El salto cinematográfico que Lady Gaga acaba de realizar con A Star Is Born es el último de una larga lista donde aparecen nombres como Barbra Streisand, Madonna,Whitney Houston hasta Mariah Carey.
Por Javier Herrero
Madrid, 1 octubre (EFE).- El asalto músico-cinematográfico que Lady Gaga acaba de realizar como protagonista de la enésima recreación de A Star Is Born es el último de una larga lista de flirteos del cine con las grandes divas de la canción con desiguales resultados, tanto para la vista como para el oído.
Del remake de este clásico, con cuatro remakes distintos desde que en 1937 Janet Gaynor pusiera voz a la estrella en ciernes de la historia, cabe destacar la que en 1976 realizó Barbra Streisand junto a Kris Kristofferson, con una banda sonora original de la que los críticos solo salvan su romántico tema central, “Evergreen”.
Con una sólida carrera tanto en los escenarios como en los platós, la neoyorquina es de las que más se ha prodigado en ambos mundos, con aciertos como Yentl (1983), que dirigió, protagonizó y cantó, obteniendo de rondón un Óscar de la Academia de Hollywood por su banda sonora merced a “Papa Can You Hear Me?” o “No Matter What Happens”.
Madonna no le va a la zaga en número de incursiones desde que en 1985, un año después del torbellino del disco “Like a virgin”, intentara remover además las salas de cine con su papel en Desperately Seeking Susan, para la que cantó “Into the Groove”.
Su problema es que la trascendencia musical de esas películas superó siempre con facilidad el de su faceta actoral, como cuando en 1987 regresó con Who’s That Girl?, interpretando el papel principal tanto en su metraje como en sus canciones, incluida “Who’s that girl”, la de “Quién es esa niña, señorita tan fina”.
Siguió intentándolo y en 1990 lanzó el álbum “I’m Breathless”, inspirándose en el sonido de los años cuarenta en los que se desarrollaba su película Dick Tracy, trabajos ambos fácilmente olvidables si no fuese porque de allí surgieron “Sooner or Later” (Oscar a la mejor canción) y “Vogue”, uno de sus himnos.
Tozuda, en 1996 volvió a aunar cine y música, esta vez en formato musical con uno de los mayores retos de su carrera: asumir el papel de Evita Perón y una compleja partitura de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice.
La “ambición rubia” no salió airosa de las críticas por apropiación cultural de un icono latino, pero sí como cantante con su interpretación de “Don’t Cry for Me Argentina”.
Entre medias, otra reina del pop probó suerte con The Bodyguard (1992), Whitney Houston, que experimentó un gran éxito de taquilla, rescribió con su impresionante registro vocal el “I Will Always Love You” de Dolly Parton, convirtiéndolo en la balada por antonomasia, e hizo de aquella la banda sonora original más vendida de todos los tiempos, con más hitos como “I Have nothing” o “Run to You”.
No le iría igual de bien en incursiones posteriores, aunque musicalmente resulten interesantes tanto The Preacher’s Wife (1996), al que pertenece “Step by Step”, como Waiting to Exhale (1995), cuyo disco reunió a un impresionante ramillete de figuras del r&b, poniendo en sus labios pequeñas joyas como “Exhale (Shoop Shoop)” o “Why Does It Hurt so Bad”.
Su único Óscar se lo llevó, sin embargo, por el tema “When You Believe”, a dúo con su supuesta gran rival, Mariah Carey, que tardó algún tiempo en dejarse tentar como actriz.
Su debut se produjo con Glitter (2001) en plena debacle del 11-S. La película está considerada una de las peores de la historia y el disco, aún vendiendo tres millones de copias, bajó sus estándares comerciales. Solo se salva su versión de “Last Night a DJ Saved My Life”.
Otro batacazo cinematográfico importante fue el de Crossroads (2002), con Britney Spears como protagonista y cantante de varios temas pop que ya estaban en su exitoso álbum “Britney” (2001).
De altura sí fue Dancer in the Dark (2000), atípico musical de Lars Von Trier que se llevó la Palma de Oro en Cannes y el premio a la mejor actriz para Björk en su debut en estas mieles.
Ella misma se ocupó de la composición de la banda sonora, el disco “Selma Songs”, que obtuvo una nominación a los Oscar por el tema “I’ve seen it All”.
Algunas cintas unieron a más de un talento de la música, como Dreamgirls (2006), notable producción cinematográfica inspirada en los vericuetos de la Motown y The Supremes, con Beyoncé y Jennifer Hudson bregando por el foco principal con interpretaciones de aguantarse la lágrima (“Listen” en el primer caso y la versión de “I am telling you I’m not going”, en el segundo).
No corrió la misma suerte Burlesque (2010), lucha de egos intergeneracional entre Christina Aguilera en su primer papel y Cher, que acaba de estrenar la segunda parte de Mamma Mía.
La aportación masculina a este ámbito llega de la mano de Adam Levine, carismático líder de la banda de pop-rock Maroon 5 y actor primerizo en Begin Again (2013), en la que ejerció de divo en toda regla, con cortes como la estupenda “Lost Stars”, metáfora de todas esas estrellas que en algún momento se perdieron.