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Jaime García Chávez

01/07/2024 - 12:01 am

Assange, el subversivo Mendāx y curioso intelectual

Ahora que está libre (pienso que siempre lo ha sido), el destino de Assange seguramente estará marcado por su trabajo en los medios, probablemente en un tono más moderado.

El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, habla desde el balcón de la Embajada de Ecuador en Londres, el 5 de febrero de 2016. Foto: Kirsty Wigglesworth, AP

No es la primera vez que Julian Assange es detenido bajo cargos por delitos informáticos y tampoco la única ocasión que admite su culpabilidad con tal de superar la prisión. Cuando apenas cumplía 18 años su nombre de hacker, “Mendax” (tomado de las Odas de Horacio, del latín splendide mendāx, traducido al español como esplendido engaño o espléndido mentiroso) y el real, Julian, surgieron por primera vez en 1991, tras ser arrestado por la policía en su casa de Melbourne por haber hackeado los sistemas de varias empresas e instituciones de su país.

Melbourne es considerada la ciudad más grande de Australia e incluso de toda Oceanía, y fue escogida en 2011 como “la mejor ciudad del mundo para vivir” debido a sus altos niveles de calidad de vida y bajos índices de pobreza.

El periódico inglés The Guardian redactó algunas crónicas de Assange frente a los tribunales: en un momento dado, él apareció con flores para Andrea Pavleka, una de sus fiscales acusadoras. El abogado de Assange le dijo: “Ella no quiere salir contigo, Julian, quiere meterte en la cárcel”. El juez dijo que consideraba los delitos de Assange “bastante graves”, pero aceptó que no había pruebas que “sugirieran que hubiera buscado beneficio personal”. El juez resolvió que “en lugar de ser un hacker malicioso”, el joven Assange había actuado “por mera curiosidad intelectual”. Así que fue puesto en libertad, “por buena conducta”, y sólo se le impuso una fianza de 2 mil cien dólares.

Las reseñas periodísticas del caso prácticamente no se ocupan de los otros dos piratas informáticos con quienes Julian había hackeado en la adolescencia varias instituciones y compañías privadas de su país, pero la historia personal de Assange está más o menos documentada y en ella se narra su azarosa vida: con una infancia ruda y nómada vivió en casi 50 ciudades y acudió a muchas escuelas como hijo de padres itinerantes y divorciados; su padre era constructor y activista antimilitarista, y su madre artista visual, quien se casó tres veces, una de cuyas parejas le proporcionó el apellido Assange a ella y a Julian.

Él mismo, una vez que se asentó cuando tenía 15 años en Melbourne con su madre y un hermano, se casó con su novia Teresa, quien era integrante de un grupo de okupas, y tuvo un hijo a los 16, casi dos años antes de caer por primera vez a la cárcel. Después de eso se separaron y vivió en la calle y de la asistencia social. Se dice que estudió física y matemáticas en la Universidad de Melbourne entre 2003 y 2006 pero que nunca se graduó. Se tornó autodidacta e incursionó en el estudio de la filosofía y la neurociencia.

Ocho años después de su primer arresto en Melbourne, Assange creó la página Leaks.org, el antecedente directo de WikiLeaks, fundada en 2006 al lado de otros activistas pero del que fue su principal vocero, un portal que, a decir de él mismo, “ha publicado más documentos clasificados que toda la prensa mundial junta”.

El 28 de noviembre de 2010 WikiLeaks filtró documentos diplomáticos de los Estados Unidos, como los llamados “Diarios de Guerra de Afganistán”, los “Registros de Guerra en Irak” y un video que desnudó el rostro criminal del ejército estadounidense conocido como “Asesinato Colateral”, en el que se detalla el ataque aéreo en Bagdad el 12 de julio de 2007, cuando dos helicópteros norteamericanos AH-64 Apache, abrieron fuego contra un grupo de iraquíes, asesinando a 12 de ellos, incluidos dos colaboradores de la agencia de noticias Reuters.

Esa es la razón por la que el experto en informática australiano pasó a ser un elemento clave de la resistencia internacional y un símbolo emancipador para muchos defensores de los derechos humanos y de la libertad de expresión, y el enemigo número uno de gobernantes y políticos de la derecha que se sintieron comprometidos, entre ellos el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien en 2010 expresó su deseo de que Assange fuese ejecutado.

Su periplo por el mundo, sobre todo en el ámbito judicial, lo llevó a mantener su vida errante ante la persecución norteamericana por supuestos cargos de espionaje que atentarían la seguridad nacional de Estados Unidos. Sin embargo, tras solicitar residencia en Suecia, tres días después es arrestado por la policía de ese país bajo cargos de supuesta violación en contra de dos mujeres, una de ellas vinculada a la reacción cubana anticastrista. Suecia abrió, cerró y reabrió el caso en varias ocasiones hasta que, en 2019, lo archivó definitivamente.

Mientras eso ocurría, Assange logró huir de Suecia y se refugió en la embajada de Ecuador en Londres, Inglaterra, asilo que duró desde 2012 hasta 2019, con el cambio del nuevo gobierno ecuatoriano luego en manos del presidente Lenin Moreno, quien dijo que el asilo a Assange le causaba más de una molestia a su gobierno. Este le retiró la ciudadanía a Assange y en las instalaciones de su embajada en Londres lo entregó a la policía británica.

En junio de 2022 el Gobierno inglés firmó su extradición a Estados Unidos y, ante la inminencia de ese proceso, Assange finalmente llegó a un acuerdo con ese país para declararse culpable, como había ocurrido en su adolescencia, pero esta vez de un supuesto delito de espionaje y condena de 175 años de prisión ante una corte de las Islas Marianas del Norte, un territorio norteamericano en el Océano Pacífico, y aceptar una pena de 62 meses de cárcel a cambio de no ser extraditado. Condena que no tendrá que cumplir ya que se le reconoció el tiempo que estuvo encarcelado en Inglaterra. Finalmente, Assange salió de prisión el pasado 24 de junio.

El caso Assange si bien tuvo su mayor repercusión en toda la mancomunidad británica, en buena parte de Europa y en los círculos atentos a la defensa de los derechos humanos y libertades como la de prensa y expresión, en México sólo sirvió para que el presidente López Obrador se diera ínfulas de magnánimo y ofreciera asilo político a Assange en cuatro oportunidades diferentes, en clara contradicción a su espíritu anti medios.

Assange es un defensor de la transparencia de la información y Andrés Manuel López Obrador ha sido un enemigo de la transparencia desde que era Jefe de Gobierno de la hoy Ciudad de México, y un intolerante con la prensa crítica de su propio país, porque tiene la equivocada y falsa convicción de que con él en el poder ya todo cambió respecto del pasado corrupto del viejo partido de Estado, el PRI, del que ahora se nutre su partido MORENA, y nadie tiene derecho a cuestionar sus acciones de gobierno. Los que lo hacen son enemigos de su proyecto político condensado en el símbolo de una demagogia retórica conocida como la Cuatroté.

Sostengo lo que escribí en mi artículo de enero de 2021, Si Julian Assange fuera mexicano [ https://jaimegarciachavez.mx/si-julian-assange-fuera-mexicano/ ] en el sentido de que “López Obrador ha mostrado una cara contradictoria al ofrecerle asilo al creador de WikiLeaks, porque antes había sostenido ser un ferviente partidario de la no intervención en asuntos de política exterior”, pero que “aunque México ha mostrado una larga tradición de respeto y asilo a los refugiados, (AMLO) hizo uso de la Guardia Nacional para frenar la llegada de migrantes a Estados Unidos, obligado por las amenazas arancelarias de Donald Trump”, presidente al que le ha rendido la más bochornosa de las pleitesías, al menos públicamente.

Ahora que está libre (pienso que siempre lo ha sido), el destino de Assange seguramente estará marcado por su trabajo en los medios, probablemente en un tono más moderado. Quién sabe. Pero quizás ahora los gobiernos del mundo y los políticos que los dirigen estén más alertas porque saben que las historias inconfesables, sus pecados de guerra, sus abusos de poder y sus corruptelas tienen plataformas desde las que pueden ser exhibidas y habrá muchos Assange ansiosos de revelar al mundo toda la mugre que corroe a los estados, en cualquier lugar del orbe.

Si Julian Assange, con todo su talento y su postura crítica casi anárquica frente al poder hubiese sido mexicano, López Obrador ya se lo hubiera entregado a su amigo confeso, Donald Trump, y la amenaza de su asesinato tal vez ya se hubiera consumado, con todo y que diplomáticamente le pidió que lo indultara, tal y como lo propuso en su momento la ONU. Eso nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es acerca del talante acomodaticio y servil de López Obrador frente a Trump.

Pero una sola declaración del autodidacta Assange puede revelarnos su postura frente al poder y descartar de antemano afinidades con López Obrador, como escribió tiempo después de su primer arresto en Melbourne, citando El primer círculo, del escritor ruso y crítico del socialismo soviético, por el que pagó cárcel y exilio, Alexander Solyenitzin:

“¡Sentir que el hogar es la camaradería de eruditos perseguidos, y de hecho, perseguidos, en un campo de trabajo esclavo estalinista! ¡Qué estrechos paralelos hay con mis propias aventuras! (…). Tal persecución en la juventud es un pico definitorio. ¡Conocer el Estado tal como es realmente! Ver a través de ese barniz que los educados juran no creer pero aún así lo siguen servilmente con el corazón (…). ¡Tu creencia en la mentira del Estado (…) comienza sólo con una bota en la puerta! La verdadera creencia se forma cuando se la lleva al banquillo y se hace referencia a ella en tercera persona. La verdadera creencia es cuando una voz distante resuena: ‘el prisionero se levantará ahora’ y nadie más en la sala se pone de pie”.

Jaime García Chávez
Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.

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