La poeta Jeannette L. Clariond habló con SinEmbargo sobre su Antología personal, un trabajo que edita Nueva York Poetry Press, en el cual conjunta poemas que la han acompañado de tiempo atrás, otros inéditos, unos cuántos más en reconstrucción y otros tantos hallados.
Ciudad de México, 1 de junio (SinEmbargo).– La poeta Jeannette L. Clariond detalla la forma en la que la palabra se va arraigando al cuerpo, la forma que se va haciendo del poeta, porque las palabras, dice, realmente no nos pertenecen, sino que las vamos haciendo nuestras, las tomamos en préstamo, y vamos creando nuestro propio diccionario interior con ellas.
En este caso, para la poeta estas palabras la han acompañado a lo largo de su vida, materializándose en versos como los que reúne en Ceguera, allí estarás (Antología personal) un trabajo que edita Nueva York Poetry Press, y en el cual conjunta poemas que la han acompañado de tiempo atrás, otros inéditos, unos cuántos más en reconstrucción y otros tantos hallados.
“Siento que todo eso que traigo enquistado en las células de mi piel, se va arraigando, es como una patología, hay cosas que las traes y que así naciste, que lo que traes poéticamente hablando. Puede ser tu desperfecto, y eso lo tienes que usar a favor del poema, tienes que usar a favor del poema todo aquello que te hiere, que te llaga, que te llega, que se repite, pero que tampoco está mal repetir”, compartió en entrevista con SinEmbargo la poeta.
Jeannette L. Clariond platicó que fue la poeta y escritora Gertrude Stein quien nos enseñó que la repetición, en ocasiones, es énfasis. “También me gusta usar la misma palabra con diferentes acepciones, esto es un recurso utilizado en un poema de Elizabeth Bishop que se llama Visits to St. Elizabeth’s, que era el psiquiátrico en Washington, que el nombre viene de un psiquiátrico del siglo XII de Londres, pero que es en donde estuvo internado Ezra Pound y ella usa la palabra ‘lie’, ‘there lies’, o ‘here lies the man’ y en todas las estrofas utiliza ‘here lies the man’, entonces yo dije, qué bien, porque ‘lies’ es ‘yacer’, ‘dormir’, pero también es ‘mentir’”.
“Se dice que Ezra Pound no estaba realmente loco, pero que nunca estuvo de acuerdo con la guerra, que se salvó diciendo que estaba enfermo y lo recluyeron, hubo todo un juicio, Hemingway lo defendió, entonces yo quisiera en ese poema haber podido realizar este juego, en español no se puede, pero sí puse ‘aquí yace’, ‘aquí duerme’, ‘aquí descansa’, ‘aquí está’ y en una de las veces sí puse ‘aquí está el hombre que miente’, es decir, el lenguaje tiene múltiples posibilidades, y quisiera utilizar esas posibilidades ya no tanto con las acepciones del diccionario, sino con acepciones corporales”.
—Escribe que ‘la palabra no nos pertenece, la palabra la tomamos prestada’. ¿Qué tipo de préstamos ha hecho de la palabra?
—En realidad siempre estamos en términos de préstamos, la vida en sí es un préstamo, la muerte va a ser un préstamo a la vida, qué le da la vida. Elizabeth Bishop tiene un poema muy bello que es El arte de perder, ella que padeció todo tipo de pérdidas, pero es que en realidad cuando hablamos del cuerpo, otro préstamo, es la metáfora del préstamo mayor y que nos percatamos de que es un préstamo mayor, pero cómo lo vamos a regresar, es decir, no quiero decir envejecido o iluminado al final, es decir, si todo es un préstamo, como bien lo dice la palabra la parábola de los talentos y entendiendo la vida como una parábola, yo creo que estamos en esta vida para trabajar como hormigas.
“A mí me encanta el mito de Quetzalcóatl cuando baja al Mictlán y como la hormiga roja habla con la hormiga negra, entonces esta lucha del bien y el mal siempre va a estar presente, y eso es lo que crea una tensión en el cuerpo, una tensión, y vamos a usar esto para decir una tensión y una atención. Es decir, hay que prestar atención al lenguaje, tanto como que hay que prestar atención al cuerpo, y como el cuerpo se cansa lo que queda del cuerpo es esa luz interior, de la que te han nutrido, hay cuerpos en ese libro que tú ves que son reales, tengo un libro cuyo título es Ante un cuerpo desnudo, yo estoy hablando con un Cristo, ante un Cristo desnudo, y después de ese libro Ante un cuerpo desnudo, está Cuerpo de mi sangre porque la pregunta es a la familia, de la cual provengo, es ‘qué hiciste conmigo, cuerpo mío de mi sangre, te incrustaste en mí como una piedra y aquí te llevo, y el brillo asoma aquella vez del cuchillo en la garganta endiste mi voz y todo dejó, se dejó traslucir desde la llaga’. Es decir, yo tenía seis años, yo estoy en el pasillo de la calle Mina 1004, que era la casa de mi abuela, yo veo a través de la puerta, en el cristal de la puerta que daba la cocina, a mi tía Janet, que es psicoparanoide, la vi amenazar con un cuchillo a Carmelita, eso se incrusta en ti, esa esa visión ya está en ti”.
—En los términos en los que plantea esta ceguera, ¿cómo podemos entenderla?, porque la ceguera a veces inhibe no solo la vista, también otros aspectos emocionales.
—Tiene que ver con ambos, la ceguera cuando creemos que vemos y no estamos viendo nada, y la ceguera cuando escribes desde la oscuridad, además yo trabajo con ciegos y mi tía Janet también trabajaba con ciegos, ella leía la taza del café en Chihuahua, se hacía cola en su casa, cobraba 20 pesos, y el dinero se lo daba a los ciegos, entonces hay una cuestión ahí de la ceguera en la familia importante y por supuesto que la hay en la literatura, por supuesto que vamos ciegos por el mundo, es muy raro que sepamos a dónde vamos y yo creo que así tendría que ser en poesía siempre, desconocer a dónde se va.
—La poesía suele en contraste arrojar luz a muchos aspectos en los que uno a veces se siente perdido, no para encontrar soluciones sino simplemente para verse reflejado…
— A mí los y las poetas me dan siempre las respuestas, pero no es una visión, es una intuición y los poetas como bien lo sabes, vivimos de la pura intuición, nos dejamos arrastrar por la pura intuición, para todo, no nada más para la escritura.