A México le espera un panorama turbio para el segundo semestre de este año. La moneda nacional, que se ha depreciado frente al dólar desde enero, seguirá bajo la sombra del nerviosismo por el proceso de la salida del Reino Unido de la Unión Europea y la jornada electoral en Estados Unidos. Esta presión sobre el tipo de cambio hará que la tasa de inflación rebase el objetivo del 3 por ciento –por lo que Banxico elevó la tasa de interés a 4.25 por ciento– y eso se refleje tarde o temprano en un aumento en los precios de ciertos bienes y productos. Todo esto, explicado por Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Analytics, sonaría menos amenazante si el país contara con una política fiscal y monetaria disciplinada que permitiera un crecimiento económico equilibrado.
Ciudad de México, 1 de julio (SinEmbargo).– La debilidad que muestra el peso mexicano puede ser explicada por “los desequilibrios económicos de México” ante la ausencia de “disciplina en la política fiscal y monetaria”, por lo que golpes externos como el Brexit y los resultados en las elecciones presidenciales de Estados Unidos seguirán presionando al peso el resto del año sin que pueda descartarse que el billete verde alcance la barrera psicológica de los 20 por uno, afirmó en entrevista Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Analytics. Este incremento hará que la tasa de inflación rebase el objetivo del 3 por ciento y eso se traspase en precios más elevados de bienes y productos.
De acuerdo con el analista económico, el país crecerá 2 por ciento este año, menos que en el 2015 y eso hace más vulnerable al peso frente al entorno internacional.
“[México] va a crecer cuando mucho un 2 por ciento en el presente año. Existen elementos para pensar que la economía no va a tener la fortaleza para alcanzar el crecimiento que se tuvo el año pasado [2.5 por ciento]. Todo esto tiene que ver no solamente con el ambiente externo de moderación de crecimiento, sino también por la desaparición de efectos positivos que tuvieron algunas medidas del Gobierno mexicano. La creación de empleos está disminuyendo, es muy posible que la tasa de interés empiece a subir nuevamente y los dos recortes que ha implementado el Gobierno federal [al gasto público] de alguna manera también van a afectar la trayectoria de la economía”, declaró.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) estima una expansión para 2016 de entre 2.6 y 3.6 por ciento y el Banco de México un rango entre 2 y 3 por ciento.
El dólar, previó Coutiño, estará en 19 pesos durante el segundo semestre de este año, pero no descartó que ante la incertidumbre por el proceso de la separación del Reino Unido de la Unión Europea, que tomará más de un año, y las elecciones presidenciales en la potencia mundial, se den “episodios de fuerte volatilidad donde el tipo de cambio pudiera rebasar los 20 pesos por dólar”.
“Una moneda está más sujeta a ser atacada por especuladores mientras más desequilibrada se encuentre la economía. El hecho de que el peso mexicano, entre las monedas de los mercados emergentes, ha sido una de las más debilitadas tiene que ver con que México tiene desequilibrios económicos”, explicó.
Este comportamiento del tipo de cambio influirá en la tasa de inflación, la cual estimó que superará el objetivo del 3 por ciento este año, y con ello subirán los precios de ciertos bienes y productos.
Ayer, Banxico elevó la tasa de interés de 3.75 por ciento a 4.25 por ciento ante el riesgo de las condiciones adversas que podrían deteriorar la inflación. Para los siguientes meses, expuso en su comunicado, se espera que la inflación general anual aumente gradualmente para cerrar el año ligeramente por arriba del 3 por ciento, es decir, más que el objetivo.
“Los comerciantes todavía continúan manteniendo precios y tratando de absorber el impacto cambiario a través de utilidades, pero tarde o temprano la inflación al consumidor va a subir”, dijo el analista económico en entrevista. “La inflación va a estar por encima del 3 por ciento a finales de este año y eso se va a traspasar a los precios finales que recibe el consumidor. Parte importante de que la inflación se haya mantenido por abajo del 3 por ciento en el último año tiene que ver con el descenso que hubo en el precio de los combustibles. Pero a partir de abril empiezan a subir nuevamente entre 2 y 3 por ciento, por lo que en la segunda mitad del año la inflación va a empezar a reflejar la volatilidad en los precios de los combustibles”.
El miércoles, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) informó que el precio de la gasolina premium aumentará en julio de 14.03 a 14.37 pesos por litro y el precio de la gasolina magna se elevará 24 centavos a 13.40 pesos por litro. El diésel continuará en 13.77 pesos.
Los incrementos se dan en el proceso gradual de liberación del precio de las gasolinas al mercado internacional, el cual terminará en 2018.
En abril pasado, la Secretaría de Energía (Sener) otorgó 11 permisos para importar gasolinas y 21 para diésel a 22 empresas nacionales e internacionales.
Además de los precios de los combustibles, dijo Coutiño, los bienes que están sufriendo más el impacto cambiario son los que se comercian en el exterior, lo cuales son principalmente los manufacturados de la industria automotriz, electrónica y textiles.
“Si los combustibles aumentan, prácticamente otros productos van a aumentar también. El tipo de cambio también está haciendo que algunos insumos que no necesariamente se consumen en productos que se reexportan al exterior también son consumidos en productos que son de consumo doméstico. Hay que esperar un aumento en el precio de productos que no necesariamente tienen relación con el tipo de cambio”, explicó.
Esta semana, Manuel Herrera Vega, presidente de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), advirtió que los precios de algunos productos como licuadoras, lavadoras, electrónicos, autopartes y otros bienes duraderos registran aumentos al consumidor entre 5 y 7 por ciento, como reflejo del incremento del dólar y la volatilidad.
Herrera Vega destacó que al cierre de mayo los costos a la producción de ciertos productos reportaron aumentos de entre 15 y 30 por ciento, por ejemplo en equipo de cómputo, aparatos y equipos de control, asientos para vehículos automotores, motores, válvulas, calderas y piezas metálicas.
NECESIDAD DE DISCIPLINA FISCAL Y MONETARIA
La mejor protección que el país puede implementar es regresar a una disciplina macroeconómica tanto fiscal como monetaria que realmente convenza a los mercados y que fortalezca los fundamentos de la economía, aseguró el economista Alfredo Coutiño. Una política fiscal y monetaria equilibrada provee un seguro contra los choques externos mucho mejor que lo que pueda dar el nivel de reservas internacionales y las líneas de crédito que se puedan contratar con el exterior.
“Se ha dicho que México goza de disciplina, lo cual es cuestionable porque la política fiscal continúa funcionando con un déficit, la política monetaria se encuentra en territorio expansivo desde hace algunos años, por lo tanto, tenemos una política económica acomodaticia, no tenemos una política económica disciplinada”.
El hecho de que México haya incurrido en niveles de endeudamiento mucho más altos de los presentados en gobiernos anteriores implica, declaró, que ha estado entre los países que realmente no se puede hablar de un manejo disciplinado.
La nota de Moody’s de marzo –cuando ajustó la perspectiva de la calificación crediticia de México de estable a negativa por el débil rendimiento económico y la situación de Petróleos Mexicanos (Pemex)– reportó que la deuda del Gobierno federal alcanzó el 34.4 por ciento del PIB en 2015, desde el 27.9 por ciento en 2011. Moody’s estimó que la deuda seguirá aumentando poco a poco, pero probablemente se estabilizará en torno al 37 por ciento del PIB en 2018.
De acuerdo con el Director para América Latina de Moody’s Analytics, la política fiscal “se está moviendo en la dirección correcta” con los ajustes al gasto público, pero “resultarán insuficientes” por el ritmo en que se están dando y porque no son proporcionales a los ajustes de estimación del crecimiento económico.
El Gobierno de México anunció el viernes pasado un recorte al gasto público por 31 mil 715 millones de pesos –principalmente al gasto corriente– debido a la “gran volatilidad” generada por la decisión de los británicos de salir de la Unión Europea en el referéndum celebrado un día antes. Esa medida se sumó al ajuste por 132 mil 300 millones de pesos de mediados de febrero.
“Los recortes van a resultar insuficientes porque en la medida en que la economía crece menos, la recaudación es menor y si la recaudación es menor entonces seguimos teniendo un desequilibrio fiscal”, afirmó el especialista.
Los dos recortes que se han anunciado este año, explicó, representan todavía menos de un 1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y el ajuste al gasto público debería reducirse en la misma proporción en que se reduce el crecimiento económico para no desequilibrar más las finanzas públicas.
ERA NECESARIO ELEVAR LA TASA DE INTERÉS
La Junta de Gobierno del Banco de México decidió incrementar en 50 puntos base el objetivo para la tasa de interés de un 3.75 a un 4.25 por ciento ante las condiciones externas que “se han deteriorado de manera importante” y que pueden “afectar adversamente” el comportamiento futuro de la inflación.
“Es necesario subir la tasa de interés. México es uno de los países que se ha quedado al último en la normalización de su política monetaria en América Latina”, afirmó Coutiño.
Aseguró que por no haber avanzado de manera anticipada, a mediados de febrero las autoridades se vieron forzadas a tener que “dar un apretón monetario fuera de calendario y en mayor magnitud si hubiera sido gradual”.
El 18 de febrero, cuando el mercado dio un susto y el dólar cotizaba por arriba de los 19 pesos, las autoridades fiscales y monetarias tuvieron que intervenir “de manera precipitada” y el Gobernador del México, Agustín Carstens, dijo que las tasas de referencia aumentaban 0.50 puntos porcentuales de un 3.25 a un 3.75 por ciento.
La meta del banco central es mantener estable la tasa de inflación. Si se estima que este año supere el objetivo del 3 por ciento, “si hay una amenaza inflacionaria, la política monetaria debiera detonarse”, expuso el analista de Moody’s.
Lo que se dio fue “una actuación preventiva aprovechando que los mercados han vuelto a cierta calma” ya que de no hacerse incrementado, el mercado cambiario seguiría más presionado por el resto del año y las medidas monetarias que se pudieran dar en los próximos meses “serían más agresivas”.
De acuerdo con el analista económico, elevar las tasas de interés con el objetivo de regresarla a su nivel de neutralidad de entre 4 y 4.50 por ciento no afecta al crecimiento económico ni al consumo.
“La política monetaria es expansiva. Regresarla a la normalidad no implica ni afectación al crecimiento económico ni afectación al consumo. Una tasa neutral no estimula ni restringe el crecimiento. En materia del consumidor, mover la tasa de 3.75 a 4.25 por cierto no necesariamente implica un aumento en la tasa que paga el consumidor y, en segundo lugar, el factor determinante en el otorgamiento de créditos al consumo depende más que nada en la disponibilidad del crédito y no del precio de éste. Esto quiere decir que la demanda de crédito del consumidor no se afecta en un aumento en la tasa de interés. En medio punto no necesariamente afectaría al consumidor ni al crecimiento”.
BARCLAY’S TAMBIÉN VE FUTURO SOMBRÍO
El martes el banco de inversión británico Barclays aseguró que la economía mexicana resentirá un impacto negativo en su crecimiento y el tipo de cambio pese a los recortes presupuestarios anunciados por el Gobierno federal y las decisiones de política monetaria.
Marco Oviedo, economista en jefe de Barclays, prevé que este año el tipo de cambio cierre en 19.70 pesos por dólar, unos 19.95 pesos en ventanillas bancarias, mientras que en marzo del próximo año el tipo de cambio se cotizaría hasta en 20 pesos en el mercado cambiario.
El banco británico recortó su expectativa de crecimiento para México de 2.5 por ciento a 1.9 por ciento para 2016 y para el próximo año espera un crecimiento de 2.1 por ciento, menos del 2.7 por ciento anteriormente pronosticado.
Otra de las señales negativas que Barclays observó es que el déficit de la cuenta corriente seguirá creciendo y será el peor desde la crisis económica de los años 90.
“Esperamos que el déficit de cuenta corriente sea 3.6 por ciento del PIB, el más alto desde la ‘crisis del tequila’ y es una señal negativa importante”, mencionó.