Las multitudes le respondieron ayer al “ingeniero”. Miles salieron a las calles de la capital del país a marchar con él para protestar contra la propuesta de Reforma Energética del Presidente, Enrique Peña Nieto. La vanguardia de hombres y mujeres de todas las clases sociales iba más allá de la Glorieta de Colón mientras la retaguardia aun esperaba turno para salir del monumento al Ángel de la Independencia, es decir más de un kilómetro de nutridos contingentes llegó a alcanzar la protesta.
“¡Lucha! ¡Lucha! ¡Lucha! ¡Cuauhtémoc en la lucha!”, “¡Se ve se siente, Cuauhtémoc está presente!”, coreaban al paso los participantes. Otros, jóvenes que saben de la historia a través de los libros o de lo que cuentan sus padres o abuelos se acercaban a él para alentarlo. “Échele ingeniero; guíenos; si usted no lo hace entonces quién”, y el ex tres veces candidato presidencial sacaba ligeras sonrisas a través de un rostro que reflejaba buena salud a sus casi 80 años.
Porfirio Muñoz Ledo, amigo de la primaria de Cárdenas Solórzano, marchó en la vanguardia. Nada más que a diferencia de la memorable movilización que ambos hicieron con los brazos entrecruzados después de romper con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), en 1987, lo cual creo una fisura importante para doblar a la dictadura de ese partido, esta vez lo hicieron distanciados: los separaban unas 20 personas. La relación nunca ha vuelto a ser la misma desde los noventas por causas de dirección política.
La imagen de estos dos veteranos de mil batallas es emblemática porque al mismo tiempo retrata hacía dónde se ha ido el movimiento nacional creado a partir de la conformación en el 87 del Frente Democrático Nacional (coalición de fuerzas políticas de izquierda) para disputarle al priista Carlos Salinas de Gortari la Presidencia y que después dio paso al registro oficial del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
LOS AMIGOS Y LOS DISTANTES
La movilización aclaró posturas. Jesús Zambrano, dirigente nacional del PRD que se había comprometido a respaldar todas las acciones de protesta del ingeniero, incumplió su promesa y no se presentó. Colaboradores suyos argumentaron extraoficialmente que estaba atendiendo asuntos del Pacto por México, cuya mesa directiva preside actualmente. Marcelo Ebrard, aspirante a dirigir el PRD y adversario de Zambrano y la corriente de éste (Nueva Izquierda) prefirió irse a Colima en lugar de sumarse al ingeniero en cuya memoria colectiva siempre quedará la sospecha de que fue despojado ilegalmente por Salinas del triunfo electoral del 88.
Y Andrés Manuel López Obrador no apareció a pesar de que había dejado abierta la posibilidad. Tampoco los dirigentes del Partido del Trabajo ni de Convergencia. Mejor Manuel Camacho Solís, acérrimo rival de la izquierda y sobre todo del ingeniero, iba pegado al hijo del General Lázaro Cárdenas del Río, cuyos nietos Camila y Cuauhtémoc también estaban al frente del contingente que busca defender su legado. Lázaro, su otro nieto, tenía pensado venir desde Washington donde trabaja para la Organización de Estados Americanos (OEA), pero su hijo tenía un compromiso escolar.
“Para nosotros los ideales de Lázaro Cárdenas no son una cuestión familiar, sino de principios”, dijo Cuauhtémoc Cárdenas Jr., cuando la marcha que había avanzado por Reforma y luego Juárez, doblaba precisamente por Eje Central Lázaro Cárdenas para después tomar un tramo de Izazaga y de ahí Veinte de Noviembre.
Iban atrás los estudiantes, los desempleados, las amas de casa, los ancianos, los maestros del Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), los del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM), los del Frente Francisco Villa, Alianza de Tranviarios, así como el Grupo Paz con Democracia, Movimiento de Liberación Nacional y Movimiento Popular de Guerrero. “¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Cuidado con Guerrero! ¡Estado¡ ¡Estado¡ ¡Guerrillero!”, retumbaba fuerte entre la multitud a la que la temperatura no le restó fuerzas para desplazarse. Todos se juntaron por una misma razón: “La defensa del Petróleo y el rescate de la nación”.
De un camión con bocinas dispuesto por el colectivo Francisco Villa salía una voz a todo volumen. “Basta de las políticas privatizadoras del PRI. Basta de que quieran seguir chingando a la nación. No a la apertura de Pemex. No a más impuestos”. Y el contingente empezó a corear: “Peña Nieto entiende, la patria no se vende. Se cuida y se defiende”. Y se repitió varias veces por hombres y mujeres que sudaban la gota gorda por los inclementes rayos solares.
“En estas acciones colectivas somos sólo uno más. Pero todo suma si marchamos juntos o separados”, contestó Cuauhtémoc Cárdenas cuando SinEmbargo le preguntó si no era lamentable que ni un tema como el que dice preocuparle a la izquierda logra juntar a todos sus líderes como en el pasado inmediato.
Quienes ayudaban a cargar por el PRD una manta en la que se leía “Por el rescate a la nación” eran los perredistas Alejandro Encinas, Dolores Padierna, Miguel Ángel Barbosa y Luis Sánchez.
La movilización continuó avanzando así unas horas antes de que Peña Nieto entregue su Primer Informe de Gobierno.
“HASTA DONDE EL INGENIERO DIGA”
La noche anterior a la marcha y después de un viaje relámpago que el ingeniero hizo a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, Cuauhtémoc Cárdenas se reunió con su hijos Camila y Cuauhtémoc en la sala de su casa y hablaron de la Reforma Energética. Pocos días antes, la prensa nacional reportaba que los legisladores del PRD llegarían en su lucha contra la propuesta de Peña Nieto hasta donde el ingeniero diga.
“Hablamos sobre lo que está pasando en el país y las movilizaciones que se están dando. Hablamos de cómo vamos a actuar, con quién y cómo. Él recogió nuestras opiniones y seguramente las llevará a esos grupos con los que él se encuentra”, relató el hijo de Cárdenas reservándose lo demás.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano no dio muestras de fatiga durante el recorrido que duró cerca de dos horas. Tampoco mostró debilidad durante más de una hora y cuarto que estuvo de pie en un templete improvisado en la confluencia de Veinte de Noviembre y Venustiano Carranza. Tan sólo sacaba un pañuelo de la bolsa de su pantalón y se lo pasaba por la frente.
No fue posible entrar hasta la plancha del Zócalo debido a que ésta y otras calles aledañas continúan tomadas por los profesores de la CNTE, a quienes Cárdenas se refirió cuando le pasaron el micrófono para que hablara.
“Estoy seguro que nuestros amigos, los maestros no se oponen a la evaluación magisterial. Pero hay que empezar por evaluar a sus autoridades, a la Secretaría de Educación, a las normales, a quienes manejan la educación normal en México”, dijo en un discurso al que apenas dedicó unos cinco minutos después de varios líderes sociales y de actores como Daniel Giménez Cacho, a quien le tocó encarnar el personaje de José Córdoba Montoya, ex secretario particular de Salinas de Gortari, en la película “Colosio” que relata la ejecución del ex candidato presidencial Luis Donaldo Murrieta.
Alertó para que la población no crea “cuentos chinos” de que con la reforma petrolera habrá más trabajos y más oportunidades para que los mexicanos vivan bien. Según la propuesta de de Peña, con las reformas a los artículos 27 y 28 constitucional se elevará la producción petrolera de 2.5 millones de barriles diarios a 3.5 millones de barriles por día en unos años más, lo cual generaría en este sexenio 500 mil empleos y dos millones de nuevas plazas de aquí al 2025.
“Habría que preguntarle al gobierno qué pasó porque desde hace unos años, en el 2004 producimos los 3.5 millones de barriles y dónde están los empleos, dónde están los beneficios del pueblo, dónde están los avances en el crecimiento de la economía”, señaló, y dijo que las compañías petroleras ya se disponen a apoderarse del petróleo, pero llamó al pueblo a impedirlo. “Vamos a defender el petróleo, vamos a defender la electricidad, ni un paso más en la defensa del petróleo nacionalizado”, agregó el hombre que estuvo cerca de ser Presidente de México hace 25 años.
Al acto asistió Olga Jurado, voluntaria de la colecta que en 1938 se organizó para pagar la indemnización de los bienes petroleros, y junto con Cárdenas alentó a no permitir el regreso de los inversionistas extranjeros.