesa de la “Cuarta Transformación”, el tabasqueño no sólo conquistó la Presidencia de la República: su partido –Movimiento Regeneración Nacional (Morena)– obtuvo una mayoría aplastante en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República, así como en varios congresos locales, lo que le permitió llegar a este día con un paquete ambicioso de iniciativas aprobadas y ya en marcha.
“En esta ocasión gracias a las elecciones del 1 de julio de 2018 ya no hay la posibilidad de un mismo régimen, sino que los que tomaron el poder anuncian que son un nuevo régimen. Lo anuncian de una manera muy peculiar: es la Cuarta Transformación, bueno apelando a la historia política de México; igual hubieran podido decir es el inicio de un régimen”, dijo Lorenzo Meyer Cossío, historiador e investigador de El Colegio de México (Colmex), en entrevista con SinEmbargo.
La pesadilla para unos y el sueño por la conquista del poder para otros se cumplió: el tabasqueño, originario de Macuspana, Tabasco, asume la Presidencia de la República, luego de los comicios más importantes de la historia de México. López Obrador, quien contendió en 2006 y 2012, obtuvo la victoria después de casi 40 años de lucha social, de un infarto, de construir un partido y después de la derrota de 2012 frente al priista Enrique Peña Nieto.
A las ocho de la noche del 1 de julio pasado sus contrincantes salieron a reconocer su victoria. Primero lo hizo José Antonio Meade Kuribreña, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la apuesta del régimen priista que, luego de 12 años, había recuperado el poder en 2012 en unos comicios plagados de irregularidades.
“Reconozco que los resultados no me favorecen […]. En este momento daré a conocer que de acuerdo a las tendencias fue Andrés Manuel López Obrador quien tuvo la mayoría. Por el bien de México le deseo el mejor de los éxitos. Él tendrá la responsabilidad de conducir al país”, dijo esa noche el candidato del PRI.
Minutos más tarde, antes de las ocho y media de la noche, apareció Ricardo Anaya Cortés, abanderado de la alianza del Partido Acción Nacional (PAN), Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC).
“México quería un cambio y eligió el proyecto de López Obrador”, dijo resignado el panista.
El historiador Lorenzo Meyer definió lo sucedido el 1 de julio como uno de los logros más importantes de la sociedad mexicana en las últimas décadas: como el día en el que los mexicanos lograron vencer a la maquinaria priista para la compra y coacción del voto.
“Ahí se vio que habían llegado a su límite las viejas formas de control […], cuando la oposición logró una masa tan importante aplastó una de las armas más importantes para mantenerse en el poder al partido que le dio la calidad a la política mexicana en todo el siglo XX y principios del XXI”, dijo en entrevista.
Pero la victoria que hoy saborea López Obrador no fue fácil. El camino no fue terso y el tabasqueño, luego de la elección Presidencial de 2012 y de iniciar la construcción de una nueva fuerza política con miras a los comicios de 2018, enfrentó los obstáculos para la construcción del nuevo partido y hasta un infarto.
LAS DOS CAMPAÑAS FALLIDAS
Después del intento de desafuero, los siguientes seis años fueron agitados para López Obrador. Estuvo muy cerca de la victoria y de la acariciada banda presidencial en 2006.
En 2006 estuvo a medio punto de la victoria. Esa diferencia con Felipe Calderón Hinojosa motivó a la coalición que postuló a Andrés Manuel a denunciar un fraude y los seguidores del tabasqueño cerraron Avenida de la Reforma durante meses.
En la elección de 2006 López Obrador logró la candidatura de la Coalición por el Bien de Todos constituida por el PRD, el PT [Partido del Trabajo] y Convergencia. Sus opositores fueron Felipe Calderón Hinojosa, abanderado del PAN, y Roberto Madrazo Pintado, de la Alianza por México entre el PRI y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM); Patricia Mercado del Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina; y Roberto Campa Cifrián del Partido Nueva Alianza (PANAL).
Entre enero y marzo López Obrador tuvo entre el 38 y 39 por ciento de las preferencias electorales y el segundo lugar, Calderón Hinojosa, se ubicaba en 35 por ciento, seguido de Madrazo Pintado con 27 por ciento y el resto de lo contendiente con un porcentaje marginal.
Sin embargo, al acercarse los comicios las encuestas mostraban un empate entre López Obrador y Calderón con 34 por ciento de la intención del voto para ambos.
Algunos analistas afirman que la pérdida de puntos del tabasqueño se debió a su inasistencia el Primer Debate Presidencial, que le habría restado cuatro puntos, y por haber llamado “chachalaca” al entonces Presidente de la República Vicente Fox Quesada.
Durante la campaña, además del éxito que tuvo la frase “AMLO es un peligro para México” para alentar el miedo en contra del tabasqueño, el Consejo Coordinador Empresarial y varios empresarios, ante la falta de regulación en ese momento, inyectaron dinero para denostar al tabasqueño.
La jornada electoral del 2 de julio de 2006 concluyó con un 35.91 por ciento de los votos para Calderón, un 35.29 por ciento para López Obrador (14 millones 756 mil 350 votos) y un 22.03 por ciento para Madrazo Pintado. De acuerdo con el entonces Instituto Federal Electoral (IFE) el panista ganó con una diferencia de un poco menos de 243 mil 934 sufragios.
El IFE acreditó que los empresarios gastaron durante la campaña de 2006 cerca de 200 millones de pesos para favorecer a Felipe Calderón Hinojosa y fomentar el miedo en contra de López Obrador.
Luego de la derrota, Andrés Manuel impugnó la elección y acusó al IFE de ser partícipe de un fraude electoral en su contra. El tabasqueño realizó una primera concentración el 8 de julio en el Zócalo capitalino y después, ese mismo mes, decidió pedir a sus seguidores instalar un plantón desde la plancha del Zócalo capitalino hasta la Fuente de Petróleos, mejor conocido como “el Plantón de Reforma”, la decisión más criticada no sólo por sus detractores, sino por muchos capitalinos que vieron detenida una de las principales avenidas de la ciudad durante meses.
López Obrador exigió “voto por voto, casilla por casilla”, sin embargo el IFE sólo aceptó hacer el recuento del 3.5 por ciento de las casillas. Pero ni el plantón ni el recuento de esos votos fueron suficientes para impugnar la elección y el 5 de septiembre se declaró como Presidente electo a Felipe Calderón Hinojosa.
El 20 de noviembre el tabasqueño se proclamó “Presidente Legítimo” y se puso la banda presidencial. AMLO nombró un Gabinete integrado por José Agustín Ortiz Pinchetti, en la Secretaría de Relaciones Políticas; Bernardo Bátiz, en la Secretaría de Justicia y Seguridad; Octavio Romero Oropeza, en la Secretaría de la Honestidad y Austeridad Republicana; Mario Alberto di Costanzo Armenta, en la Secretaría de la Hacienda Pública; Luis Linares, en la Secretaría de Desarrollo Económico y Ecología; Claudia Sheinbaum Pardo, en la Secretaría Patrimonio Nacional; Bertha Luján Uranga, en la Secretaría del Trabajo; Martha Elvia Pérez Bejarano, en la Secretaría para el Estado de Bienestar; Raquel Sosa Elízaga, en la Secretaría de Educación, Ciencia y Cultura; Asa Cristina Laurell, en la Secretaría de Salud; Laura Itzel Castillo Juárez, en Asentamientos Humanos y Vivienda.
Con el apoyo de su “gabinete legítimo” y sus simpatizantes, Andrés Manuel inició –lo que más tarde derivaría en Morena–la construcción de una estructura que no tenía a lo largo y ancho del país.
En 2012 López Obrador llegó dispuesto a luchar de nuevo por la Presidencia de la República y se convirtió en el abanderado de la coalición “Movimiento Progresista” entre el PRD, PT y Movimiento Ciudadano (MC). Su principal competidor fue Enrique Peña Nieto de la alianza “Compromiso por México” entre el PRI y el PVEM, y Josefina Vázquez MOTA del PAN. En la contienda también participó Gabriel Quadri de la Torre por el PANAL.
Aunque el tabasqueño recibió el apoyo de la base de ciudadanos que había tejido en el país a través de Morena y del #MovimientoYoSoy132, que surgió entre los jóvenes universitarios, López Obrador fue derrotado por el PRI, marcando el regreso del partido que llevaba 12 años sin gobernar al país.
Peña Nieto obtuvo el 38.20 por ciento de los sufragios en los comicios del 1 de julio de 2012 y Andrés Manuel quedó en un segundo lugar con 31.57 por ciento. El PRI y su maquinaria derrotó al abanderado de la izquierda, quien obtuvo en su segunda contienda 15 millones 896 mil 999 votos.
Durante la jornada electoral se confirmó el robo de urnas en Nuevo León, Guerrero, Estado de México e Hidalgo. En su segundo intento, López Obrador acusó al PRI de comprar votos y el IFE logró confirmar que el tricolor utilizó tarjetas Monex.
López Obrador perdía las elecciones, al tiempo que en otros países del continente ganaba la izquierda.
Después de la derrota de 2012, Andrés Manuel renunció al PRD en septiembre de 2012 – luego de militar en ese partido durante 23 años–y anunció que trabajaría en la conformación de Morena como nuevo partido político.
En ese momento no mencionó de un rompimiento radical con el PRD e incluso habló de “caminar juntos” por la transformación del país.
El gran rompimiento vino tres meses después, cuando el PRD se unió al Pacto por México con el PAN, el PRI y el Gobierno federal para impulsar las “reformas estructurales” de Enrique Peña Nieto.
López Obrador se dedicó durante 2013 a la conformación de su partido y a protestar en contra de la Reforma Energética, aprobada finalmente el 12 de diciembre de ese año en la Cámara de Diputados.
El tabasqueño se detuvo en la lucha –justo cuando había convocado a las 10 de la mañana para montar un cerco al Senado de la República para protestar en contra de la dictaminación de la Reforma Energética –la madrugada del 4 de diciembre de 2013. Ese día el corazón del tabasqueño sufrió un infarto en la arteria coronaria y no llegó a las protesta donde lo esperaban miles de sus seguidores.
El cerco al Senado prosiguió, a pesar de que los dirigentes más cercanos, como Martí Batres Guadarrama, se enteraron desde temprano que López Obrador se encontraba internado en el Hospital Médica Sur de la Ciudad de México.
Ese día entre la muchedumbre destacó una mano: la diestra de un hombre bajito que alzó una fotografía de Andrés Manuel como estandarte, enmarcada en un madero con cinta alrededor.
López Obrador estaba sonriendo en el retrato, vestido con un traje azul marino.
Martí Batres Guadarrama lideró el cerco al Senado durante toda la mañana.
“Lo primero que quiero decirles es que Andrés Manuel está bien y se incorporará a las acciones en cuanto se recupere. Damos iniciado al cerco al Senado”, dijo Batres cuando arrancó oficialmente la protesta.
EL NACIMIENTO DE MORENA
El 9 de julio de 2014 Morena, que surgió en 2011 para apoyar la candidatura de Andrés Manuel a la Presidencia de la República en los comicios de 2012, se convirtió en partido político.
Pero el camino para conseguir el registro no fue terso. López Obrador y sus colaboradores tuvieron que “picar piedra” y trabajar duro para lograrlo.
Después de que Andrés Manuel López Obrador rompió con el PRD y anunció que formaría su propia fuerza política, Morena emprendió un camino que le llevó un año entero.
El año anterior, 2013, había cerrado con más de 400 mil afiliados y 25 asambleas en todo el país. El requisito para el registro era lograr 230 mil afiliados y asambleas estatales con un mínimo de 3 mil militantes.
Bertha Luján Uranga era secretaria General de Morena y a finales de diciembre de 2013, días después del infarto del López Obrador y de la resistencia civil en el Senado de la República y la Cámara de Diputados en contra de la aprobación de la Reforma Energética, aseguró que estaban “trabajando con las uñas”, porque sólo tenían el apoyo de diputados y senadores afines a Morena. El trabajo en los estados se volvía más difícil.
“En Baja California el transporte es carísimo y los recursos son limitados. Siempre el norte es más difícil que el sur: las Bajas, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Nuevo León, son estados más difíciles. Allá el proceso se contamina mucho con nuestra relación y cercanía con Estados Unidos, hay un esquema bipartidista, que estamos rompiendo, pero que existe como modelo”, dijo a SinEmbargo en aquella época.
El movimiento se había propuesto llegar en enero de 2013 a millón y medio de afiliados, pero no lo logró debido a la falta de financiamiento. Morena avanzó prácticamente con los recursos de los representantes de Comités Municipales y Estatales de cada entidad.
El plan financiero de Morena proyectó obtener 20 millones de pesos durante 2013, de los cuales 10 millones provendrían a través de 36,000 bonos de aportante fundador que tenían un valor desde los 100 a los 50 mil pesos.
Los bonos fueron firmados por Andrés Manuel López Obrador y Martí Batres Guadarrama, quien fungía como presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Morena. El resto del dinero se obtendría de la aportación de un peso diario por cada afiliado al movimiento y la realización de actividades como bailes, rifas y boteo.
La mitad de los recursos recaudados se destinarían a costear la sede nacional del partido ubicada en ese entonces en la calle Santa Anita número 50, colonia Viaducto Piedad en la Ciudad de México. Varios representantes de comités estatales declararon a este medio que sobrevivieron de las aportaciones de los bolsillos de los voluntarios locales y que no vieron el recurso nacional.
Morena también enfrentó un clima de represión y de violencia en estados como Jalisco, Guanajuato y Querétaro gobernados históricamente por gobernadores y alcaldes panistas y priistas, donde los líderes del movimiento sufrieron hostigamiento por autoridades municipales y en algunos casos exclusión en municipios de extrema pobreza.
En Querétaro por ejemplo, Sinuhé Piedragil Ortiz, presidente en ese momento el Comité Estatal de Morena, afilió militantes gracias a módulos errantes en las plazas y jardines públicos alrededor.
En la zona de la Sierra Gorda, en los municipios de Peñamiller, Jalpan y Landa de Matamoros los líderes locales que afiliaron simpatizantes al movimiento, sufrieron de exclusión de programas sociales por parte del Gobierno.
En León, Guanajuato los representantes de Morena que colocaron módulos en las plazas públicas padecieron de intentos de desalojo constante por parte del municipio.
“Se acercan policías vestidos de civiles diciendo que nos quitemos, que no tenemos permiso. Que si queremos estar ahí, tenemos que pagar dinero como si estuviéramos vendiendo algo en la calle”, narró a SinEmbargo en 2013 Ernesto Prieto Ortega, quien era coordinador de Morena en ese estado.
En el norte del país la guerra entre la bandas criminales afectó la logística del movimiento y volvió a esta región, de por sí difícil para la izquierda, una zona donde se avanzó a paso más lento que en estados del centro y sur del país.
Valeriano Olguín García, un maestro de 60 años de Piedras Negras, Coahuila, apoyó el proceso de afiliación y en aquellos días que la estrategia de colocar módulos en la sede no funcionó, por lo que los organizadores optaron por ir por los simpatizantes casa por casa, pero al final no pudieron tocar la puerta de todos los hogares de Piedras Negras y sus alrededores por el peligro de la violencia.
Tampoco tuvieron la oportunidad de viajar de noche a los municipios de Allende, Morelos, Zaragoza, Jiménez, Hidalgo, Villa Unión, Nava y Guerrero –que también pertenecen al I Distrito Federal Electoral, radio de acción de los representantes de Morena en el norte de Coahuila –porque de noche “todos los gatos son pardos y ‘ellos’ se pueden equivocar”, aseguró Valeriano.
La violencia, aunada a la “vigilancia” de miembros del PRI a la población, hizo más lenta la tarea del movimiento en la región, contó Valeriano. Lo mismo sucedió en Durango, Chihuahua, Tamaulipas y Nuevo León.
El movimiento de López Obrador se caracterizó durante todo 2013 por mantener su distancia con el PRD. El tabasqueño marcó sus límites con las cúpulas perredistas y criticó la firma del Pacto por México por parte de Jesús Zambrano Grijalva, presidente Nacional del PRD en este entonces.
A la par de la lucha por construir un nuevo partido, Andrés Manuel se dio a la tarea de emprender una campaña en contra de la privatización de Petróleos Mexicanos (Pemex) a través de movilizaciones sociales, que no mezcló con las bases perredistas.
En varias ocasiones el tabasqueño condicionó al PRD salirse del Pacto para ir juntos a la lucha por Pemex, condición que fue calificada por las cúpulas del Sol Azteca como un “error político”.
Morena se concibió como la “única oposición” al régimen y se caracterizó por rechazar cualquier negociación o acercamiento con el PRI y con el Presidente Enrique Peña Nieto.
Luego de la aprobación de la Reforma Energética en el Congreso de la Unión, Morena continuó por su cuenta y se negó rotundamente a mezclarse con el PRD.
Con López Obrador aún convaleciente de la cirugía que se le realizó después de sufrir un infarto al miocardio, las riendas del movimiento quedaron en manos de Batres Guadarrama, quien aseguró durante los próximos años que Morena podría coincidir con las bases perredistas, pero jamás con los líderes de las cúpulas.
Cuando López Obrador consiguió el registro de su partido y una vez recuperado del infarto de 2013, el tabasqueño siguió visitando cada poblado y plaza pública que encontrara durante todo 2014; para 2015 Morena estaba listo para estrenarse en las elecciones intermedias de ese año.
Para sorpresa de analistas y de los adversarios políticos del tabasqueño, el partido aún en pañales, arrasó en las urnas de la Ciudad de México y le arrebató el poderío de su principal bastión al PRD.
Meses antes de la elección del 7 de junio de ese año el entonces dirigente nacional del PRD Carlos Navarrete Ruiz declaró a los medios de comunicación que en los comicios se vería “quién es el hermano mayor”.
Las elecciones llegaron y el PRD perdió Guerrero y pasó de un primer lugar en la capital del país a un segundo sitio al perder ocho de las 14 delegaciones que gobernaban en la ciudad y la mayoría de las curules que tenía en la entonces Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF). Su principal contrincante Morena se quedó con cinco de esas demarcaciones y ganó la mayoría en la ALDF para convertirse en el nuevo “hermano mayor” en la capital del país.
De acuerdo con datos del Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF), el Sol Azteca ganó aliando con el PT en Coyoacán (24.96 por ciento de los votos), Iztacalco sin alianza (24.06 por ciento), Álvaro Obregón (23.86 por ciento), Gustavo A. Madero (25.03 por ciento) y Venustiano Carranza (33.98 por ciento), mientras que Morena se quedó con Azcapotzalco (25.7 por ciento), Tláhuac (30.61 por ciento), Tlalpan (29.52 por ciento), Xochimilco (29.71 por ciento) y Cuauhtémoc (29.5 por ciento).
El PAN ganó Benito Juárez (38.90 por ciento) y Miguel Hidalgo (32.95 por ciento), mientras que el PRI aliado con el PVEM obtuvo tres demarcaciones: Cuajimalpa (33.70 por ciento), Magdalena Contreras(26.74 por ciento) y Milpa Alta (33.92 por ciento).
De acuerdo con el IEDF los capitalinos votaron por 19 candidatos de Morena para la Asamblea Legislativa, 11 del PRD, cinco del PAN, tres del PRI, uno del PT y uno del Panal.
Con uno más por representación proporcional Morena se convirtió con 20 asambleístas en la primera fuerza política en la ALDF. El PRD sumó seis plurinominales para ubicarse en un segundo lugar con 17 curules, mientras que el PAN sumó cinco para ubicarse en tercer lugar con 10 diputados y el PRI otros cinco para quedarse con ocho.
Por partido político Morena consiguió el 20.29 por ciento de los escaños, el PRD 25.75 por ciento, el PAN 15.15 , el PRI 12.12, el Verde 4.75, MC 4.55, el Panal, PT y Partido Humanista 1.52 por ciento respectivamente y Encuentro Social 3.03 por ciento.
En las elecciones del siguiente año, el 5 de junio de 2016, la Ciudad de México no sólo refrendó su vocación de izquierda en los comicios de los constituyentes que integrarían a la Asamblea Constituyente que se encargaría de redactar la Constitución de la Ciudad de México, sino la fuerza de Morena en la ciudad.
A pesar del gran operativo de compra de votos que emprendió el Gobierno de Miguel Ángel Mancera Espinosa , entonces Jefe de Gobierno capitalino, a través de la utilización de programas sociales y del empleo temporal a favor de los perredistas, Morena ganó 22 de las 60 curules que serían votadas por los ciudadanos; mientras que el PRD consiguió 19; el PAN 7; el PRI 5; Nueva Alianza y Encuentro Social 2 cada uno; PVEM, MC e independientes uno cada partido.
Para el historiador Lorenzo Meyer lo ocurrido en 2016 en la Ciudad de México, fue la antesala de 2018.
LA ELECCIÓN HISTÓRICA DEL 1 DE JULIO
“Hoy se termina una etapa y vamos a iniciar otra. Triunfamos y ahora vamos a transformar a México”, dijo López Obrador la madrugada del 2 de julio ante una multitud congregada en el Zócalo capitalino, luego de la intensa jornada electoral celebrada el día anterior.
“No tengo más que decirles, darles un abrazo, decirles que no les voy a fallar, decirles que amor con amor se paga, que así como me quieren a mí, los quiero yo. ¡Viva México! ¡ Viva México! ¡Viva México!”, gritó en medio de una lluvia de confeti.
“¡Presidente! ¡Presidente! ¡Presidente!”, le contestó la multitud que lo esperó a las afueras del Hotel Hilton ubicado en Avenida Juárez y que caminó en medio de porras y gritos de euforia hacia el Zócalo para esperar el mensaje del entonces virtual Presidente.
Ese día López Obrador y sus colaboradores no pudieron contener la emoción desbordada por los resultados obtenidos. Morena, el partido con apenas cuatro años de vida, había arrasado: López Obrador con el 53.19 por ciento de los votos dejó muy atrás a su rival más cercano Ricardo Anaya, quien obtuvo el 22.27 de los sufragios, menos de la mitad de los que reunió el tabasqueño. Y el candidato del PRI José Antonio Meade quedó en un lejano tercer lugar con el 16.41 por ciento, sepultando con esos números al régimen de Enrique Peña Nieto y el Grupo Atlacomulco.
A las afueras de la cada de campaña de López Obrador, ubicada en la colonia Roma Norte, había expectación. Los colaboradores y futuros miembros de su Gabinete empezaron a llegar alrededor de las cinco de la tarde. Un poco antes de las seis salieron Tatiana Clouthier Carrillo, su entonces coordinadora de campaña, y la Ministra en retiro Olga Sánchez Cordero.
Sánchez Cordero iba tomada del brazo de Tatiana. Iban sonrientes y emocionadas.
–Tatiana, ¿este arroz ya se coció? – se le preguntó a la sinaloense.
–Se está quemando –contestó emocionada.
Olga Sánchez Cordero afirmó que López Obrador estaba feliz, al igual que sus colaboradores.
La noche aún no iniciaba y en cuestión de un par de horas los adversarios del tabasqueño reconocerían su derrota.
“Ese día lo vi cómo el gran horizonte se abrió para muchos mexicanos. Muchos mexicanos sembraron y Andrés fue entre ellos el que sembró y se cosechó. Es la gran alegría de levantar una cosecha de esperanza en este país”, dijo Tatiana Clouthier para esta entrega en entrevista con SinEmbargo.
En vísperas de que López Obrador asuma la Presidencia de la República, la ahora Diputada federal aseguró que se encuentra emocionada y con sentimientos encontrados.
“Muy emocionada, con sentimientos encontrados. A veces me estremezco, me dan ganas de llorar de alegría”, dijo.
Clouthier Carrillo calificó la transición de López Obrador como un periodo durante el cual el Presidente electo se dedicó a preparar el camino para llegar “directo a trabajar”.
“Llega con mucho aire, con mucho trabajo ya realizado en términos de pavimentación. Pavimentó mucho para llegar directo a trabajar y llega con proyectos listos para empezarse. Llega con un giro y un cambio enorme en lo que la administración pública histórica y la política históricamente ha sido en este país […]. Yo recuerdo esa frase del Maquío [Manuel Clouthier del Rincón, su padre]: ‘nunca más un Presidente de la República volverá a ser un rey, sino que será como el policía, como un servidor público más’. Y Andrés Manuel se ha mostrado como un servidor público más”, expresó Tatiana.
El 1 de julio el electorado no sólo le dio a López Obrador el voto que lo llevaría a la Presidencia de la República, sino también la mayoría en las cámaras que le dio en la Cámara de Diputados a la alianza “Juntos haremos historia” 191 legisladores de Morena, 56 del Partido Encuentro Social (PES) y 61 del PT; y en el Senado de la República 55 por Morena, ocho por el PES y seis por el PT.
Para algunos analistas políticos como Sergio Aguayo Quezada, investigador de El Colmex, durante el periodo de transición ni López Obrador ni Morena demostraron entender “ni el mundo ni a la sociedad que están gobernando” y hubo un desgaste del capital político del tabasqueño con “una rapidez que llama la atención”.
López Obrador enfrentó la crisis que resultó de su decisión de echar abajo la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en Texcoco, pero también las que le resultaron por cuenta de sus colaboradores, como la escandalosa boda en Puebla de César Yañez Centeno –uno de sus hombres de confianza más allegados y quien estuvo junto a él durante más de 20 años–, o el impacto que tuvo en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) la iniciativa del Senador Ricardo Monreal Ávila de reducir o desaparecer las comisiones de los bancos a los usuarios.
A la polémica generada durante los meses que siguieron al triunfo, se le sumó la de Paco Ignacio Taibo II a sólo unas horas de que López Obrador asuma la Presidencia de la República con su declaración en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara: “Sea como sea se las metimos doblada, camarada”.
La declaración de Taibo generó que los mismos legisladores de la bancada de Morena condenaran públicamente la expresión del morenista y retiraran el dictamen que pretendía modificar un artículo de la Ley Federal de las Entidades Paraestatales para que Paco Ignacio, nacido en España, pudiera dirigir el Fondo de Cultura Económica (FCE).
Al conocerse la decisión del Senado, el escritor ofreció una disculpa a través de Twitter y se refirió a su frase como “desafortunada y vulgar”.
Antes de la toma de protesta López Obrador viajó unos días a su finca “La Chingada” en Palenque, Chiapas, para descansar con su familia y preparar su discurso para la toma de protesta de hoy.
“Seguimos en Palenque con nuestros amigos, alternando la escritura del discurso del sábado con la poesía de Nicolás Guillén, leída por Silvio [Rodríguez]. Lo compartimos”, escribió el miércoles en su cuenta de Twitter junto con un video.
“Ayer hablé yo en las ruinas, tomé la palabra. Ahora hemos decidido democráticamente que el vocero sea Silvio. Esto lo acordó Miguel Ángel[Revilla], Aurora, Niurka, Beatriz y ya saben quien”, dijo el tabasqueño en el video compartido, antes de darle la palabra al cantautor cubano Silvio Rodríguez.