Gustavo de Hoyos Walther
01/10/2024 - 12:04 am
Animadversión a la democracia
“La polarización y el discurso antidemocrático del Presidente han creado un clima de opinión hostil hacia las instituciones republicanas”.
En una reciente encuesta publicada por Nexos, se llegó a la conclusión de que el triunfo de Morena y aliados se debió a la identificación de mucha gente con Morena, a la aprobación del Gobierno de la así llamada 4T, a la percepción de una mejor situación económica por parte de sectores con menores ingresos y a un bajo compromiso de sus votantes con la democracia liberal.
Fue en parte, entonces, un voto de rechazo a los partidos tradicionales, pues la simpatía de mucha gente transitó hacia Morena y, en particular, al Presidente. Lo curioso del caso es que no se trató necesariamente de un voto ideológico, ya que Morena y aliados obtuvieron apoyo tanto de gente que se considera de izquierda como de gente que se considera de derecha.
De acuerdo con la encuesta, el aspecto económico sí contó esta vez. Pero más que tratarse de una realidad económica – recordemos que este sexenio es el de menor crecimiento económico en mucho tiempo – se trató de una percepción de estar mejor por parte de quienes recibieron transferencias de efectivo del Gobierno o vieron que su salario aumentaba.
Pero el punto más preocupante proviene de un dato de opinión política por parte de los votantes del oficialismo. Se trata de la lealtad que tienen acerca de la democracia. A muchos de estos votantes no les importaría si el Presidente clausurara el Congreso, ya no digamos el poder judicial, y comenzara a gobernar sin ningún límite constitucional. De alguna manera, la polarización y el discurso antidemocrático del Presidente han creado un clima de opinión hostil hacia las instituciones republicanas.
Este último dato es el que debería motivar nuestra preocupación. La democracia precisa de demócratas. En ausencia de estos no puede florecer. El que un gran sector de votantes de Morena sea fundamentalmente hostil a la democracia liberal, republicana y constitucional nos dice mucho sobre las frágiles bases en la que descansa. Nos dice mucho también sobre lo que tenemos que hacer los demócratas firmes para revertir esta opinión.
Desde luego que el primer campo de lucha deberá ser el de la educación. Aquí hay un problema grave: el Gobierno saliente y, muy probablemente, el entrante también, han aprobado libros de texto donde se enseñan doctrinas antagonistas a los valores de la democracia liberal. Pero el problema no ocurre sólo a nivel básico.
En nuestras universidades se ha comenzado a consolidar la enseñanza de doctrinas diametralmente hostiles a la democracia liberal. El problema no es sólo de México. En muchas latitudes la lealtad de las sociedades a la democracia es cada vez menor. Se necesitará una nueva pedagogía de la democracia para lograr que la ciudadanía valore al único régimen viable hoy en día, compatible con la decencia. Es verdad, por otro lado, que la democracia liberal deberá ajustarse a las nuevas realidades políticas, económicas y culturales de un mundo cambiante. Ese es, en realidad, el gran desafío.
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