Las controversias recientes por los incendios devastadores en la selva amazónica de Brasil han intentado distraer la atención del principal factor de su destrucción: el consumo de carne
Ya hace varios años que el filósofo Peter Singer lo advirtió: “estamos, literalmente, jugando con el futuro de nuestro planeta por el bien de las hamburguesas”. Desde entonces, un problema tan relevante y que requiere de soluciones inmediatas se ha diluido entre las prioridades de los mandatarios del planeta.
Si bien la estación seca y la sequía favorecen los incendios, la causa principal de los incendios es la deforestación. Varias fuentes señalan a los ganaderos como los principales responsables de provocarlos para obtener tierras donde criar ganado y sembrar el alimento para estos animales. Se sabe que los ganaderos colaboran con los madereros en el acaparamiento de tierras y que los incendios son la última etapa para transformar el bosque en pastizales.
De acuerdo con la agencia federal responsable de monitorear la deforestación en Brasil, el El Instituto Nacional para la Investigación Espacial (INPE), los incendios han aumentado y se han multiplicado en un 83% con respecto al mismo período de 2018 y coinciden con el inicio del mandato de Jair Bolsonaro, actual presidente de Brasil, cuyos vínculos con los terratenientes ganaderos son bien conocidos y quien además prometió, al asumir el cargo, el desarrollo del Amazonas para la agricultura y minería. Bolsonaro desmintió los datos presentados por el INPE y despidió a su director luego de acusarlo de fomentar una imagen “pésima” de Brasil al utilizar datos “falsos”.
Sin embargo, el INPE no dió paso atrás y negó categóricamente que el incremento de los incendios se deba a la estación seca u otros fenómenos naturales. El gerente del Programa Amazónico de la WWF Brasil, Ricardo Mello, declaró que el aumento y multiplicación de los incendios en la región amazónica están directamente relacionados con la acción humana y señaló el uso del fuego como razón principal del proceso de deforestación y que la quema es el proceso final de convertir el área forestal en área para cultivar comida para el ganado. Por su parte, Ane Alencar, directora científica del Instituto de Pesquisa Ambiental de la Amazonía (IPAM) , comparte la misma opinión de Mello ya que no ha tenido lugar un evento climático extremo que justifique esta situación.
Finalmente, en uno de los más recientes informes del INPE, se asegura que 2019 será uno de los peores años para la deforestación en la memoria reciente. “Esto se debe en gran medida a que el actual gobierno federal de Brasil está desmantelando la legislación de protección ambiental, cerrando o recortando los presupuestos de las agencias ambientales y dando un pase libre a las actividades ilegales, incluyendo la deforestación para la ganadería”, comenta mi compañera Vivian Mocellin, directora ejecutiva de Igualdad Animal Brasil, en una de las actualizaciones sobre lo qué está sucediendo y cómo Igualdad Animal estará incidiendo para ser un peso en la toma de decisiones referentes a los posibles cursos de acción, evitando así que se siga favoreciendo al principal causante de esta catástrofe mundial: la ganadería industrial.
Especialmente ahora que Finlandia está pidiendo a la Unión Europea que considere la prohibición de la carne de vacuno brasileña y Emmanuel Macron, presidente de Francia ha convocado una reunión del G7 para discutir la crisis amazónica. Sumado a que en el informe “Perspectivas del Medio Ambiente Mundial” la Organización de las Naciones Unidas (ONU) también alertó sobre las “graves amenazas” que enfrenta la salud humana de no tomarse medidas urgentes que protejan al planeta porque el 77 por ciento de las zonas agrícolas es destinado a la producción de alimentos para animales para la producción de carne.
Tenemos que actuar ya a favor de los animales y el mundo. pic.twitter.com/LQxZHvfNTe
— Igualdad Animal Mex (@IA_Mexico) 3 de abril de 2019
Es la creciente demanda de tierras para el cultivo de alimentos para criar animales para producir carne lo que está llevando a la pérdida de la selva Amazónica y cuyas consecuencias serán devastadoras. Ella sola genera alrededor de una quinta parte del oxígeno que se produce en todo el mundo por la fotosíntesis de plantas y algas, es el hogar de muchos pueblos indígenas y de una inmensa cantidad de especies.
Entre 2004 y 2013 un área de un bosque equivalente a tres campos de fútbol despareció cada minuto en el Amazonas y este año los expertos prevén que la deforestación aumente en un 45 por ciento. Todos, humanos, animales y plantas estamos amenazados. ¿Dejaremos que, a pesar de disponer de una inmensa variedad de alternativas vegetales para alimentarnos, nuestro apetito por la carne nos destruya?