Melvin Cantarell Gamboa
01/11/2023 - 12:05 am
Grecia y su destrucción neoliberal
El planeta no puede con la ilimitada expansión del Antropoceno, pues de continuar esta amenaza, sociedades en vías de desarrollo como Grecia, México y muchas otras, entrarán en crisis terminales para las que no habrá solución una vez agotados los recursos naturales.
“Solo la civilización griega es de gente acaudalada, no en riqueza material, sino que vivieron mejor que nosotros; buen alimento y poca necesidad produjeron lo que había de bueno y mejor en sus espíritus; iluminaron su mundo con irradiaciones de belleza, no con colores sombríos y violencia”
F. Nietzsche. El viajero y su sombra
Atento lector, si has abierto este artículo te ruego hacer su lectura completa, no se trata sólo de Grecia, su historia política de los últimos cuarenta años es la crónica anticipada de lo que puede ocurrir en México si el ciudadano opta por la derecha.
El mundo debe mucho a los griegos antiguos, su aguda inteligencia y su conciencia apasionada se manifestó a través de la palabra. La Grecia de entonces sobrepasó a todos los pueblos de su tiempo por medio de su lógica y la educación; en estos campos son todavía modelo de la grandeza de un pueblo, hasta que los alcanzó la barbarie neocapitalista.
Ellos, inventaron la polis (la ciudad), al ciudadano, la democracia, la tragedia, la filosofía y la historia como ciencia; su aportación más excelente continúa siendo el desarrollo del espíritu humano y sus potencialidades a través de la transmisión de conocimientos, ideas, experiencias y habilidades, que durante veinticinco siglos hizo madurar la cultura de Occidente y tiene en Homero el guía y maestro por excelencia; ciego e indigente conocía de todas las cosas y sus poemas, la Ilíada y la Odisea han sido por siglos fuente de enseñanzas para la humanidad; cuántos padres, como yo, hemos dado a nuestros hijos el nombre de sus héroes (mis tres hijos mayores llevan por nombre Aquiles, Ulises y su hermana Ilíada). “La poesía de Homero, según Aristóteles, son las únicas palabras que tienen movimiento y acción, ya que no tuvo a nadie a quien imitar antes que él, tampoco tuvo a nadie tras él que lo pudiera imitar”.
Esta Grecia, que nunca dejaremos de admirar, hoy padece estragos a causa del neoliberalismo. En los últimos cuarenta años han sufrido continuas crisis económicas, políticas y sociales. Grecia es República democrática parlamentaria desde 1975, inició en 1981 un crecimiento constante con su ingreso a la Unión Europea, el proceso fue liderado por el Primer Ministro Kostas Karamanlís del partido derechista Nueva Democracia, quien, en complicidad con el banco de inversión Goldman Sachs ocultó por años el monto de la deuda soberana del país y el déficit de las finanzas públicas; en 2012 la situación económica y social del país desató protestas generalizadas que obligaron al gobierno a reducir inversiones en el sector público con graves consecuencias: el PIB se redujo un 25 por ciento, el 27 por ciento de los trabajadores quedaron sin empleo, el 40 por ciento de la población cayó por debajo de la línea de pobreza; las protestas masivas por el recorte a los salarios y pensiones de los empleados públicos y la severa austeridad impuesta a la población obligaron al Primer Ministro a renunciar en 2012. En 2015 aminora la crisis, el FMI, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y Mecanismos Estabilizadores acuerdan para Grecia un tercer rescate por 86 mil millones de euros y tres años de duración para frenar una posible salida del país de la eurozona. Sin embargo, la solución tuvo efectos colaterales no previstos; tras una breve mejoría económica el país cae en recesión que da lugar a una cuarta crisis.
En 2018, la coalición de la izquierda radical, con Syriza como partido más importante, gana las elecciones parlamentarias y manifiesta su desacuerdo con las soluciones impuestas por las instituciones financieras europeas que da lugar a tensas negociaciones. El Banco Central Europeo realiza actos de fuerza contra Syriza al mismo tiempo que aumenta los costos financieros a los bancos griegos; se llevan a cabo grandes movilizaciones populares en Atenas; en ese marco, el Primer Ministro Alexis Tsipras propone un plan de reconstrucción nacional sin precedentes y por primera vez la economía crece hasta convertirse en la más grande de la región de los Balcanes. Tsipras optó por la combinación de austeridad con reformas estructurales y recortes calculados del gasto público; las acciones fueron consideradas por los acreedores como insólitas y obligan al Gobierno griego a aceptar nuevas medidas de rescate; la maniobra prospera por el apoyo que logra de los más importantes sectores conservadores del país. Tsipras llama a un referéndum para definir si se aceptan o no las medidas; el 60 por ciento de los ciudadanos votan por el no, pero las presiones externas obligan al Gobierno de Tsipras a aceptar las condiciones y deja la Jefatura de Gobierno; regresa después de ganar las siguientes elecciones anticipadas, decide, entonces, abandonar el Plan de Reconstrucción, rebaja un 30 por ciento la nuevas pensiones, aumenta los impuestos, aumenta el IVA al 24 por ciento y eleva el gravamen de la gasolina; una huelga general de 48 horas y la acumulación de problemas después de las elecciones parlamentarias de 2019 en las que Syriza es derrotado hace dimitir a Tsipras que pasa a ser líder de la oposición.
Regresa al poder la derecha neoliberal conservadora encabezada por el Primer Ministro Kyriakos Mitsotakis, quien forma un Gabinete con los personajes destacados del movimiento neofascista griego; para empezar su Gobierno reforma la legislación laboral que otorga a los empresarios la facultad de despedir a sus trabajadores sin explicar motivo, suprime la brigada antifraude de Hacienda, privatiza los bienes públicos: infraestructura turística, terrenos costeros, empresas estatales de gas y electricidad, convierte el país en un paraíso para los millonarios y ciudadanos más ricos y con la finalidad de atraer mayor inversión extranjera, reduce los impuestos y protege las inversiones constitucionalmente contra posibles cambios de política por parte de futuros gobiernos.
En 2023 es reelecto para un segundo mandato en el que se propone concluir sus metas reformistas, como lo demostró el pasado 23 de septiembre, cuando el parlamento griego aprobó una reforma laboral complementaria de la ya mencionada, que eleva hasta trece las horas de trabajo, la semana de seis días laborables y la opción voluntaria de contratarse en un segundo empleo por cinco horas suplementarias diarias; la modificación de la ley laboral introduce también un contrato que establece que los trabajadores no tendrán horario fijo, trabajarán cuando el empleador así lo requiera; por otro lado, prohíbe, en caso de huelga, a los huelguistas impedir a un colega trabajar, si así lo quiere, durante el paro. También establece que el empleado puede ser despedido en el primer año sin previo aviso y sin remuneración, la nueva ley también alarga hasta cinco años la edad de jubilación que era a los 74 años, así mismo, un periodo de prueba de seis meses; todo con el objetivo, según el Ministro de Trabajo griego Adonis Georgiadis de “estimular el empleo”.
Hasta el momento, las organizaciones internacionales obreras han externado una sola razón absolutamente simplistas: los capitalistas quieren aumentar su tasa de ganancia y convertir a los obreros griegos en los esclavos modernos. En Grecia la izquierda radical, los sindicatos e incluso la derecha no oficial se opusieron a la reforma con argumentos parecidos; denunciaron la reforma porque crea condiciones bárbaras de trabajo, agrava la explotación de obreros y empleados en un mercado laboral, ya de por sí escasamente regulado a partir de la llegada al poder de gobiernos neoliberales, a lo que hay que sumar un ambiente en el que muchos temen perder sus empleos.
La amenaza, sin embargo, es mucho mayor, llevar hasta sus límites la explotación de la fuerza de trabajo y legalizarla a través de la legislación laboral no es una propuesta inocente, obedece a criterios de mercado que, además de profundizar la desigualdad, el neoliberalismo en su actual etapa de codicia extrema que apunta al despojo de total que, planteada en términos reales significa poner a las sociedades en la encrucijada: el capital o la vida. En la actual fase de un capitalismo sin límite y sin regulación del Estado, en rigor, la economía transita hacia una nueva época denominada Antropoceno, que obliga al neoliberalismo a acelerar la sobreexplotación de la fuerza de trabajo para concluir la acumulación y centralización del capital; este último salto abre libre paso al desarrollo posneoliberal y poscapitalista que eliminará, substituyéndolos con robots e inteligencia artificial, 800 millones de empleos antes de 2030 que al día de hoy supera los 100 millones.
El proceso descrito, desde mi punto de vista, se explica recurriendo a lo que se conoce como Efecto Mateo, el evangelista escribió: “Quitadle (al negligente holgazán) el talento que tiene y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará más y le sobrará, pero al que no tiene se le quitará. Y a ese empleado inútil, echadlo fuera, a las tinieblas, allí será el llanto y el rechinar de dientes” (Mateo 25:14-30. La Biblia de Jerusalén). El relato fue recogido por Robert Merton quien observó que en el capitalismo, que en su origen pretendió una justicia distributiva, se convirtió más tarde, por las leyes del mercado, en una desproporción generadora de desigualdad. Este efecto que Merton aplicó al campo de los descubrimientos científicos, en el que los reconocimientos se acumulan en los científicos de mayor reputación en perjuicio de sus auténticos creadores, es aplicable para explicar la acumulación de riqueza y bienes provocada por el neoliberalismo, que llevó a escisiones profundas entre sistemas sociales y formas de vida, a diferencias insalvables entre patrimonio sistémico y su identidad con la justicia social, que han provocado la actual crisis orgánica de integridad social, económica, política y ambiental, en la que un capitalismo sin límite transita hacia una nueva época y otra sociedad denominada como ya adelantamos Antropoceno.
Pero ¿qué es el Antropoceno? La alteración total del mundo y de la vida producida por la técnica, la tecnificación total y la autonomización e independencia del capital respecto a su responsabilidad social con efectos desastrosos, pues el Estado pierde capacidad para el control de los procesos económicos, del mercado y del capital; de esta manera resultan superfluos lo político y la democracia.
La técnica y la inteligencia artificial integradas han provocado que los seres humanos pierdan el control del mundo y de sus vidas; la tecnología hace desaparecer lo ético y los juicios de valor, todo lo reduce a la eficiencia, la competitividad y a una falsa libertad de los individuos a quienes se les hace creer que poseen libre albedrío cuando sus decisiones importantes están condicionadas por el mercado, que sí es libre. Libertad es un término altamente complejo y, sin embargo, vacuo pues no comporta ningún significado discernible ya que nadie puede elegir sus deseos.
El neoliberalismo ha construido una sociedad de individualidades de alta competitividad y confunde esto con mayor libertad. Las normas existenciales que ha impuesto a la totalidad de la vida social y personal, en rigor, atentan contra la comunidad y también contra toda política igualitaria; la libertad individual que propugna sólo permite decidir conforme a deseos personales, pero no da libertad política, sino que, por lo contrario, significa despolitización absoluta. Su darwinismo social según el cual sólo sobrevive el más apto, el más competitivo no debe confundirse con libertad, es una forma de crítica y desprecio hacia el populismo de izquierda que en su intención verdadera no se practica en favor del Estado, de un partido o de un gobernante, sino en beneficio de lo común, de los derechos, de las instituciones, de lo social y no del individualismo neoliberal.
Para concluir, vuelvo con el Antropoceno. El mundo tecnificado y la inteligencia artificial imposibilitan la solución de los problemas humanos como totalidad porque la acción humana sobre la biosfera y sus consecuencias en la naturaleza, vista desde la sola perspectiva de los intereses del capital, han llevado al planeta a condiciones catastróficas en todos los sentidos, hasta poner en peligro la supervivencia de la especie homo sapiens y a muchas otras especies vegetales y animales debido a la fragilidad a que ha conducido al mundo el desarrollo posindustrial capitalista.
Para entender mejor el daño brutal que está produciendo el Antropoceno, miremos nada más las consecuencias del cambio climático (huracán “Otis” sobre Acapulco, Gro.) y preguntémonos cuanta culpa le corresponde al indiscriminado uso de la tecnología y abuso de la naturaleza que ha llevado a la biósfera a su límite a una velocidad sin precedentes. Es obvio que la hegemonía técnico-industrial, la expansión de las ciudades, la agricultura intensiva, el consumo, los residuos tóxicos de estas actividades y la avaricia de los capitalistas son los culpables y si no son sometidos con urgencia a regulaciones estrictas y continúan avanzando sin atención suficiente, los requerimientos sociales, la ocupación laboral, la supervivencia y el mundo colapsará en un futuro muy próximo. El planeta no puede con la ilimitada expansión del Antropoceno, pues de continuar esta amenaza, sociedades en vías de desarrollo como Grecia, México y muchas otras, entrarán en crisis terminales para las que no habrá solución una vez agotados los recursos naturales.
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