Leopoldo Maldonado
01/09/2023 - 12:02 am
Nos faltan 111,000 personas (al menos)
“La semana pasada anunció hacer un ‘censo’ para ajustar las cifras de personas desaparecidas, lo que se traduce en serias preocupaciones de manipular los registros”.
Con la colaboración de María de Vecchi
El 30 de agosto se conmemoró el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, en medio de un panorama desolador. El gobierno federal no pudo atender de manera integral la problemática en los últimos cinco años. Por ello, la semana pasada anunció hacer un “censo” para ajustar las cifras de personas desaparecidas, lo que se traduce en serias preocupaciones de manipular los registros. En pocas palabras, se apunta a atender la percepción sobre la crisis humanitaria, no la atrocidad en sí.
En ese contexto renunció Karla Quintana, Comisionada Nacional de Búsqueda quien, según versiones periodísticas, se negó a “ajustar” los registros. En efecto, una herramienta fundamental como el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas nunca ha funcionado de manera adecuada, y con el anuncio de AMLO de ajustarla, estamos ante el corolario de una política fallida para garantizar búsqueda, verdad, justicia y reparación integral a las víctimas.
La semana pasada el Centro Prodh expuso que “a tres meses de que la Fiscalía General de la República (FGR) anunciara que la creación del Banco Nacional de Datos Forenses (BNDF), la operación y adecuado funcionamiento de éste permanece pendiente y es una deuda con las familias de personas desaparecidas que buscan incansablemente a sus seres queridos”. Cabe recordar que el inicio de la creación del BNDF no fue voluntario. La FGR fue obligada por una resolución judicial derivada del amparo promovido por Olimpia Montoya – quien busca a su familiar desaparecido- con acompañamiento del propio Prodh.
En ese contexto tenso, el 30 de agosto fue un día de movilización y memoria para las familias que buscan a sus seres querido. También fue un día de disputa contra la narrativa que apunta a la desaparición “como un problema heredado” del cual no pretenden hacerse cargo. Parte de esa lucha se traduce en la reapropiación física y simbólica de espacios públicos como la Glorieta de la Palma (luego Ahuehuete) para rebautizarla como la Glorieta de las y los Desaparecidos.
En ese universo de más de cien mil personas desaparecidas están también las y los periodistas desaparecidos. Al acercarnos a sus historias, encontramos claves de la falta de garantías para las víctimas que se reproducen en miles de casos. Artículo 19 tiene registro de 32 periodistas desparecidos de 2000 a la fecha, 5 de ellos durante este gobierno. No hay búsqueda, no hay verdad, no hay justicia. Hay olvido e indolencia.
Uno de ellos es Leodegario Aguilera Lucas. En el libro Ya nadie publica eso, realizado por Paula Mónaco y Artículo 19, escribió: “Leodegario nació y creció en Guerrero, en una familia con muchas carencias. Fue maestro normalista y después encontró su vocación: el periodismo. Ejerció el oficio durante 30 años, perfilándose como una voz cada vez más crítica. Dirigió la revista Mundo Político, que cuestionaba a gobernantes por malversación de fondos y documentaba las voces de grupos perseguidos, olvidados y silenciados. Publicaba sobre despojos, represión, desaparecidos. Firmaba sus textos. El 22 de mayo de 2004 se lo llevaron de su casa en Pie de la Cuesta; está desaparecido desde entonces.” Su hermana Ernestina lo busca desde entonces. También intenta mantener vigente la labor informativa de Leodegario con publicaciones en Mundo Político.
Ya nadie publica eso se centra en cuatro casos: Leodegario Aguilera (periodista de Guerrero, desaparecido desde 2004), María Esther Aguilar (periodista de Michoacán, desaparecida desde 2009), Moisés Sánchez (periodista de Veracruz, asesinado en 2015) y Rafael Murúa (periodista de Baja California Sur, asesinado en 2019).
En el contexto del Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, presentaremos la publicación el próximo 6 de septiembre en la Universidad Autónoma de Guerrero en Acapulco, Guerrero, junto a Ernestina Aguilera, Paola Matus (hija del periodista Nelson Matus, asesinado el 15 de julio también en Acapulco), y Tita Radilla (hija de Rosendo Radilla, desaparecido en Guerrero desde 1974 y presidenta de AFADEM).
Recordaremos entonces a Leodegario y los periodistas asesinados y desaparecidos, así como a las víctimas de desaparición forzada en el país. Escucharemos, por parte de Tita, Paola y Ernestina, sus historias de lucha y digna rabia. Y es que la clave para caminar a un mejor país, con paz y justicia, es precisamente escuchar a las víctimas y sobrevivientes.
Estamos lejos de la ruta correcta pero la dignidad de las víctimas, esa reserva moral de la Nación (como diría Javier Sicilia), sigue intocada, y es fundamental que les sigamos escuchando y acompañando como sociedad.
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